Suele decirse que el refranero es sabio. Cierto es que recoge una gran parte del saber popular y que, numerosas veces, estas expresiones reflejan pensamientos, consejos y enseñanzas muy válidos y aplicables.
Mi abuela, como muchas abuelas, era toda una experta en el tema. Como Sancho Panza, contaba con una asombrosa cantidad de expresiones para cualquier situación que os podáis imaginar. Y todas siempre oportunas… En ocasiones me sorprendía tanto con sus frases que llegué a pensar que se las inventaba sobre la marcha. Muchas personas, como ella, recurren a los refranes con frecuencia para aleccionarnos, prevenirnos o condenarnos.
Hoy quiero que reflexionemos sobre uno de estos dichos populares en particular, ese que me he permitido customizar con interrogantes y que da título a este post:
Aprendiz de todo, maestro de nada
Lo que esta expresión viene a decirnos, al igual que aquél de «el que mucho abarca, poco aprieta», es que (cito literalmente el texto del Refranero Multilingüe del Instituto Cervantes):
No conseguirá nada quien no acaba de decidirse por un oficio y le falta constancia y espíritu de sacrificio para prepararse convenientemente. Recrimina a quien pretende abarcar demasiadas actividades profesionales, lo que desemboca en ser incapaz de desempeñar una bien.
He de reconocer que, durante mucho tiempo, mi forma de vida se ha ceñido con bastante rigor a la idea que se esconde tras esa dichosa expresión. Tal vez me lo tomo todo muy en serio…
Y ahora siento que me he perdido muchas cosas.
Si bien es cierto que algunas áreas de nuestra vida requieren de una gran especialización, como ocurre en el ámbito profesional, en ocasiones focalizar nuestra atención y energía en un tema, actividad o proyecto en exclusiva nos lleva, a la larga, a sentirnos incompletos, frustrados y, en muchos casos, incomprendidos.
Los árboles no nos dejan ver el bosque.
Nos centramos tanto en esa cuestión, quizá porque nos apasiona, que perdemos de vista otros aspectos que pueden enriquecer nuestra vida. Podemos desarrollar algunas de nuestras competencias hasta la excelencia, pero la realidad es que, en nuestro día a día, vamos a necesitar, tarde o temprano, de otras muchas habilidades. En nuestros tiempos, en esta sociedad cada vez más compleja, hay que saber de todo. Y, como te imaginarás…
Ser el mejor en todo supone una meta del todo inalcanzable.
Recuerdo una conversación con una compañera del grupo de ElTalento.org, hace unos meses en la que debatíamos sobre la importancia de manejar las redes sociales y otros recursos digitales y yo le espeté algo que, en ese momento y respecto a esa cuestión en concreto, era una verdad como un templo:
Yo de lo que sé, sé bastante. De lo que no sé, no tengo ni la más remota idea.
Zapatero, a tus zapatos
Sin embargo, resulta que, si uno se permite ser flexible, se da la oportunidad de probar, puede aprender. Y hacerlo sin la presión de alcanzar la maestría, sólo por cacharrear un poco y poder defenderse, puede resultar de lo más divertido y motivador.
Todos tenemos algo que enseñar y mucho que aprender.
Mientras escribo, se me ocurren unas cuantas actividades que jamás pensé que haría y he realizado en los últimos meses (escribir en este blog y participar en un programa de radio son sólo algunas de ellas…) y también unos cuantos ejemplos de ocupaciones con las que actualmente disfruto y que, hace años, me parecían casi un castigo por tratarse de algo obligatorio y en lo que aspiraba a ser la mejor. Y es que…
A la fuerza, ni el zapato entra
Tal vez este post te sirva como inspiración para retomar alguna antigua pasión, con la calma y el tiempo de quien no tiene que cumplir con plazos y evaluaciones o te ayude a darte el permiso de probar a aprender algo nuevo, por el mero hecho de salir de tu zona de confort y divertirte en el camino. Si es así, recuerda que
Nunca es tarde, si la dicha es buena
Me encantará leer tu opinión y tu experiencia. Gracias por compartir.
El refranero es muy sabio, el saber aplicarlo es lo difícil. Como bien dices, uno no deja de ser aprendiz
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[…] Aquellos que exponen con esa chispa en los ojos, que sienten los retos que sus propios alumnos les proponen, son para ellos sus propias enseñanzas, esos son maestros. […]
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