Celosa y competitiva: El Síndrome de Blancanieves

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Con unos días de retraso, retomamos nuestra línea de publicaciones sobre síndromes con nombres literarios. Dado que la factoría Disney ha ilustrado y llevado a la pantalla un buen número de cuentos tradicionales, resulta difícil hablar de algunos personajes sin que el rostro que sus dibujantes les dieron acuda a nuestra mente. Hoy hablaremos de una de las malas malísimas, también bella bellísima en su versión animada: La Madrastra de Blancanieves.

El síndrome recibe el nombre de la cándida e inocente niña, Blancanieves, sin embargo, hace referencia a los comportamientos y actitudes de su madrastra, la bruja. Como ya os comentamos en un post anterior, los síndromes a los que dedicamos esta serie de publicaciones no se encuentran recogidos en los grandes manuales de la psicología y la psiquiatría; no se trata de diagnósticos al uso, sino que describen formas de funcionar y relacionarse de personas con las que nos encontramos a diario, tanto dentro como fuera de la consulta.

Aunque también se da en varones, el perfil mas característico de personas con el “Síndrome de Blancanieves” es el de mujeres maduras que, a lo largo de su vida, han sido consideradas muy atractivas y han hecho de la belleza una de sus principales cualidades.

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El tiempo pasa para todxs, y ellas no son una excepción. Aunque cada etapa vital tiene sus encantos y la madurez es, en muchos casos, una gran ventaja, el proceso de envejecimiento natural resulta difícil de aceptar para algunas personas. Y eso es lo que sucede a quienes padecen este síndrome: A medida que cumplen años y sienten que su aspecto se deteriora, perciben que dejan de ser el centro de atención, que las miradas y la admiración de las personas que las rodean se dirigen hacia otrxs.

Dado que su apariencia externa y los elogios que ésta despierta desempeñan un papel fundamental en su autoestima y su sentido de valía personal, al darse cuenta de que ya no son tan jóvenes pueden sentirse inseguras. Por lo general, se trata de personas que han vivido rodeadas de gente que valora y ensalza su aspecto físico, lo que les ha hecho dependientes de los refuerzos externos (piropos y halagos, expresiones de admiración) y con esta toma de conciencia de los cambios corporales inevitables asociados al paso del tiempo, puede aparecer temor a ser abandonados y miedo a la soledad.

Es frecuente que estas personas tengan una imagen distorsionada de su aspecto y sus cualidades; tienden a ensalzar su belleza y a negar su edad madura. El deseo de mantenerse joven y atractiva puede llevarla a sentir celos hacia quien considera que puede superarla en alguna cualidad, y a tratar de competir con ella (aquí aparece Blancanieves, que sufre las consecuencias de la frustración de la Madrastra). Por lo general, la comparación y posterior competición se realiza con alguien del mismo sexo, a quien la persona con el síndrome percibe como amenazador/a, como tratando de usurparle su lugar, sin que estas motivaciones tengan una base real: al igual que la Madrastra en el cuento, se siente insegura y amenazada, aunque la otra parte no tenga intenciones malévolas ni deseos de suplantar su puesto.

Como consecuencia de estos celos y de la necesidad de competir, es frecuente que la persona insegura arremeta contra aquella a la que envidia, tratando de humillarla y de dejarla en mal lugar delante de los demás. Para la persona que lo sufre, este trato puede resultar desconcertante, ya que entra en contraste con el que se le dispensa en privado, por lo general correcto y amable.

Además de la gran preocupación por la belleza y la salud, de los celos y el afán competitivo, es frecuente que estas personas busquen reforzar el concepto que tienen de sí mismas, provocando situaciones en las que su aspecto físico sea motivo de comentario y de halago. Buscan aprobación constantemente. Suelen mantener una actitud seductora, pues buscan ser miradas con admiración y, en sus intentos de gustar, flirtean constantemente, encadenando unas relaciones con otras.

Blancanieves y el principe Psicologo GijonTambién es frecuente que critiquen a aquellas personas que han logrado lo que ellas mismas ansían: una pareja estable, éxito en el ámbito laboral, buenas relaciones con sus hijos, apoyo social, hábitos saludables… Esta actitud tan crítica con las vidas ajenas puede hacer pensar que les molestan los logros y la satisfacción de los demás.

A estas alturas, lo más probable es que ya se te haya ocurrido algún ejemplo, que hayas pensado en alguien conocido o que tú mismx te hayas visto reflejadx en alguno de los dos roles: Madrastra o Blancanieves. Este tipo de relaciones complementarias en las que una parte envidia las cualidades (físicas o emocionales) de la otra son, por desgracia, comunes entre madres e hijas, suegras y nueras, entre amigas o , en el contexto profesional, entre jefa y empleada o bien entre compañeras. Aunque he empleado el género femenino, no perdamos de vista que se da también entre varones.

Las dos partes implicadas en este tipo de relaciones pueden presentar síntomas que, de no ser tenidos en consideración, desemboquen en algún cuadro ansioso o depresivo. Si bien es doloroso y molesto ser tratado de forma injusta y humillante en el rol de Blancanieves, también lo es sentirse inseguro, ver que aquello sobre lo que se asienta tu autoestima se desvanece y sentir que vives en una permanente competición… De la que parece poco probable que resultes vencedor.

Si necesitas ayuda, por esta u otras cuestiones relacionadas con tu bienestar, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.


 

3 comentarios en “Celosa y competitiva: El Síndrome de Blancanieves

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