Algunos días todo parece salir del revés: El despertador no suena, el coche no arranca, pierdes el autobús, todo se complica en el trabajo, los peques te dan algún disgusto, no te da tiempo a hacer la compra… El cansancio y el enfado se acumulan y te invade la frustración.
Respira un instante y responde a una pregunta:
¿Qué haces tú?
Te sale humo por las orejas, te acuerdas de la progenitora del autobusero, te muestras irascible, te tomas tres cafés y cinco chocolatinas para que se te pase el disgusto, riñes a tus niños o a cualquiera que te encuentres por el camino, decides no dedicarte ese ratito que otros días te hace sentir bien porque, total, el día ha sido una mie*da y se te han quitado las ganas, ya no merece la pena. Por si eso fuera poco, vuelves a fumar. Al final del día te vas a la cama cargad@ de culpa y de malestar… Seguro que duermes como un angelito y el día siguiente será maravilloso… ¿o no?
Otra pregunta más:
¿Funciona?
Si tu respuesta es sí, para y piensa de nuevo: Cuando la gestión de tus emociones negativas es eficaz, éstas tienden a difuminarse. Todas nuestras emociones son funcionales, por supuesto. Y las negativas más si cabe. De hecho, desde un punto de vista evolutivo, su importancia es extrema: El miedo, el enfado y la tristeza nos permiten reconocer y transmitir a los otros que algo no nos agrada, que nos causa malestar y que queremos, bien alejarnos de ello, bien eliminarlo (la primitiva respuesta de huida o lucha). Sin embargo, en muchas ocasiones la manera en que manejamos estas emociones, principalmente la ira y la tristeza, no hace sino fomentarlas.
Por muy habilidoso y competente que seas, por mucho talento que poseas, si no eres capaz de gestionar tus emociones, aquello que te hace diferente y especial pierde valor. La ira lo contamina todo y oculta esa parte de ti brillante y fantástica.
En los momentos en que te sientas desbordado, recuerda este sencillo consejo:
Ten tanta paciencia contigo mismo como tendrías con alguien a quien quieres. Cuídate como los cuidarías a ellos.
Todos podemos tener un mal día. Algo puede frustrarnos, y tenemos que aceptarlo, es inevitable. Lo que sí está en nuestra mano es tomar medidas para no prolongar ese malestar de manera innecesaria, para no alimentar esa angustia mediante conductas improductivas o incluso dañinas, para nosotros mismos y nuestro entorno.
Cuéntanos, ¿cómo manejas tus emociones? ¿Qué haces para aliviar la tristeza y el enfado propios y ajenos?
[…] como el de ser raro, el de reinventarse, el de la espiritualidad, el de cuidar a los demás, el talento de gestionar las emociones, el talento de ser uno mismo, el del esfuerzo por conseguir los sueños de uno, el talento de […]
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[…] siempre, ansiosas por conocer, María Sampedro, Cristina Reguero y yo misma, respaldadas por Olga y Ana, quienes se ocuparon de los aspectos técnicos, profundizamos en la […]
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[…] nos tengan miedo: escuchar, callar y dejar decidir, respetar. No hagas que los demás tengan miedo, vigila tus emociones, haz que los demás tengan […]
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[…] encantaría deciros que ser padres nos libra de los estados de ánimo negativos. Que uno no se siente triste, ni frustrado, ni enfadado ni desesperanzado. Pero como bien sabéis, […]
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