No solo la muerte desencadena el duelo: Duelos invisibles.

En otras ocasiones hemos hablado del duelo como un proceso de adaptación emocional ante una pérdida de algo sentido como valioso (un ser querido, un empleo, una relación). En el lenguaje popular, la palabra duelo parece estar indisolublemente asociada a la idea de muerte. Para la mayoría de las personas, van de la mano. No obstante, el duelo es un concepto mucho más amplio y son muchas las experiencias vitales que pueden desencadenar reacciones de duelo. Hoy hablaremos de algunas de ellas:

  • Pérdida de planes y sueños que no se cumplen

La mayoría de nosotros crecemos construyendo una serie de ideas sobre cómo queremos que sea nuestro futuro y qué metas queremos alcanzar en las distintas etapas de nuestra vida. Pero pasan los años y no estamos donde queríamos estar…

Un estudiante brillante que, al salir al mercado laboral, no encuentra trabajo.

Una persona o una pareja que desea tener hijos y resulta tener problemas de fertilidad.

Un trabajador insatisfecho con su trayectoria laboral.

Cuando deseamos algo intensamente, nos esforzamos para conseguirlo y finalmente no sucede, la frustración y la decepción son reacciones comunes. Este tipo de duelo va acompañado por una pérdida de sentido. Nos preguntamos ¿para qué tanto esfuerzo? ¿y ahora qué?. Tomamos conciencia de que no teníamos tanto control como pensábamos sobre aspectos importantes y comparamos nuestro recorrido y sus resultados con los de otros, que sí han logrado aquello a lo que aspirábamos. Sentimos que hemos fracasado. ¡Y no es justo!.

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  • Pérdida de identidad

Las personas nos definimos por nuestras actividades y nuestro mundo relacional. Cuando dejamos de realizar una actividad relevante para nosotros o cortamos con una relación, una parte de lo que hasta ahora ha constituido nuestra vida desaparece:

Un divorcio implica el duelo por la esposa o el marido que ya no soy, por los planes de un futuro compartido junto a esa persona.

Una mastectomía puede suponer un duelo por la idea previa de feminidad relacionada con el cuerpo.

Un giro en la carrera profesional o un cambio de trabajo supone un duelo por la identidad perdida.

Abandonar una asociación o un colectivo puede suponer un duelo por la pérdida del sentido de pertenencia y filiación.

La emancipación de los hijos conlleva un duelo por la pérdida del rol de padre/madre proveedor.

Cuando perdemos una de nuestras identidades primarias, nos enfrentamos a un proceso de duelo por quienes creíamos que éramos. Para poder elaborar y superarlo tenemos que integrar la pérdida en nuestra historia personal. En algunos casos, no tenemos control sobre lo que sucede y sentimos que nos han robado la identidad: un divorcio no deseado, una mastectomía en un proceso oncológico… En otras ocasiones tenemos voz y voto sobre lo que ocurre, aunque no por ello el duelo resulta más sencillo: la ambivalencia que acompaña la toma de decisiones, el no tener garantías de que los cambios sean para mejor, hace que la persona sienta también la pérdida, aunque por haber sido voluntaria se le niegue el derecho a expresar su malestar y a hacer explícito su duelo.

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  • Pérdida de seguridad

Por lo general, esperamos sentirnos a salvo en nuestro hogar, en nuestras relaciones y en nuestro entorno cotidiano. Sin embargo, esta seguridad puede verse amenazada por distintos acontecimientos vitales:

El descubrimiento de una infidelidad provoca una pérdida de la seguridad emocional en la relación.

Los hijos de un matrimonio en proceso de divorcio pueden enfrentarse a la pérdida de seguridad al modificarse la estructura de su familia.

Cuando entran en una vivienda a robar, sus inquilinos pueden sentir invadida su privacidad y perder el sentido de seguridad física.

Las víctimas de abusos físicos y psicológicos pueden tener problemas para sentirse seguros en su día a día como consecuencia del trauma.

fear-2012536_1280La pérdida de seguridad, sea física o emocional puede provocar que la persona perciba su mundo como un lugar amenazante. En estas situaciones es habitual que la persona mantenga un estado de alerta exagerada, incluso en ausencia de peligro o, por el contrario, parezca adormecida y desconectada de la realidad. En los casos de estrés postraumático, además de elaborar el trauma, nos enfrentamos al proceso de duelo y reconstrucción de su sentimiento de seguridad.

  • Pérdida de autonomía

Verse incapaz de hacer por uno mismo lo que siempre hemos hecho supone un cambio vital al que resulta difícil adaptarse. Nos hace sentir que perdemos el control de nuestras vidas y, en muchos casos, nos coloca en una situación de vulnerabilidad y dependencia.

El envejecimiento natural que, a la larga, implica una mayor dependencia de los demás, conlleva un duelo por la vida anterior, por la autonomía, por la identidad como un miembro que aporta a la sociedad…

El desarrollo de una enfermedad que implica un deterioro físico y/o cognitivo, abrupto o progresivo, y una pérdida de funcionalidad.

Una pérdida económica grave que implique pedir ayuda a los demás supone un duelo por la propia identidad, por el estatus social y un proceso de adaptación a la nueva situación.

wheelchair-749985_1280Una de las mayores preocupaciones de las personas, tanto sanas como enfermas, a medida que vamos envejeciendo, es la pérdida de autonomía, y esta pérdida desencadena un duelo: se pierde la independencia y la capacidad de funcionar solo, de decidir cuándo y cómo hacer cosas cotidianas. Si a esto se suman discrepancias familiares sobre los cuidados a la persona dependiente y dificultades económicas, la sensación de fracaso y las preocupaciones se disparan. Y comienza la tarea de lidiar con estas pérdidas y reconceptualizar quienes somos a pesar de estas limitaciones.

Todas estas pérdidas son, en sí mismas, motivo de duelo. No obstante, el dolor por la pérdida, la necesidad de expresar el malestar para poder elaborar y adaptarse a las nuevas circunstancias son procesos que, desafortunadamente, suelen invisibilizarse y deslegitimarse.

Cuando nos encontramos en situaciones de este tipo, nuestro entorno puede transmitirnos que no tenemos derecho a sentir lo que sentimos, que no es para tanto. Sin embargo, cuando nos planteamos estas situaciones en términos de duelo, el tránsito por esta época de desorientación puede verse facilitada: El doliente es tratado con paciencia y cariño, sus sentimientos tenidos en cuenta. Se le permite expresar las emociones que necesite, porque se reconoce que es necesario para sanar sus heridas.

El uso de la palabra duelo es adecuado, puesto que abarca la realidad interna del proceso que la persona está viviendo, legitima y concreta lo que sucede y además facilita la comunicación con los demás.

Las pérdidas descritas, sean o no trágicas, son pérdidas reales.

Tienes derecho a vivir tu duelo. 

La ansiedad en pareja: ¿Tu ansiedad es la mía?

Vivir con ansiedad es complicado: el pensamiento acelerado, atascarse con tareas y actividades que para otros resultan sencillas, sentir que las preocupaciones nos atrapan… Propia o ajena, la ansiedad es un engorro. Cuando convives con alguien que la padece, es posible que la situación os sobrepase a los dos y sientas una enorme impotencia. De hecho, son numerosos los estudios que ponen de manifiesto cómo la ansiedad de una de las partes contribuye a la insatisfacción en la pareja. (Puedes leer más sobre ello aquí).

En consulta es habitual comprobar cómo la ansiedad se convierte en el tercer miembro no deseado de la pareja, en «el otro» o «la otra». Estamos hablando de la ansiedad como algo muy general, aunque se presenta bajo distintas formas: fobias específicas, agorafobia, angustia, ansiedad social, ansiedad generalizada… Todas ellas, recogidas y descritas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, pueden afectar, en mayor o menor medida, a la convivencia y la relación. De ahí la importancia de desarrollar estrategias para poder acompañar a tu persona querida en el desafío que supone manejar su ansiedad, y evitar que ésta os arrastre a los ambos.

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  • Identifica los síntomas

Es recomendable que tengas localizadas las maneras en que tu ansiedad interfiere en tu día a día: problemas para conciliar el sueño, despertar precoz, dificultades de concentración… Si puedes explicárselo a tu pareja, entenderá mejor lo que está ocurriendo y os evitaréis malos entendidos o atribuciones erróneas. También captará con más facilidad a las primeras señales y podréis tomar medidas antes de que la situación vaya a más.

  • No niegues ni minimices sus sentimientos

Trata de entender los miedos y preocupaciones de la persona que tienes delante. Aunque desde tu punto de vista lo que le angustia parezca ilógico, su sentimiento es legítimo. No es una tontería, aunque a ti te lo parezca. Lo que siente es real: Valídalo.

La tendencia natural cuando vemos a alguien que tiene un problema es intentar solucionarlo inmediatamente. La ansiedad no funciona así: No podemos resolver nada sin antes mostrar empatía y comprensión. No podremos pasar a la lógica y cuestionar la irracionalidad de los pensamientos si la persona se siente juzgada e incomprendida.

Con la ansiedad no valen soluciones sencillas, pero si quieres ayudar, comienza por mostrar empatía.

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  • Anima a buscar ayuda y participa en el proceso terapéutico, pero no te pases

Puedes sugerir a tu persona querida que busque ayuda, pero no tomes la iniciativa de concertar tú la cita con un especialista: Respeta su ritmo y deja que tome las riendas en la búsqueda de soluciones.

Durante el proceso terapéutico tomaréis conciencia de que, aunque la ansiedad trate de engañaros, estáis en el mismo equipo. Si hay que plantearlo en términos bélicos, esto no es una guerra entre vosotros. No perdáis de vista que la ansiedad es el enemigo. Vosotros sois un equipo y el profesional un aliado al que habéis reclutado para vencerlo.

Durante la terapia, es posible que el psicólogo/la psicóloga proponga algunas tareas conjuntas. Será útil que participes, pero no olvides tu papel: Incluso cuando te dedicas a ésto profesionalmente, no puedes convertirte en el psicólogo de tu persona querida.

  • Anima sin presionar

Aunque convivir con alguien que padece distintas formas de ansiedad cuando a ti no te ha pasado puede ser muy frustrante, tienes que entender que no se trata de algo que la otra persona ha elegido. Seguramente tiene más ganas que tú de encontrarse mejor.

Dado que los dos queréis lo mismo, tenemos que procurar que esa motivación resulte efectiva. Incluso si estás molesto/a, comentarios como «¿Por qué no puedes hacerlo? ¿Pero qué te pasa? No es para tanto…» sólo van a haceros sentir peor. Sería más útil algo como «Entiendo el malestar que esto te está produciendo. Tiene sentido que sientas así: no puedes salir discretamente, te preocupa que los demás se den cuenta de que algo no va bien y hagan preguntas y no quieres pasar vergüenza ni incomodar a nadie más. Hay muchas cosas que no puedes controlar y eso te agobia». Después puedes intentar, con cariño y respeto, animarle a afrontar la situación.

  • Cuidad vuestra vida más allá de la ansiedad

Los hábitos y relaciones saludables son dos de los pilares de la salud mental. No olvidéis cultivar vuestras parcelas fuera de la pareja: el tiempo de descanso y ocio, en soledad o con amigos, os permitirá ventilar y coger fuerzas para hacer frente a lo que venga.

Uno de los errores más comunes en pareja es asumir que la otra parte tiene que cubrir todas nuestras necesidades afectivas, que tenemos que compartirlo todo. Absolutamente todo. Estas expectativas desajustadas constituyen la base de esos mitos del amor romántico que tanto daño hacen.

Para no diluirnos en la pareja hasta desaparecer, necesitamos mantener nuestra individualidad: una red de relaciones propias, tiempo para nosotros, actividades e intereses propios…

laundry-963150_1280Más aún cuando surgen dificultades, cada uno va a necesitar de apoyo individual: poder hablar con alguien ajeno a la pareja sobre lo que sucede, cómo nos sentimos, qué estamos intentando hacer y cómo muchas veces estos intentos de solución no hacen sino empeorar el problema resulta liberador y ayuda a tomar perspectiva. Aunque antiguamente se decía mucho eso de que «los trapos sucios hay que lavarlos en casa», también hay que salir fuera a comprar detergente, a tender si hace sol…

En ocasiones la vida familiar, y no sólo la de pareja, puede verse invadida por esa invitada no deseada que es la ansiedad. Tenemos que poner límites y no olvidar que somos un equipo contra ella: No podemos permitir que tome el control de nuestra casa decidiendo, por ejemplo, que determinados espacios de la casa tienen que estar extremadamente limpios y ordenados de una manera arbitraria. Aunque, cuando hablamos de ansiedad la comprensión y la flexibilidad resultan fundamentales, no podemos ser indulgentes y ceder a todas las peticiones que la ansiedad formule. 

  • No olvidéis que el objetivo es aprender a gestionar la ansiedad, no eliminarla

La ansiedad nos impide hacer cosas, y eso es lo que la convierte en un obstáculo. Lo más molesto de padecerla es, precisamente, ver nuestra vida limitada. Tener intención o deseo de llevar algo a cabo y verse asaltado por un montón de pensamientos y sensaciones físicas que nos hacen creer que no vamos a poder. Y como no lo intentamos, efectivamente: No podemos. Y encima nos sentimos culpables, tontos y avergonzados por ello… Y nos sentimos incomprendidos, nos distanciamos de quienes nos quieren, aparecen la apatía, dejamos de disfrutar de lo que antes nos gustaba… Y asoma la depresión. Y todo junto, gloria.

La gran lección, que a veces cuesta mucho aprender, es que la ansiedad no es la mejor compañera de viaje, pero no nos vamos a quedar en casa porque ella se haya apuntado al plan: Podemos llevarla con nosotros y, aun así, hacer lo que teníamos previsto.

Hay una frase motivacional dando vueltas por ahí que nos viene como anillo al dedo:

HAZLO MIEDO ANSIEDAD

Si todos vuestros esfuerzos se centran en eliminar la ansiedad, tenéis la batalla perdida: Va a aparecer, con más o menos intensidad, de manera justificada por las circunstancias o no, en la vida de todos. La cuestión es ¿qué hacemos cuando venga?. Recuerda: es una invitada no deseada. Vendrá y llamará a la puerta. ¿Cómo la recibís? ¿la invitáis a café, le sacáis las mejores pastas y permitís que se instale en el salón toda la tarde? ¿Le ofrecéis que se quede cenar y a pasar la noche? ¿Permitís que ocupe la mejor habitación de la casa y vosotros os trasladáis al sofá?. Tampoco podéis negaros a abrir la puerta y fingir que no hay nadie en casa, y si la tratáis a gritos os plantará cara…

Si queremos resultados distintos, tendremos que poner en marcha estrategias distintas, ¿no os parece?

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Alertas rojas en las relaciones: ¿Cuándo decido alejarme?

En las relaciones, cuando ambas partes tienen el mismo compromiso, contribuyen de manera equitativa a la relación, piden disculpas y enmiendan los comportamientos que han causado daño al otro, no hay problema que no se pueda enfrentar. ¿No os parece?.

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A priori, podríamos decir que, cuando estas condiciones se cumplen, no hay motivos para que una relación se rompa, sea ésta de amistad, de familia, de pareja o una relación laboral.

No obstante, y por duro que sea aceptarlo, las relaciones se terminan. ¿Cómo tomamos esa decisión? ¿Cómo sabemos que es el momento? Quizá sea útil estar atentos a las señales y comprobar si se dan algunas de las alertas rojas de las que hablaremos hoy.

Cuando se trata de una relación sana y sucede algo que hace que una o las dos partes se enfaden o se sientan heridas (muchas veces ambas emociones vienen de la mano) y se quiere resolver la situación, el proceso de reconciliación es relativamente sencillo: Nos sentimos seguros y expresamos nuestros pensamientos, sentimientos y necesidades sabiendo que nuestra perspectiva será escuchada, tenida en cuenta y respetada. Se piden disculpas sinceras sin grandes esfuerzos y el perdón llega de manera inmediata, sin condiciones ni demoras. Y, por supuesto, se llevan a cabo cambios comportamentales para evitar vernos en la misma tesitura cuando afrontemos situaciones similares.

Asumimos que, en una relación sana donde hay compromiso con el otro, la relación es importante para ambas partes, y éstas actúan en consecuencia, mostrando voluntad por esquivar los baches y reparando los daños tan pronto se tiene conciencia de ellos. 

obstáculo perseverancia resiliencia superación psicologo gijonSeamos realistas: La comunicación no puede ser siempre efectiva. Son múltiples, y a veces encubiertos, los elementos que pueden obstaculizarla. En el trabajo en consulta con personas que tratan de resolver sus dificultades relacionales resulta patente la influencia que el trauma, el dolor emocional y los disparadores tienen sobre la efectividad de la comunicación: Constituyen auténticas barreras.  Y no podemos actuar como si no existieran sin pegarnos unos cuantos trompazos. Cuando, como adultos responsables, tratamos de hacernos cargo de nuestros problemas y constituir relaciones emocionalmente sanas, intentamos tomar conciencia y reparar la situación cuando esto se produce.

No obstante, en ocasiones sucede que intentas resolver una situación con alguien y, aunque pongas todo tu empeño, el problema acaba siendo aún mayor que cuando la conversación comenzó. Quizá os ha sucedido alguna vez… A mí me ha ocurrido, y resulta confuso, frustrante y agotador. Nuestros esfuerzos por escuchar y ser escuchados, por entender y ser entendidos, caen en saco roto y acabamos dudando de nosotros mismos, cuestionándonos nuestro propio juicio… Desconcertados y confundidos, nos planteamos si la otra persona estará poniendo algo más en este asunto. Algo que nosotros desconocemos…

Cuando la historia de vida de alguien le ha llevado a sentir que cometer errores o estar equivocado es peligroso y ha aprendido que resulta imposible o inútil pedir disculpas, la conversación y el intercambio de argumentos con esa persona se convierte en algo irracional e innecesariamente difícil. No va a ser posible acercarse a una resolución. Al menos, no a una que convenga a las dos partes…

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Cuando una persona no puede asumir su responsabilidad ni disculparse, utiliza todas las estrategias que se le ocurren para escapar de las situaciones en las que se le piden cuentas de sus acciones. Su objetivo no es el mismo que el tuyo: No quiere resolver el problema. Lo que pretende es asegurarse de que sus errores y lo inapropiado de su comportamiento no se convierta en un tema de conversación, sino que siga en la sombra. Intenta, a toda costa, ocultar sus fallos. ¿Cómo lo hace? ¿Qué estrategias utiliza? Aquí van unas cuantas: 

  • Minimizar el asunto

Con esta estrategia pretende convencerte de que lo que planteas es tan insignificante que no merece la pena siquiera hablar de ello. Y si insistes en hacerlo, eres irracional y estás exagerando.

Quizá escuches algo así como «no vamos a tener problemas por eso…», «te pones así por cosas tuyas, yo no he hecho nada malo». Otra opción es negar incluso que sucedió. Lo que estás poniendo sobre la mesa, que tanto te molestó, es tan tonto e insignificante que la otra persona ni siquiera lo recuerda… Ante esta situación, lo más probable es que te retires, sintiendo que igual ha sido cosa tuya y has exagerado un poco…

  • Desarmarte

Esta jugada trata de convencerte de que tu problema con ellos es irracional y es  únicamente cosa tuya. Usando estrategias pasivo-agresivas o una comunicación abiertamente agresiva trata de desestabilizarte. Pucheros, lágrimas, un comportamiento dramático o victimista… O un tono de voz elevado acompañado de gestos amplios e invasivos. Todo vale. Incluso las disculpas. Pero ¡cuidado! si aparecen disculpas, poco tendrán que ver con aquello de lo que iba la conversación… Serán algo más amplio, general y extremo, algo así como «¡Siento ser una persona tan horrible!», «Lamento haberte arruinado la vida». 

El objetivo es que te sientas mal por haber sacado la cuestión a relucir, convencerte de que no tiene sentido que pienses que cometió ningún error, porque es inocente. Más inocente que nadie. Al final, puedes llegar a pensar que eres un/a chungo/a o egoísta por sentirte mal por su comportamiento. El problema no lo causó la otra persona, lo originas tú por enfadarte. Y él/ella, sólo es tu víctima. Nunca hizo nada malo.

  • Cambiar el foco

Esta estrategia se usa para distraer la atención y entretenerte con otros asuntos. Cuando se da cuenta de que tu preocupación y malestar se centran en un fallo suyo, contrarrestará tu crítica con otra.

Intentará que la conversación de un giro hacia lo que tú has hecho mal o el daño que tú les has hecho con tu actitud. E incluso si hay algo de cierto y has cometido errores, de nada servirá que los asumas y te disculpes. Su objetivo es asegurarse de que la cuestión sean tus defectos, no los suyos.

Quizá, después de un rato, acabes pidiendo disculpas y prometiendo un cambio de actitud y de conducta, olvidando tu intención inicial. Y te preguntes cómo has podido comportarte de forma tan injusta. Ya está, conseguido: Te ha liado.

  • Justificar el comportamiento

Esta jugada pretende hacerte creer que su comportamiento está justificado y es plenamente válido. Quiere convencerte de que, incluso si han hecho algo mal, su comportamiento contaba con autorización y no tiene que disculparse. 

Los maltratadores utilizan esta estrategia para convencer a sus víctimas de que el abuso estaba justificado por algo que la víctima dijo o hizo. Se lo merecía. Lo provocó. Fue culpa suya.

Y, para tu desgracia, esto va a ser todo lo cerca que esta persona va a estar de admitir que ha hecho algo malo. Este reconocimiento parcial de responsabilidad no significa gran cosa, puesto que, dado que te va a convencer de que lo que hizo es válido y tiene sentido, se va a librar de las consecuencias igualmente. 

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¿Qué hacemos entonces?

Una persona que emplea estas estrategias es alguien emocionalmente frágil e incapaz de afrontar los problemas de manera madura y efectiva. Debido a su dificultad para crear vínculos sanos y participar en relaciones de afecto y respeto mutuos, su capacidad para crecer, evolucionar y cambiar es limitada. Sus relaciones serán inestables, insatisfactorias y sin una auténtica conexión emocional.

Quizá no tenga demasiada conciencia de las estrategias disfuncionales que emplea, sin embargo es, seguramente, una persona tan herida, tan vulnerable y asustada de que se la reconozca como alguien imperfecto que hará todo lo que esté en sus manos para evitar rendir cuentas. Consciente o inconscientemente.

¿Puede cambiar? Pues, como siempre, depende de la persona. Hace falta una gran fortaleza y madurez emocional para hacer frente al trauma que originó esa gran dificultad para reconocer sus propios fallos. La terapia, ya sabéis, es de valientes. 

También a ti te va a hacer falta una enorme atención y fortaleza para lidiar con sus estrategias, ver más allá de sus jugadas y no perderte en sus enredos. Aun así, la situación puede no mejorar. Pueden ocurrir dos cosas: que asuma su responsabilidad y se ponga manos a la obra o que sus estrategias se vuelvan más agresivas y la situación empeore para quienes tiene cerca…

La construcción de una relación sana, satisfactoria, profunda y emocionalmente conectada requiere del compromiso y dedicación de todas las partes implicadas. Para poder aportar mi parte, tengo que mirarme al espejo y ver mis propias cicatrices. Reconocerme como alguien vulnerable e imperfecto. A partir de ahí, construimos. 

Si no estamos dispuestos a eso, no podemos acusar a los demás cuando decidan alejarse…

 

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Indetectables: Desmitificando el VIH

El pasado mes de Noviembre se estrenó Estigma, del director David Velduque, y con él, la segunda temporada de la serie Indetectables. Se trata de una proyecto multidimensional que, con el soporte de la organización Apoyo Positivo, tiene como objetivo la sensibilización sobre VIH, salud sexual y la lucha contra la discriminación de personas diversas.

Cada temporada consta de cinco capítulos que abordan la realidad de las personas afectadas por alguna de las temáticas.

Es necesario hablar de estas cuestiones para hacerlas visibles, y concienciar no desde el miedo, sino desde el conocimiento.

Si te apetece echarle un vistazo a la primera temporada de Indetectables, me encantará conocer tu opinión:

Capítulo 1: YO TAMBIÉN

 

Capítulo 2: RENOVARSE O MORIR

 

Capítulo 3: LA EVIDENCIA

 

Capítulo 4: ALTO RIESGO

 

Capítulo 5: IN THE WALL

 

Unos meses atrás, en la XVIII Jornada AVASI organizada por el Comité Ciudadano Anti-Sida del Principado de Asturias tuvimos ocasión de contar con profesionales de distintas disciplinas (inmunología, enfermería, sexología, trabajo social e igualdad de género entre otras) que aportaron su experiencia para contribuir a concienciar sobre estas cuestiones y desmontar algunos mitos muy extendidos:

  • La mortalidad y la morbilidad han descendido notablemente, y el pronóstico de vida se acerca a la media de la población general.
  • La falta de características físicas específicas en las personas infectadas y el buen estado de la mayoría hace que se pierda el miedo y, especialmente los más jóvenes, se crean inmunes a la hora de contraer la infección. La realidad es que todos podemos estar infectados, por lo que hacerse la prueba, además de barato y anónimo, resulta esencial. 
  • Si la embarazada es tratada antes y durante el embarazo, la transmisión vertical de madre infectada a su bebé es casi nula.

Los mejores métodos para evitar la infección son:

  1. Prevención
  2. Prevención
  3. Prevención

Por eso, usa siempre preservativo. No compartas objetos que puedan contener sangre y no olvides que…

Hay grandes avances en la calidad de vida de los infectados, pero hasta ahora no hay cura de la infección, sólo control de la viremia.

Aún queda mucho que hacer en lo que respecta a la educación sobre salud sexual. Son muchos los estigmas y los mitos que romper respecto a la sexualidad.

 

Acoso callejero, violencia digital y violencia intrafamiliar: #Cambiaeltrato

¡Por fin!

Han sido muchas las campañas que han tratado de visibilizar y concienciar sobre los distintos tipos de violencia ejercidos sobre las mujeres pero hasta ahora todas ponían el foco en la víctima, en muchas ocasiones culpabilizándola.

La Fundación Avon de Argentina, con la colaboración del Instituto Nacional de las Mujeres, la Casa del Encuentro y Naciones Unidas,  ha desarrollado tres spots que abordan esta cuestión desde un ángulo diferente.

Tres situaciones, seis hombres, un elemento en común: Las violencias machistas. Y es que ya lo hemos dicho en más de una ocasión: La violencia contra las mujeres es cosa de hombres.

Acoso callejero: ¿Te divierte que se asuste?.

Violencia digital: Lo que pasa entre vosotros queda entre vosotros.

Violencia doméstica: Lo que me llena la cabeza es la tristeza de mamá. Ésto no es de ahora. Es de toda una vida. (…) Si tanto la quieres, trátala con respeto.

 

Algo está cambiando, pero aún queda mucho por hacer.

¡#Cambiaeltrato!

Sobre los «niños confidentes»

A veces, por distintas razones y en distintos contextos, salgo de mi despacho (y de mi zona de confort) e imparto formaciones y talleres.

En alguna ocasión he comentado en este blog lo mucho que disfruto en los talleres para padres. Resulta muy gratificante poder acompañar a las familias en el constante aprendizaje que es la maternidad/paternidad.

Sin embargo, cuando los asistentes son papás y la temática tiene que ver con la infancia y la crianza, no es raro encontrarse con familias donde los roles de cada uno, grandes y pequeños, no están bien repartidos y las funciones se solapan: los adultos se comportan de manera arbitraria e imprevisible, requiriendo de apoyo, orientación y consuelo, mientras que los niños son descritos como «muy maduros», «muy sensibles» y capaces de entender y ayudar a sus padres a gestionar sus propias emociones.

Qué miedo me da a mí este discurso… Detrás de un niño «demasiado bueno/sensible/maduro/cuidador» suele haber un niño parentalizado.

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¿Quién cuida de quién en estas familias? ¿Quién es la persona de referencia, la figura de apego, ese otro «más sabio, más fuerte y más capaz» al que acudir en busca de apoyo y consuelo?

El tema da tanto de sí, y nos llama tanto la atención a algunos profesionales que incluso presentamos un póster sobre él en el Congreso de Terapia Familiar en Cartagena el otoño pasado.

Los niños tienen que ser niños. Y nuestra función es cuidar de ellos, de manera adaptada a las necesidades y características de cada etapa de su vida. Y no al revés.

Por eso, es un error ENORME hacer partícipes a nuestros peques de nuestros problemas emocionales o de pareja. Cuando los usamos como paño de lágrimas, como confidente o como recipiente de nuestras quejas, miedos y preocupaciones, les estamos cargando con algo que no les corresponde y que ni pueden, ni saben, ni deben gestionar. Seguramente se sentirán confusos y asustados. Te escucharán, claro. Eres una de las personas más importantes de su vida, y lo que te ocurra a ti les afecta a ellos directamente. ¿Cómo no iban a escucharte? De tu boca salen las palabras que, más tarde, se convertirá en su discurso interno.

Hay papás y mamás que se excusan diciendo que lo hacen para educarlos, para que vean que «los mayores tienen problemas» y que aprendan a «gestionar sus emociones«. NO. Si eres de los que afirma ésto, por favor, haz un pequeño ejercicio de honestidad: Tú necesitas ventilar. Necesitas que alguien te escuche mientras vomitas toda la mierda, toda la angustia y todo el miedo que tienes dentro. Y sabes que tu peque no se va a alejar de ti mientras lo haces. 

Si éste es tu caso, ten en cuenta que no tienen recursos para manejar lo que está pasando, lo que tú estás provocando. Los colocas en una posición de desamparo:

¿Cómo voy a confiar en mamá? ¿Cómo voy a contarle lo que me preocupa? ¡Ella ya tiene bastante con lo suyo!

Si usas a tu niño/a como si fuera tu pareja, tu amigo/a, tu madre, tu confesor o tu psicólogo, le estás privando de su infancia: Tu hijo no es tu rescatador. No está aquí para consolarte ni para cuidar de ti.

Aprenderá que tiene que dejar de lado sus propios sentimientos para cuidar de los demás. Que todos los demás van primero, que tiene que estar a disposición de otros, pues de ello depende su valía como persona.

¿Es eso lo que quieres transmitirle?

Si tienes problemas, si necesitas hablar con alguien que te acoja, que te cuide, que te aconseje, que te oriente o, simplemente te escuche, busca a otro adulto. 

Deja a tu peque vivir lo que tiene que vivir en esta etapa: SU INFANCIA.

Tendrá toda la vida para sus propios problemas de adulto.

Violencia de género en la adolescencia: Materiales para padres y docentes

En otras ocasiones hemos hablado de cómo la violencia de género, lejos de estar extinguiéndose en las generaciones que vienen, es una realidad muy frecuente entre nuestros jóvenes. Mucho más de lo que sus padres y madres se imaginan.

No comparto eso que he oído decir a algunos padres recientemente «la culpa es del reggaetón». Ni del reggaetón ni del chachachá. La violencia de género es un fenómeno complejo y multifactorial que hunde sus raíces en una sociedad basada en un sistema patriarcal donde las desigualdades entre hombres y mujeres se filtran de múltiples maneras en nuestro día a día. Y los chavales y chavalas se ven inmersos, desde muy jóvenes, en relaciones caracterizadas por marcados desequilibrios de poder.

El Instituto Andaluz de la Mujer de la Junta de Andalucía han desarrollado, de la mano de grandes expertos en el fenómeno de la Violencia de Género, unos materiales específicos para que, desde los distintos entornos en que los y las jóvenes se mueven, se pueda detectar la VG desde sus primeras manifestaciones.

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Muchas veces quienes descubren la realidad de estas relaciones se sienten frustrados al tratar de confrontar a su persona querida, a quien ven sufrir, de lo poco sana que es la relación. Con las mejores intenciones, se llevan a cabo medidas que resultan contraproducentes: sermones, castigos y sanciones, ultimátums… Que, en lugar de hacer sentir a la parte implicada comprendida y apoyada, acogida y capaz de tomar decisiones, la alejan más de su entorno, aislándola y convirtiendo la relación insana en el eje en torno al cual gira su vida social y emocional…

Esta documentación gratuita está diseñada para proporcionar alternativas más efectivas: ofrece pautas de intervención para una adecuada comunicación, acogida, orientación, derivación y acompañamiento a las chicas en situación de violencia de género.

Aquí puedes descargar la documentación para familiares:

Si eres profesional de la educación, ésta es la guía específica para vosotros:

 

Confiamos en que el material os será de utilidad. Nos encantará leer vuestra opinión en los comentarios.

¡Hasta el próximo post!

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Tu fuerza nos hace más fuertes: El discurso interno

Cuando nos vemos en una situación estresante, que nos genera preocupación o miedo, y hacemos balance de nuestros recursos para afrontarla, nos decimos un montón de cosas.

¿Qué sueles decirte tú? ¿Te ayuda a seguir adelante o te bloquea?

¿Reconoces de quién es ese discurso? ¿Dónde aprendiste tú a lidiar así con la preocupación?

motivacion ilustracion psicologia discurso internoMuchas veces, al responder a estas preguntas, nos encontramos con que eso que nos decimos se parece sospechosamente a lo que nos dijeron mucho tiempo atrás, en situaciones seguramente diferentes, que despertaron en nosotros las mismas sensaciones físicas y emociones similares: incertidumbre, inseguridad, temor…

La manera en que los adultos que nos cuidan, normalmente nuestros papás, gestionan sus propias emociones y nos ayudan a regular las nuestras deja una huella importante en nosotrxs.

Hoy os traigo un anuncio. Sí, es una campaña de publicidad, pero no quiero venderos nada. Solamente pretendo que me acompañéis en la reflexión sobre el poder de las palabras que usamos para ayudar a los peques, y a los no tan peques, a gestionar su mundo emocional. Ese discurso que utilizamos para narrar la experiencia de lxs niñxs se convertirá más adelante en su propia voz, que les insuflará fuerza y confianza para seguir motivadxs o los empujará al abandono y la desesperanza.

 

¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué te decían a ti? ¿Se parece eso a lo que ahora te dices tú? ¿Qué te hubiera gustado oír de tus adultos cuando eras niñx?

 

Formación: Acompañamiento en duelo en contexto funerario.

Una de las facetas más enriquecedoras de mi trabajo, además del trato con los pacientes, consiste en poder relacionarme con otros profesionales. Hace años que colaboro con una gran empresa, líder en su sector, atendiendo a familias en duelo, tanto en los primeros momentos (intervención en tanatorio), como en el proceso de adaptación a una realidad donde la persona querida ya no está.

LOGO FGSe trata de Funeraria Gijonesa. Hace 140 años que esta compañía forma parte de la historia de Asturias, y esta larga trayectoria no es fruto de la casualidad, sino del buen hacer y el compromiso.

Os contaba en un post anterior cuáles son las funciones de una psicóloga en el contexto funerario. Y es que el compromiso de Funeraria Gijonesa no va dirigido solamente a las familias que requieren de sus servicios, sino también a los profesionales que forman parte de su plantilla. Por ello se les ofrecen distintas acciones formativas que les permiten, por una parte, mantenerse actualizados para poder proporcionar el mejor servicio posible a los dolientes en un momento de gran vulnerabilidad, y por otra cuidar de sí mismos. Después de todo, trabajar a diario con el dolor humano provoca un inevitable desgaste. Y los funerarios son, antes que funerarios, personas.

Duelo Fueraria Gijonesa formacion psicologa Psicologia Gijon Asturias

Es un placer poder participar del trabajo de estos compañeros y poder aportarles mis conocimientos, así como aprender de ellos y de toda su experiencia.

Formacion funeraria gijonesa psicologia duelo

Si nos necesitas, estamos a tu disposición.

 

Nos vemos en el próximo post.

«No sé qué quiero hacer con mi vida» ¿Es de verdad una desventaja no tener una vocación clara?

Hay momentos en la vida en que miramos a nuestro alrededor y comprobamos que parece que todo el mundo sabe lo que está haciendo… Menos nosotros.

En ciertas épocas parece que, si no hacemos lo que la sociedad espera de nosotros, somos raros o estamos inadaptados. Hay que tomar decisiones, porque el tiempo apremia y la preguntas acucian:

¿Qué quieres ser de mayor? ¿Qué vas a hacer con tu vida?

preguntas interrogantes dudas psicologia gijon¿Seguir estudiando o ponerse a trabajar? ¿Pero qué estudiar? y, si no estudio ¿trabajar de qué?. ¿Y si no estoy seguro de lo que quiero hacer? ¿Y si me gustan muchas cosas? ¿Y tengo que dejar de hacer lo que me gusta para dedicarme a algo serio? ¿Si lo que se me da bien no me gusta? ¿Y si no me gusta nada? ¡¿Y si no tengo ni idea de lo que quiero hacer con mi vida?!

En el ámbito de lo privado, la historia es parecida: Conocer a alguien especial y tener pareja o seguir disfrutando de la soltería, pero… ¿son incompatibles estas opciones?. Y las elecciones continúan: si salgo con alguien, ¿quiero seguir viviendo a mi aire o me gustaría que conviviéramos? ¿alquiler o compra? Como la relación se alargue, seguro que alguien tiene la feliz ocurrencia de preguntar ¿y cuándo os casáis?. Y tú pensarás «¡Un momento! ¿quiero yo casarme? ¿y si no quiero? ¿y qué toca después?». No os voy a contar qué viene después, porque ya lo sabéis…

Tengo una buena noticia: Estar perdido está bien. Dudar está bien. No tener clara tu vocación no tiene por qué ser un problema.

¿Qué pasa si, en vez de pensar que no lo tienes claro, te planteas que tienes potencial para hacer muchas cosas?

Emilie Wapnik plantea en esta charla TED algo que muchos de nosotros nos hemos planteado: No encajar dentro de lo que la sociedad dicta genera ansiedad

laberinto perdido vida indecision

Algo que podría ser, y de hecho es, en la mayoría de los casos, motivo de angustia e insatisfacción, es visto por esta ponente como un superpoder: Ser multipotencial, tener muchos intereses y curiosidad por distintas actividades creativas. Esta capacidad implica numerosas ventajas que pueden resumirse en tres fundamentales:

  • Ser capaz de combinar distintos intereses o ideas para crear algo nuevo.
  • Tener habilidad para aprender, y hacerlo deprisa y sin miedo a ser un eterno principiante.
  • Adaptarse, poder transformarse y asumir distintos roles en función de los requerimientos de la situación.

 

Si te apetece leer algo más sobre este planteamiento, puedes echarle un vistazo a su blog: http://puttylike.com/.

 

No lo olvides:

Perderse de vez en cuando está bien.

Y dedicarte a lo que te gusta nunca es una pérdida de tiempo. 

 

Kit de supervivencia psicológica

Cuando tenemos un dolor físico acudimos rápidamente a nuestro botiquín en busca de algo que nos pueda aliviar: yodo o agua oxigenada para limpiar la herida, tiritas, gasas y esparadrapo para protegerla, algún calmante para aliviar la molestia… Sin embargo pocos de nosotros tenemos un «botiquín» para el malestar psicológico o emocional.

Cada uno de nosotros es distinto, y puede tener ciertas preferencias a la hora de cubrir sus necesidades en los malos momentos: hay quien prefiere pasar un rato a solas, otros prefieren estar acompañados. Algunas personas necesitan moverse, tener contacto con otros, estar en espacios abiertos, mientras que otros eligen la calma y una compañía silenciosa. Cada persona sabe qué es lo que mejor le sienta para recuperar la serenidad. Después de todo, nadie te conoce mejor que tú mismo. 

A fin de romper tabús relacionados con la salud mental, consideramos que herramientas como este kit, que cada uno puede personalizar en función de sus necesidades y preferencias, resultan fundamentales. Poder hablar de lo que te está pasando y lo que necesitas es el primer paso para reducir tu sufrimiento y aporta tranquilidad.

Aunque cada kit puede, y de hecho, debe ser distinto, hay algunos aspectos fundamentales a tener en cuenta en cualquier momento de crisis:

  • Las personas que acompañan y tratan de ayudar deben cuidarse también. Al igual que cuando se interviene en un accidente de tráfico, lo primero es ponerse uno mismo a salvo. Aquí no hay chaleco reflectante, pero sí es importante tener presente la necesidad de autoprotección.
  • El respeto por la otra persona y su autonomía. Nada de imponer. Nada de coaccionar. Una actitud paternalista no ayuda en estos momentos.
  • Cuidar las necesidades básicas: sueño, alimentación, higiene. Todo se ve más difícil cuando estamos cansados, hambrientos o necesitamos hidratarnos.

supervivencia psicología crisis

El kit que aquí presentamos como modelo es frecuentemente utilizado en grupos de apoyo mutuo para personas que padecen esquizofrenia. Su autora, Audre Lorde, nos recuerda:

Cuidarme no es ser autoindulgente, es auto preservación,

y esto es un acto político de bienestar.

Vamos allá:

 

Primero cuídate tú: 

Si la situación te desborda, busca a alguien que se sienta bien con lo que está sucediendo. Decir «no» es un acto de amor. Estoy mejor solo que con alguien que no se siente bien estando conmigo.

  • Tus necesidades siempre van primero. En mi experiencia apoyando a otros, me ha ayudado tomar una pausa regularmente para conectar conmigo mismo y  mis necesidades.
  • Si está asustado por la posibilidad de «cometer un error» o de «no hacerlo lo suficientemente bien», tenga en cuenta que siguiendo este plan todo irá bien. El hecho de estar aquí conmigo es el  99% de lo que necesito.

CÓMO INTERACTUAR CONMIGO

1. Respeta mi espacio

  • Si actúo de forma desafiante (si te miro de soslayo, evito el contacto visual, escondo mi cara…) respeta eso, permíteme el espacio y el silencio que necesito. No me fuerces a mantener el contacto visual directo.
  • NO ME TOQUES SIN PREGUNTARME ANTES y espera a que te responda  antes de hacer nada.

2. Autonomía

  • Permíteme decidir qué necesito y actúe según mis respuestas, no según lo que tú piensas que yo necesito.

3. Honestidad y claridad

  • Sé honesto conmigo y contigo mismo. No me mientas. No me hagas promesas que no puedas cumplir.
  • Si necesitas irte, dime si volverás o cuándo lo harás.

CÓMO HABLARME

  • Utiliza frases cortas y deja largos silencios. No me hables como a un niño, aún así soy un adulto y entiendo lo que me dices. No hables como si yo no estuviera ahí.
  • No me digas cómo me estoy sintiendo y no digas que lo que me está pasando/lo que estoy pensando/lo que estoy sintiendo no es real/verdadero. 
  • No hagas bromas ni te rías de mis síntomas.
  • Pregúntame simplemente «¿cómo te sientes?». Enséñame o léeme  la parte de este documento donde se puede ver qué necesitaría yo ahora mismo (o no me hables si te siente mejor así).

RIESGO DE AUTOLESIONARME

  • El 90% del tiempo estoy distraído (escucho o veo cosas). Ten cuidado con los coches, trenes, ventanas y objetos afilados .
  • Si hablo de algo que implique un riesgo de hacerme daño a mí mismo, no discutas sobre por qué no es una buena idea, limítate a decirme:  «Creo que eso no es una buena idea».

COMIDA

  • No me fuerces a comer o beber cualquier cosa. Las _____________ y el ______________ normalmente me sientan bien.  (preferencias personales)

RECUERDA:

(Puedes enseñarme ésto o leérmelo y aconsejarme para subrayar o escribir lo que necesito ahora mismo):

  • Todo lo que siento es legítimo.
  • Sentirse vulnerable e indefenso está bien.
  • Soy un milagro.
  • Beber agua a menudo.
  • Ir a orinar.
  • Comer cada 8 horas.
  • ¿Llevo despierto más de 18 horas? Intentar acostarme y que duerma.
  • Responder los mensajes. Enviar un mensaje para explicar que ahora mismo no puedo responder llamadas de teléfono.

Y ahora necesito recordar:

QUÉ ME HACE SENTIR BIEN

  • El juego de los colores, contar cada objeto azul que hay alrededor de mí.
  • Agua: lago, ríos, un baño, una botella de agua caliente, una taza de té.
  • Árboles: bosques, parques.
  • Experimentar un contacto intenso y sentirme escondido: estar estrechamente abrazado a alguien en quien confío bajo una sábana o una chaqueta, esconderme en un armario, bajo una cama, o bajo una mesa.
  • Balanceo: estar siendo suavemente balanceado.
  • Oler a mi gente querida o ropas que tengan el olor de mi gente querida.
  • Comer puré de patatas, plátanos aplastadas, mantequilla de cacahuete.
  • Mirar a las esculturas cinéticas de Anthony Howe en Youtube. O mirar una lavadora.
  • Escuchar una historia.

EN ESTE MOMENTO NECESITO…

(Valorar cuál de las opciones anteriores puedo realizar y puede serme de utilidad ahora)

primeros auxilios psicológicosTal vez cada uno de nosotros, en función de nuestra situación y nuestras necesidades, podamos elaborar nuestro propio kit individualizado. Aunque a la persona que elaboró este kit le hacía bien comer plátanos o decirse a sí misma que era una superviviente, tal vez a otros nos siente bien un té, una habitación con una luz tenue y un poco de música suave.  Al igual que este botiquín cambia de una persona a otra, también puede cambiar en distintas etapas de nuestra vida: podemos revisarlo y actualizarlo de vez en cuando.

Esta cosas, aparentemente tan sencillas, muchas veces se pierden de vista cuando nos encontramos en un momento de mucho malestar emocional. Por eso puede ser útil tenerlas por escrito e informar a las personas que tratan de apoyarnos y acompañarnos.

¿Qué necesitas tú para recuperar la calma en un momento de crisis?

¿Cuáles son los imprescindibles en tu botiquín emocional?

¡Nos vemos en el próximo post!

 

 

¿Cómo afecta a la salud el trauma en la infancia?

Si hubiera una variable en común en 7 de cada 10 muertes, ¿valdría la pena estudiarla?

Bien, la hay. Se trata del trauma en la infancia.

La pediatra Nadine Burke, fundadora del Center for Youth Wellness, (Centro de bienestar juvenil) en California,  nos habla del poderoso efecto que el estrés en la infancia debido a situaciones de abuso o negligencia tiene sobre el desarrollo del cerebro. Y no, no se trata de algo que se supere al crecer. La violencia doméstica, la enfermedad mental o el abuso de sustancias de los padres tienen efectos cuantificables a largo plazo: las posibilidades de sufrir depresión, adicciones, enfermedades de corazón o cáncer de pulmón se multiplican en las personas que han sufrido altos niveles de trauma.

El trauma, más común en la infancia de los que queremos creer, tiene un profundo impacto en el desarrollo cerebral de los niños y, a largo plazo, en la enfermedad adulta.

 

Duelo durante el embarazo

Por suerte o por desgracia, la muerte cuando llega lo hace sin consultar la agenda de quienes estamos cerca. Y a veces nos sorprende cuando estamos esperando la llegada de otro miembro a la familia.

En momentos así, la mujer embarazada siente mucho miedo. Además del dolor y la tristeza por la pérdida de alguien querido, surge una inmensa preocupación: la de que todo lo que está sintiendo afecte al feto.

duelo embarazo luto desarrollo postparto psicologiaEl fallecimiento de un familiar trae consigo un sufrimiento considerable, y el estrés afecta, sin duda, al feto. Aunque cada mujer embarazada afronta la pérdida de manera diferente, al igual que el resto de personas del entorno: la reacción a la pérdida depende de la historia de cada uno y de la relación con la persona fallecida. Además, ciertas variables relacionadas con las circunstancias de la muerte: quién es la persona fallecida, si se trata de algo previsible o si, por el contrario, es una muerte repentina.

Las consecuencias de la ansiedad durante el embarazo pueden ser muy variables en función del momento de la gestación en que la madre se encuentre: Si se trata de las primeras semanas, puede producirse un aborto espontáneo. En el tramo final del embarazo, el parto puede adelantarse, especialmente si se trata de un fallecimiento repentino.

En todo caso, son numerosos los estudios realizados en los últimos años sobre la influencia de la ansiedad materna en el bebé. Muchos de ellos concluyen que el estrés de la madre durante el embarazo tiene consecuencias en su desarrollo tanto físico como emocional y cognitivo, a corto, medio y largo plazo.

Sin embargo, no es conveniente ser alarmistas. Ciertamente, el mundo emocional de la madre llega al feto a través del mundo químico que le rodea en la placenta, pero al igual que está protegido del impacto físico, también lo está de emociones extremas.

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Al igual que se recomienda en cualquier otro momento de la vida, durante el duelo en el embarazo es fundamental permitirse sentir y comunicar las emociones. Cuidarse de las maneras más básicas: alimentación y sueño. Con frecuencia nos encontramos que las personas que han perdido a alguien querido dejan de comer o lo hacen de manera desordenada, se aíslan, tienen problemas de insomnio y descuidan sus necesidades fundamentales. Estos comportamientos negligentes pueden afectar también al feto.

Algunas personas, a fin de paliar el intenso dolor de la pérdida, deciden buscar alivio en la medicación. No me cansaré de repetir que un duelo no es una depresión. Y los ansiolíticos pueden, puntualmente, ayudarnos a reducir parte de la sintomatología: el llanto incontenible, la angustia, la dificultad para dormir, pero no solucionan, no nos van a quitar el dolor de la pérdida. En el embarazo, desde luego, no es lo más recomendable, sin embargo, si se recurre a medicación, resulta aún más importante hacerlo bajo un estricto control médico.

El duelo conlleva una serie de fases, cargadas con sus respectivas emociones, incompatibles muchas veces con la felicidad y la ilusión que suelen acompañar la llegada de un niño. El mundo emocional de la mujer embarazada en duelo resulta contradictorio: Sentir tristeza y dolor, miedo, rabia, impotencia… Entra en conflicto con la esperanza y la alegría de sentir la vida creciendo. Y puede aparecer, en en esta receta emocional, un ingrediente más: La culpa por no poder permitirse sentir. Porque su bebé no merece que su madre esté triste. Porque no puede permitirse estar alegre sabiendo que su persona querida ha muerto. Menudo dilema, no poder sentirse como uno se siente. Y no poder dejar de sentirse de ese modo, pues es lo que corresponde a las circunstancias que se están viviendo.

Tanto durante el embarazo como en el postparto, el acompañamiento y el apoyo emocional son fundamentales. Más aún si se produce un duelo.

Si nos necesitas, estamos a tu disposición.

 

Nos vemos en el próximo post.

 

 

La mirada: Construyendo vínculos y subjetividades

¿Te das cuenta del efecto de tu mirada sobre quienes te rodean?

Hay miradas que dañan, otras que acarician e incluso curan. No es lo mismo ver que mirar, y la mirada es nuestra primera herramienta para comunicar amor, para vincularnos con el otro.

¿Te has parado hoy a mirar a los ojos de alguien? ¿Cuántas veces has mirado tu móvil?

Liliana González, profesora de Psicopedagogía, con treinta años de experiencia en clínica de niños y adolescentes, así como en orientación familiar y formación, nos invita a reflexionar sobre el poder de nuestra mirada y cómo la tecnología obstaculiza la posibilidad de encuentro con el otro.

 

Hoy puede ser un gran día… Para apagar las pantallas y mirarnos más y mejor.

¡Nos vemos en el próximo post!

App para la prevención y detección del abuso sexual infantil: Rompe su abuso

Constantemente se destaca, al hablar de abuso sexual infantil (ASI), la dificultad de su detección. Recientemente se ha desarrollado una herramienta que pretende facilitar a los adultos cuidadores la detección de los indicadores de abuso e intervenir en la protección del menor.

Cualquier adulto sensibilizado con esta cuestión, sea padre, familiar, maestro, trabajador social… puede hacer uso de esta web app, una aplicación que no es necesario descargar y a la que podemos acceder desde cualquier dispositivo.

El punto de partida a partir del cual se ha desarrollado https://rompesuabuso.com/ es un cuestionario elaborado por un equipo interdisciplicar de profesionales especializados en ASI. De manera sencilla, seleccionando edad y género y marcando las distintas opciones en una serie de  factores físicos, sociales, psicológicos y sexuales, permite estimar la probabilidad de que el menor en cuestión esté sufriendo ASI.

El sistema genera una respuesta personalizada que sirve como orientación: proporciona algunas pautas básicas sobre cómo reaccionar y conversar con el niño e incluso un mapa que indica, desde su ubicación, dónde se encuentra la comisaría (Policía Nacional) o el cuartel (Guardia Civil) más cercano donde acudir a realizar la denuncia. También facilita datos sobre la localización de otros recursos útiles, como asociaciones y profesionales especializados que pueden prestar ayuda y asistencia psicológica.

La confidencialidad está garantizada, pues el sistema no recoge ningún dato de carácter personal. El objetivo de la plataforma es doble:

Por una parte, pretende minimizar el impacto y las consecuencias cuando el abuso se produce, permitiendo la detección y la puesta en marcha de medidas de protección. Pero también proporciona a los adultos herramientas para la prevención, así como para la protección de la integridad y el bienestar de los menores.

 

 

 

¡Vamos a la playa!: Lo que el mar puede hacer por tu salud

¿Conoces esa sensación de calma y paz que sientes cuando estás en la playa? No te la estás inventando. Algunos investigadores la han estudiado, y se han referido a ella como el «espacio azul». Es resultado de la combinación que los olores y sonidos del agua tienen sobre tu cerebro, que reacciona a ellos haciéndote sentir contento, relajado y lleno de energía.

¿Qué tiene el mar que nos sienta tan bien?

El agua es, para muchas culturas, la cura natural a los estresores cotidianos. Se dice que está cargada de iones positivos que nos hacen sentir en calma. Tal vez esto explique la sensación de bienestar que nos invade cuando nos bañamos, nadamos o sencillamente ponemos los pies a remojo en la orilla.

La teoría del color también tiene algo que ver con esto: Estar en un lugar azul nos aclara la mente y favorece la creatividad. Si estás dándole vueltas a algo, ve a pasear por la playa. Quizá encuentres soluciones alternativas. El vaivén de las olas, como la respiración durante la relajación o la meditación, desencadena un respuesta de calma que nos ayuda a concentrarnos.

La playa también puede funcionar como antidepresivo. El sonido hipnótico del mar combinado con las vistas y los olores playeros puede ayudarnos a pensar con claridad y distanciarnos de las preocupaciones del día a día.

Existe evidencia científica que demuestra que vivir cerca de espacios azules aumenta nuestro niveles de actividad física. También reafirma los beneficios de estos espacios sobre la salud mental, especialmente sobre la reducción del estrés, y el bienestar autopercibido.

Pasar tiempo en la naturaleza se considera, en general, un elemento relevante en la calidad de vida percibida, así que, si tienes unas horas libres, ¡no lo dudes! Aprovecha de ese recurso que algunos tenemos tan cerca.

Si quieres saber más sobre los beneficios de los espacios azules sobre nuestra salud, te recomiendo que leas la revisión de 35 estudios realizada por el Instituto de Salud Global de Barcelona, publicada en el International Journal of Hygiene and Environmental Health.

Y si te apetece compartir tu experiencia, estaré encantada de leer tus comentarios.

¡Hasta el próximo post!

Educación y Género con Marina Subirats

Marina Subirats, política, filósofa y catedrática en Sociología de la Universidad de Barcelona, habla de Educación y Género, dos cuestiones fundamentales en cualquier sociedad que, queramos o no, van de la mano. Y aún hoy en día, las escuelas siguen transmitiendo una jerarquía de género.

Esta mujer es un referente en la lucha por la coeducación y la educación en igualdad. Si tenéis ocasión, os recomiendo la lectura de dos de sus obras

Tal vez vayamos tomando conciencia y en las próximas generaciones este abismo entre los géneros se estreche hasta desaparecer. El sexismo puede y dcebe ser superado.

“Es el momento de abrir a los hombres el mundo femenino”.

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¡Hasta el próximo post!

Padres deprimidos y ansiosos: ¿cómo afecta a la relación con sus hijos?

Los adultos que formamos parte de la vida de los niños tenemos responsabilidad sobre su educación. Sin embargo, los padres son (o deben ser) las figuras más influyentes de todo su mundo afectivo: el tipo de relación que establezcan con ellos va a ser fundamental en su desarrollo emocional.

Cundo alguno de los padres, o los dos sufre, este malestar es reflejado por el menor a su cargo. En otras ocasiones hemos hablado del contagio emocional y de la influencia de los padres en el desarrollo socioafectivo de los niños, y hoy queremos hacer una vez más hincapié en la vulnerabilidad de nuestros pequeños y la importancia de cuidar de nosotros mismos para poder velar por su bienestar.

No se trata de querer mucho, sino de querer mejor.

Me encantaría deciros que ser padres nos libra de los estados de ánimo negativos. Que uno no se siente triste, ni frustrado, ni enfadado ni desesperanzado. Pero como bien sabéis, estaría mintiendo como una bellaca. La crianza de un hijo conlleva una serie de cambios y responsabilidades, requiere de una inmensa capacidad de flexibilidad y adaptación,  y en muchas ocasiones supone una tarea que nos desborda, pudiendo provocar la aparición o el empeoramiento de síntomas de tipo ansioso o depresivo.

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Ser padre o madre puede ser fascinante. Pero también es agotador y complicado. Y hay que permitirse reconocer y hablar de ese lado oscuro de la no tan maravillosa aventura que supone la crianza de un hijo. Como padre, tenemos que ser conscientes de nuestras dificultades, estar en contacto con nuestras necesidades y cuidar de nuestra salud mental. Y muchas veces estamos tan volcados en los asuntos de nuestros peques que se nos olvida que cuidarnos también es cuidar de ellos.

Durante toda la vida somos permeables a lo que sucede a nuestro alrededor. Sin embargo, en la infancia somos esponjas: todo nos llega, todo nos cala. Más aún cuando procede de nuestras principales figuras de apego. Cuando un papá o una mamá se siente deprimido, pueden ocurrir varias cosas en la relación con el menor:

  • Es posible que el papá o mamá desbordado por su malestar sienta que su peque es una carga más, y sus obligaciones y cuidados se le hagan muy cuesta arriba. Aparecen entonces sentimientos de rechazo hacia el niño y de culpa por no estar ejerciendo sus labores como padre de la manera correcta. El niño, en esta situación, se siente confuso y ansioso. Su mundo se torna impredecible y, quien tendría que hacerse cargo de él/ella se muestra enfadado, distante e irritable.
  • También puede ocurrir que encuentre en su hijo la esperanza, la alegría y la ilusión que le permita cubrir sus carencias y alejarse de sus problemas. Diréis «Estupendo, ¿no?». Pues no. Cuando esto ocurre, el niño se convierte en tabla de salvación, en motivo principal de la vida de su progenitor y en fuente de sentido. El riesgo de que las necesidades del niño queden apartadas, y éste se dedique a cuidar de su papá o mamá, es elevado. Puede sentirse responsable de las emociones del adulto que debería hacerse cargo de él y, por tanto, experimentar preocupación, tristeza, vergüenza o culpa cuando su papá o mamá esté triste.

Por suerte o por desgracia, nuestros niños crecen para convertirse en adolescentes. La adolescencia es una etapa rodeada de mitos y con fama de complicada. Esta fama es, en parte, merecida. Se trata de una época de cambios, en la que nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestras capacidades, están cambiando y nos sentimos vulnerables y, muchas veces incomprendidos.

La mezcla adolescencia + depresión de un progenitor es explosiva: el joven, en constante cambio, tiene necesidades socioafectivas que no se ven cubiertas. El adulto en ocasiones se coloca a su altura en la mala gestión emocional, al tiempo que exige resultados académicos, valores como la responsabilidad y la autonomía, comprensión, compasión y un millón de cosas más… Y la brecha existente entre las partes se abre cada vez más hasta transformarse en un abismo insondable

Papás y mamas: Si os sentís angustiados, solos, desesperanzados… Por favor, buscad ayuda. Vuestro bienestar es una parte fundamental del suyo.

Si quieres venir a vernos, puedes ponerte en contacto con nosotros. Será un placer poder acompañarte en el proceso.

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El duelo, ¿exclusivamente humano?

En varias ocasiones hemos hablado del duelo: Sus tareas, sus etapas, su función y las emociones que acompañan el proceso.

Sin embargo, algo que hasta ahora no hemos mencionado es que esta respuesta, reacción normal y natural ante una pérdida, no es algo exclusivamente humano.

Los humanos no somos tan especiales como nos gusta creer.

En el mundo animal también hay ejemplos, tanto de duelo como de luto. Entendemos por luto la aflicción por la muerte de una persona querida, que manifiesta con signos externos visibles: comportamientos sociales y ritos religiosos.

Los elefantes, por ejemplo, se despiden tocando el cuerpo del fallecido con su trompa.

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Los delfines pasan días acompañando y protegiendo el cuerpo de su fallecido. Cuando la pareja de un ganso muere, éste pasa el resto de su vida viudo y no vuelve a procrear.

duelo luto funeral pérdida muerte perro cementerio psicologo gijonSe conocen casos de perros que han rastreado la tumba de sus amos y han permanecido allí, en muestra de su lealtad y afecto, durante meses.

¿Y qué ocurre con nuestros primos hermanos, los primates? Algunas especies cargan con los cuerpos de sus crías fallecidas durante semanas, y todos ellos sienten y expresan la pérdida de un miembro de su manada.

En el experimento que compartimos hoy, un monito de juguete cae desde lo alto de un árbol. ¿Cómo reaccionará el resto?

 

Date permiso para vivir tu duelo y sentir tu pérdida. Es parte del camino.

Y si necesitas ayuda, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

¡Hasta el próximo post!

Duelo y olvido: «Tengo miedo de olvidarme de él/ella»

Cuando la confusión y el dolor van difuminándose para dar paso a la tristeza por la ausencia de un ser querido, los detalles que hacían a esa persona especial parecen imborrables. Sin embargo, pasan las semanas y los meses, avanzamos en el proceso de duelo y poco a poco algunos detalles van perdiendo nitidez. La voz, la forma de andar, el sonido de su risa…

goma borrar olvidoEs frecuente que, pasado un tiempo del fallecimiento, surja en las personas el temor a olvidar a quienes ya no están con nosotros. En estas últimas semanas, son varias las personas que, en consulta, me han comentado su preocupación por este tema.

Muchas de las frases típicas que se escuchan tanto en el tanatorio como en el tiempo posterior a una pérdida identifican la superación del duelo con el olvido: «tienes que intentar pasar página», «tienes que seguir adelante», «no pienses tanto en ello»… En otra ocasión hablaremos de todos estos clichés, que sirven de poco y pueden dañar mucho a quien los escucha.

Se trata de un error considerar que el proceso de duelo acaba con el olvido: Nunca podremos borrar lo que esa persona ha significado y aún hoy significa para nosotros. Y podemos continuar adelante, pero en ningún caso quiere decir que vayamos a olvidar.

Insisto mucho en que el duelo es un proceso natural e inevitable. Se desencadena por la pérdida o separación de algo o alguien importante para nosotros. En palabras de Doug Manning:

«El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en la que la naturaleza sana un corazón roto».

El camino que el duelo supone, por tanto, no tiene como finalidad borrar todo resto del paso de esa persona por nuestra vida, sino crecer y transformanos, permitiéndonos recuperar la esperanza en un mundo en el que nuestra persona querida ya no está.

llama vela encendida oscuridad recuerdo

El temor a olvidar es legítimo, como lo son todas las emociones y preocupaciones que acompañan a las personas en duelo. Sin embargo, olvidar no es posible (ni siquiera cuando lo desearíamos) ni realista.

La meta, y el fin del proceso de duelo, es el recuerdo sereno que permite honrar la memoria de quien ya no está, manteniendo viva la relación a pesar de su ausencia. ¿Y cómo hacemos esto? Hablando de esa persona con los demás, compartiendo anécdotas y recuerdos, trayendo a la memoria las vivencias compartidas (también las malas, extrayendo sus aprendizajes), manteniendo el vínculo con esa persona a través de quienes nos rodean y convirtiéndolo en una fuente de sabiduría para seguir adelante.

En ocasiones este temor a olvidar hace que las personas se aferren al dolor, quedando atrapadas en alguna de las etapas del duelo. La tristeza y el aislamiento pueden servirnos para que el recuerdo permanezca en el primer plano de nuestra mente. Algunas personas sienten que así se honra a quienes ya no están. De hecho, tiempo atrás el luto por los fallecidos implicaba ritos, señales y comportamientos en esta dirección que se alargaban en el tiempo como muestra de amor a la persona fallecida. Esta actitud se ha mostrado contraproducente: bloquea el afrontamiento del duelo e impide a las personas desarrollar sentimientos sanos y constructivos, tanto hacia quien ya no está como hacia los que se quedan. Pienso, mientras escribo, en La Casa de Bernarda Alba, de Lorca. Aunque se trata de un ejemplo dramático, no nos pilla tan lejano, ni en el tiempo ni en el espacio.

Quedar anclado en la tristeza no es la forma más constructiva de mantener vivo el recuerdo de nuestra persona querida. Tampoco le honra más. Y dudo mucho que sea lo que esa persona quería para ti. Permitirse soltar el dolor, compartir los recuerdos y recorrer el camino del duelo en compañía, gestionando nuestras emociones con el apoyo de quienes nos rodean, y si es necesario, de un especialista, nos aleja del olvido, del rencor y de las culpas.

La tristeza es una respuesta normal y esperable. Sin embargo, si te aferras a ella puede contaminar los recuerdos con esa persona, y el rastro de cariño y aprendizaje que ha dejado en ti. No permitas que te robe esos tiempos compartidos.

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¿La belleza? La belleza va cambiando, como tú…

Hace unos días llegué por casualidad a esta pequeña maravilla realizada por la CNN. Se trata de un vídeo de menos de tres minutos en el que se recorre el concepto de belleza femenina a través de la historia, desde las venus paleolíticas hasta las Kardashian, pasando por las damas encorsetadas del barroco, las gracias de Rubens, las modelos de Picasso y Matisse, la exuberante Marilyn, la irreverente Madonna o las vigilantes de la playa.

La definición de belleza está sometida a una constante evolución. Cambia en función de los ideales estéticos que se nos imponen.

¡Dejemos de perseguir cánones en constante cambio y disfrutemos de nuestros cuerpos!

El lenguaje que empleamos modela nuestra forma de pensar

La comunicación a través del lenguaje es un fenómeno casi mágico. Salen sonidos de la boca de un sujeto, provocan vibraciones en el aire que alcanzan el sistema auditivo de otro, éstas se traducen e interpretan y son comprendidas, generando pensamientos en ese oyente que puede, a su vez, emitir otro mensaje.

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Existen cientos de lenguas en el mundo, y los hablantes de cada una perciben la realidad de manera diferente. ¿Cómo es posible?

La Dra. Boroditsky desarrolla su actividad investigadora y docente en la Universidad de California. Sus estudios sobre las interacciones entre lenguaje, cognición y percepción aúnan disciplinas como la lingüística, las neurociencias, la antropología y la psicología. En la charla TEDWomen que impartió en 2017 nos hace ver cómo nuestra lengua materna modela la manera en que procesamos la información que llega a nosotros.

Sí, las palabras que utilizamos modelan nuestra forma de pensar. La cognición humana no es universal: se configura según la lengua y la cultura en la que estemos inmersos. No vemos todos la misma realidad. Percibimos la realidad según el vocabulario del que disponemos para describirla y compartirla con los demás.

Si las palabras modelan nuestra forma de pensar…

¿Por qué piensas como piensas?

¿Qué puedes hacer para cambiar tus pensamientos?

¡Tócate las tetas!

Hace unos días hablábamos del cáncer. Bueno, para ser precisos, de las personas que padecen cáncer y, por concretar aún más, de cómo en ocasiones la comunicación entre ellos y la gente de su alrededor puede verse obstaculizada, entre otras muchas cosas, por el miedo y los prejuicios.

En aquel post, las protagonistas eran, como procuramos que sea siempre, las personas y sus relaciones. Porque yo sigo siendo yo, aunque tenga cáncer.

La enfermedad no anula mi identidad, no me arranca mis intereses ni me roba mis sueños. Si acaso, me los complica un poco. El cáncer puede acompañarme, como un invitado indeseado, durante un periodo de tiempo, pero no hace desaparecer todo lo que hace de mí una persona valiosa.

Precisamente, para que esta visita molesta sea detectada y permanezca con nosotros el menor tiempo posible, resulta fundamental la detección temprana.

Consideramos que la concienciación de la vulnerabilidad y la detección temprana son dos cuestiones en las que no se insiste lo suficiente. Hoy queremos compartir con vosotros un vídeo de MACMA (Movimiento Ayuda Cáncer de Mama) que, por lo útil, entrañable y polémico, nos ha parecido enormemente interesante.

 

Gracias, MACMA, por vuestro ingenio y vuestro sentido del humor a la hora de sortear la censura de las redes sociales y acercar esta cuestión tan relevante al público.

Y tú, ¡no olvides tocarte las tetas periódicamente!

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Acoso escolar: ellos mismos reflexionan

chicx en el suelo con una capucha

En otras ocasiones hemos hablado de bullying. La crudeza de sus efectos sobre la identidad y la autoestima de quienes lo padecen, sobre su mundo relacional y todas las facetas que componen su vida, han sido descritos muchas veces en múltiples publicaciones, pero aún estamos lejos de acabar con el acoso entre compañeros en las aulas.

Hoy queremos compartir con vosotros un pequeño experimento y las reflexiones de lxs chicxs implicados, ya que no hay mejor resumen que sus propios testimonios.

 

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Violación: El cuerpo paralizado y la mente disociada

Esta semana millones de personas se han echado a la calle en protesta por la consideración como abuso, y no como violación, de un acto salvaje de agresión a una joven de 18 años por parte de cinco hombres adultos, dos de ellos pertenecientes a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.

JUSTICIAUno de los jueces, argumentando esta resolución, ha esgrimido argumentos escalofriantes que me hacen, una vez más, poner el grito en el cielo por la extrema normalización de la violencia en nuestra sociedad. No pienso reproducir aquí lo que todos nosotros hemos leído y escuchado en los informativos. Mi intención es, sencillamente, reflexionar sobre ello e ir un poco más allá de lo evidente.

Al parecer, es común creer que la reacción primaria ante un ataque es la lucha física. Revolverse, arañar, morder… Reaccionar de forma violenta en un intento de autodefensa. Como si, al ser atacados, nuestro instinto de supervivencia nos activara y nos impulsara a la acción. Se nos ha olvidado que, además de la lucha, las reacciones de huida y bloqueo son también fruto del instinto de supervivencia. Son entonces, tres las respuestas «instintivas» ante un ataque, esas que los angloparlantes denominan 3F: Fight, Flight, Freeze. Las tres han sido ampliamente estudiadas y documentadas en distintas especies animales. Todos nosotros las hemos sufrido en algún momento. No obstante, no parece ser suficiente.

Siguiendo un razonamiento básico (situación de peligro -> reacción de lucha), parece lógico pensar que una persona sólo puede ser violada si el agresor tiene más fuerza que ella. Pero no es así.

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Muchas de las víctimas de agresiones pueden experimentar una forma de parálisis involuntaria que impide oponer resistencia activamente.

La teoría polivagal de Porges resulta fundamental a la hora de comprender por qué en una situación amenazante que provoca una respuesta de estrés o miedo intenso, el cuerpo se paraliza y la mente se disocia, desconectándose para protegerse.

Esta «inmovilidad tónica» debería ser tenida en consideración a la hora de tratar situaciones de violencia, y por supuesto de violencia sexual, no sólo por parte del sistema jurídico, sino también por los profesionales sanitarios y los miembros de las fuerzas de seguridad que entran en contacto con las víctimas durante el proceso posterior a su agresión.

Ante una amenaza abrumadora, la parálisis es una reacción normal y coherente desde el punto de vista biológico.

Tan normal y tan coherente es esta reacción, que de las 298 mujeres que constituyen la muestra de un estudio realizado por el Karolinska Institutet de Suecia (publicado en Acta Obstetricia et Gynecologica Scandanavia), el 48% indicó haber padecido una inmovilidad tónica extrema durante la agresión sexual. El 70%, significativa.

La investigación va más allá: Los resultados arrojan una importante correlación entre la inmovilidad tónica durante el episodio de violencia sexual y la aparición de depresión aguda y estrés postraumático (TEPT) en los meses siguientes a la agresión.

Este fenómeno de parálisis entre las víctimas de violación no es nuevo. Ya en 1993 (hace 25 años), se publicaban estudios que lo recogían como una respuesta común. Porges enunció su teoría polivagal para el tratamiento del trauma en 1995.  Ya ha llovido, ¿no os parece?

La agresión sexual es una de las experiencias más traumáticas que una persona puede sufrir. Y sus secuelas se agravan aún más con la revictimización por parte del entorno, incluidos los especialistas en cuyas manos se deposita la salud de la víctima, su seguridad y protección y la justicia.

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A modo de recordatorio, incluimos una tabla con las diferencias entre abuso sexual y violación. Podéis sacar vuestras propias conclusiones.

ABUSO SEXUAL

VIOLACIÓN

·       Ambos son delitos sexuales tipificados y penados por ley.

·       Implican comportamientos de tipo sexual y agresivo que se llevan a cabo sin que una de las partes consienta.

·       Generan sensaciones de indefensión (la víctima ha sido agredida o alguien en quien confiaba se ha aprovechado de ellos), disminución de la autoestima, desconfianza y recelo hacia otras personas, alteraciones de la vinculación y la sexualidad, síntomas relacionados con la ansiedad y la depresión. Pueden generar estrés postraumático e intentos de suicidio.

 

Acto que supone la limitación de la libertad sexual de otra persona, sin que ésta consienta o pueda/tenga capacidad para consentir.

Realización del coito o acto sexual llevado a cabo mediante la fuerza o intimidación, no consintiendo una de las partes implicadas o no disponiendo de los medios para ser capaz de consentir.

No se emplea la violencia física, pero el abusador emplea la manipulación, engaño, sorpresa o incluso coacción para conseguir sus objetivos.

Existencia de penetración vaginal, anal o bucal.

Puede producirse o no contacto físico.

Ejemplos: toqueteos, masturbaciones, acoso, obligar a alguien a observar la realización de actividades de índole sexual o forzar a la víctima a mostrar su cuerpo valiéndose de una posición de superioridad

Agresión sexual en la que se produce contacto físico.

Objetivo: gratificación sexual + satisfacción de la necesidad de poder (el sexo se convierte en una forma de dominación de la víctima)

A modo de cierre, os dejamos un vídeo que nos recuerda a todos, ya que parece que a algunos aún les cuesta entenderlo, qué es y qué no es consentimiento.

La orfandad, en palabras de Julia Navarro

Quienes seguís el blog de manera habitual, sabéis que la lectura es un de mis pocos vicios.

Aún estoy recuperándome de la resaca literaria que me ha dejado «Dispara, yo ya estoy muerto», de la gran Julia Navarro.

Se trata de una novela histórica en torno al conflicto árabe-israelí que te transporta de San Petersburgo a Jerusalén, París, Madrid o Toledo y te permite viajar, de la mano de sus numerosos personajes y sus vidas entrelazadas, desde finales del s. XIX hasta 1948. Como ocurre con otras obras de esta autora, se trata de una historia llena de historias.

Entre sus páginas he encontrado una frase magnífica que describe con precisión quirúrgica lo que muchas de las personas que han perdido a sus padres me han relatado en consulta.

Hoy quiero compartir esta joya con vosotros.

“El padre es el techo, la madre el suelo, y cuando ambos desaparecen uno siente que también ha iniciado la cuenta atrás y que ya no tiene sujeción alguna, quedando suspendido en el aire.” 

Cáncer: Cómo hablar con personas que lo padecen

¿Podéis imaginaros cuál es la pregunta que con mayor frecuencia escucha alguien que padece o ha padecido cáncer?

Seguramente habéis acertado: «¿Cómo estás?»

La intención tras estas palabras es, por lo general, amable y bondadosa: es una muestra de interés por la salud de la otra persona. No obstante, si nos ponemos en la piel de la persona enferma, descubriremos que pueden no ser de ayuda o incluso provocar daño.

¿Cuál es la respuesta apropiada? ¿»Bien, gracias»?

Si nos responden que están bien… ¿le daremos credibilidad a sus palabras? ¿de verdad está bien? ¿y si no lo está? ¿le apetecerá compartir con nosotros cómo se siente? ¿será el momento adecuado?

paciente onco quimioterapiaAnte un diagnóstico de cáncer, muchos de nosotros quedamos mudos. De entrada, la sorpresa, la tristeza, la rabia, el miedo… Se apoderan de nosotros. Con el diagnóstico comienza un duelo, con sus correspondientes etapas, y según el momento la emoción puede hablar por nosotros. Incluso en ocasiones, familiares y amigos, ante la falta de recursos para afrontar la situación y el temor a «meter la pata» o a no saber qué decir, evitan por completo no sólo el tema de la enfermedad, sino a la persona que la padece, lo que puede resultar enormemente doloroso: Un abandono es peor que un comentario inadecuado.

Por todo esto, y porque con la mejor intención se cometen enormes errores, es importante que estemos preparados para evitar ciertos comentarios inapropiados que, en este contexto, son muy comunes.

Stan Goldberg, especialista en comunicación y profesor en la Universidad de San Francisco, padeció una forma agresiva de cáncer de próstata. En su experiencia como enfermo oncológico, tuvo oportunidad de analizar cómo puede sentirse la persona ante ciertos comentarios benevolentes y cuál es la mejor manera de acompañar a estas personas durante su proceso: diagnóstico, tratamiento, manejo de las secuelas, recidivas… De su experiencia surgió un libro. «Loving, Supporting and Caring for the Cancer Patient»

Golberg, como tantos otros pacientes con cáncer, se encontró con personas con un discurso de ánimo: «tú tranquilo, todo irá bien», «verás como habrá cura, vamos a hacerle frente juntos»… El autor reflexiona: «las palabras de aliento pueden funcionar a corto plazo, pero a la larga pueden generar culpa si el cáncer es más agresivo y vence todos los esfuerzos de la persona».

La primera y más importante recomendación: Habla menos y escucha más.

La interacción con nuestra persona querida, a pesar de su enfermedad, no tiene por qué convertirse en un intercambio de preguntas y respuestas. No es un interrogatorio, es una conversación. Por esa razón, se recomienda el uso de preguntas abiertas, que permiten acceder a información más detallada y descriptiva, más profunda y valiosa. Las preguntas cerradas sólo permiten respuestas estrechas y limitadas y hacen que la conversación se extinga rápidamente.

Algunas recomendaciones sobre lo que NO se debe hacer:

  • Evita destacar los cambios físicos que se están produciendo: pérdida de peso, de cabello…
  • No le digas que tiene suerte de sufrir cierto tipo de cáncer y no otro. Nunca es una suerte tener cáncer, aunque pueda haber diagnósticos más desesperanzadores que el suyo.
  • No le sugieras realizar tratamientos no probados o de efectos y referencias dudosas…
  • Incluso si los hábitos y el estilo de vida de la persona pueden haber contribuido a su enfermedad (tabaco, mala alimentación…), no sugieras que se lo ha buscado. La culpa no es útil. Y en este momento, menos. Son muchos los factores que influyen en el desarrollo del cáncer: ni ser no fumadores nos libra, ni ser fumadores de cajetilla diaria nos condena.
  • No le sermonees sobre la importancia de una actitud positiva. Tiene derecho a sentirse mal. A entristecerse, a enfadarse, a tener miedo. La actitud es importante, sí, pero sus emociones son siempre legítimas. Y además, si el entorno insiste en esto, la persona enferma puede sentirse culpable si las cosas no salen bien. «Pase lo que pase, voy a estar a tu lado», es más justo, más validante y mucho más útil.
  • No seas morboso. Si la persona te quiere dar información sobre su pronóstico, está bien. Si no, respeta su privacidad y sus tiempos.
  • No provoques que la persona enferma tenga que cuidar de ti. Tal vez tus propios sentimientos te abrumen, pero no es momento para que él/ella tenga que hacerse cargo de ti. Está bien que le digas que sientes lo que está ocurriendo, pero por favor, no hagas un drama mayor del que ya es.
  • Antes que no decir nada o desaparecer de su vida, lo que le haría sentir que le abandonas o que no te importa su sufrimiento, reconoce tu propio proceso de duelo.

No pasa nada si no sabes qué decir. Tus palabras no le van a curar. Pero tu apoyo, tu presencia, aunque sea en un silencio respetuoso, sí va a serle de ayuda.

 


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¡Cambia el cuento!

Uno de los cuentos populares más conocidos, presente además en numerosos países, es Caperucita Roja.

Rotkäppchen en Alemania, Le Petit Chaperon Rouge en el original de Perrault, Little Red Riding Hood en los países angloparlantes, Cappuccetto Rosso en la bella Italia… Raro es encontrar a alguien que no haya oído hablar de la niña encapuchada que atravesaba el bosque para visitar a su abuelita. Caperucita se ha convertido en estos siglos en un icono popular.

Esta historia es un caso evidente de violencia de género, sin embargo está tan normalizada, tan integrada en nuestro día a día, que apenas nos damos cuenta de que a través de este inocente cuento perpetuamos algo que deberíamos estar luchando por eliminar.

¿Qué pasa si cambiamos el final del cuento?

El proyecto Little Revolutions y el Instituto Catalán de las Mujeres se ha unido a la campaña de visibilización de la violencia machista #MeToo a través de este vídeo.

¡Cambia el cuento!

Hay muchas versiones alternativas a la historia original de Caperucita. Te animo a que eches un vistazo a alguna de ellas:

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Sobre rupturas: «¿Cuánto tiempo voy a estar así?»

Hace unas semanas hablábamos de las relaciones fallidas, los efectos de una ruptura, las ideas que se nos pasan por la cabeza y el gran aprendizaje que, después de un tiempo, podemos extraer de la experiencia. ¿Lo recuerdas? Puedes consultarlo aquí.

El desamor es una experiencia universal que nos afecta de múltiples maneras. Además del dolor emocional, podemos sentir una desagradable falta de control. La angustia y la tristeza se apoderan de nosotros y, entre las muchas preguntas que nos asaltan, entre toda la maraña de incertidumbre, aparece reiteradamente  ¿pero cuándo se me va a pasar? ¿cuánto tiempo estaré así?

tristeza ruptura corazón

 

Si estás en este punto, tengo una buena y una mala noticia. ¿Por cuál empezamos?

Bueno, la buena es que no vas a estar así para siempre. Te lo prometo.

La mala, que nada que merezca la pena se consigue de la noche a la mañana. Y, desde luego, los cambios psicológicos son asuntos importantes.

Seguro que te ha ocurrido, o que conoces a alguien que haya pasado por la experiencia de intentar por todos los medios conseguir dejar de sentirse mal. Precisamente ese planteamiento, el de forzar el bienestar, el olvido, la curación, es una de las peores cosas que podemos hacer.

No pienses en un elefante rosa. Por favor, no lo hagas.

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Ni se te ocurra. Puedes pensar en cualquier cosa menos en un elefante rosa.

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¡Que te he dicho que no! Nada de elefantes rosas, ¡Te lo prohíbo!

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Puedes echarme la culpa si pasas las próximas horas pensando en elefantes rosas. La mente es así, y cuanto más intentemos evitar una cuestión, mayor relevancia y presencia tendrá en nuestras vidas. Precisamente por eso, el hecho de que te haya propuesto este pequeño ejercicio y haya insistido en la prohibición de dirigir tu mente hacia esos hermosos paquidermos rosados, nos sirve para ilustrar cómo nuestra cabeza, inevitablemente, va a llevarnos hacia aquello que queríamos evitar.

Tratar de olvidar algo por todos los medios es la mejor garantía para tenerlo presente.

En el caso de una relación, el tiempo, las experiencias y los sentimientos vividos dejan una huella muy poderosa que no va a desaparecer por el mero hecho de que insistamos en ello.

No, no puedes enviar a tu ex a la papelera de reciclaje y luego vaciarla. Puedes intentarlo, y ojalá diera resultado, pero no funciona así.

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El tiempo, pero no el tiempo que pasa, sino el tiempo que vives, es la clave en la superación de cualquier asunto doloroso. Dicen que lo cura todo, pero no es verdad.

El tiempo no cura nada. Te curas tú, mientras el tiempo pasa.

Vale, hasta aquí todo claro, pero… ¿Cuánto puede durar ese tiempo?

Recientemente se ha publicado en la revista Evolutionary Behavioural Sciences una investigación desarrollada por la University College London y la Binghamton University. Recogieron datos de más de 5.000 personas procedentes de 96 países. ¡Cuántos corazones rotos!

De acuerdo con sus resultados, en la mayoría de los casos las personas necesitan entre 6 meses y dos años para considerar que han superado la amarga experiencia de la ruptura.

¿Te parece mucho? ¿Poco?

Como en todas las investigaciones, hay variables que influyen en el tiempo que las personas tardamos en reparar nuestro corazón roto, y al parecer el género es una de ellas. Llegaron a algunas conclusiones interesantes:

  •  Las mujeres sufrimos con más intensidad en los primeros momentos, pero también nos recuperamos antes.
  • Los hombres tienden a comenzar una nueva relación sin haber superado del todo la ruptura anterior.

¿Coincide con tu experiencia?

Explican los investigadores que estas diferencias tienen que ver con que, por lo general, las mujeres invertimos más en cada relación por cuestiones que tienen que ver con la maternidad y otros temas tradicionalmente vinculados al género femenino. También concluyen que los hombres tienen una mentalidad más competitiva, como si constantemente estuvieran sometidos a la presión de atraer nuevas parejas. Como suele ocurrir con los resultados de estas investigaciones, los resultados son globales y seguramente haya una enorme variabilidad entre el grupo de mujeres, así como en el grupo de hombres. No nos lo tomemos como algo personal: Son datos generales. Después, cada uno tiene su experiencia , sus motivos, su historia…

Una variable crucial, tanto para hombres como mujeres, es la resiliencia.

Este concepto viene del mundo de la física, donde se usa para referirse a la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para recuperar su forma original. Los psicólogos lo tomamos prestado y lo usamos para hacer referencia a la capacidad que tenemos para superar circunstancias difíciles y crecer tras la experiencia.

Resiliencia flor en la nieve

Volveremos sobre esta cuestión en otro post. Hasta entonces, ¡cuéntanos!:

  • ¿Coincide esto con tu experiencia?
  • ¿Qué estrategias has utilizado tú para superar alguna ruptura?

 

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La receta de la Felicidad

Mucho se ha escrito y mucho se habla de alcanzar la felicidad. Es la Piedra Filosofal, el Santo Grial, la meta que todos, cada cual por su camino, deseamos alcanzar.

Y parece tan difícil ser feliz…

Hay un profesor de Psicología y Filosofía en la Universidad de Harvard que, haciendo de la ciencia su instrumento, ha convertido la felicidad en su bandera y, dada la demanda de tan preciada receta, ha publicado diversos títulos de gran éxito, como «Elige la vida que quieres» o «Practicar la felicidad». Su nombre es Tal Ben-Shahar, y sus ingredientes, mucho más sencillos y accesibles de lo que imaginas: relaciones sólidas, gratitud, rutinas cotidianas, estar presente y manejo de emociones negativas.

Entonces, ¿se puede aprender a ser feliz? Y si se puede aprender… ¿podremos enseñar a las próximas generaciones a serlo?

Sí, rotundamente.

Estoy segura de que, después de escucharle, se te ocurrirán varias cosas que puedes comenzar a hacer esta misma semana, quizá ahora mismo, para empezar a construir esa felicidad.

¡Adelante!

 

Tómate un momento:

¿Qué es para ti la felicidad? ¿Qué estás haciendo para acercarte a ella? ¿Te boicoteas de alguna manera cuando parece que vas a conseguir lo que crees que te haría feliz?

Me encantará que compartas conmigo tu opinión y tus inquietudes al respecto.

Y, si eres de los que se sabotean… Tal vez te interese leer un antiguo post sobre el Complejo de Jonás.

¡Hasta el próximo post!

¿Amor y abuso? No, si es amor, no hay abuso.

Tres minutos. Lo que dura una canción. Ese es el tiempo Guilherme Marcondes, el autor de este corto de animación, necesita para recorrer las distintas etapas de la escalada de la violencia en una pareja joven.

Ha pasado el Día contra la Violencia de Género, el Día de la Mujer… Esas fechas que se marcan en el calendario como relevantes. Sin embargo, la violencia y la discriminación son fenómenos que se producen a diario. Por tanto, no es suficiente dedicarles 24h y  realizar una breve campaña de visibilización y después lamentar los casos que cada día relatan en las noticias… No. Hace falta mucho más.

Precisamente porque cualquiera de nosotrxs (y esa x va con toda la intención) podemos vernos inmersos en una relación donde sentimos que tenemos que tolerar, que ser permisivos y aceptar que se nos coarte, que se nos limiten acciones y compañías, soportar estallidos de mal humor. Por eso mismo, porque no somos inmunes a encontrarnos con este tipo de vínculos, es fundamental concienciarnos, hacer visible esta realidad como algo frecuente, aunque de ninguna manera normal ni aceptable. Porque concienciar y luchar contra los mitos del amor romántico es el primer paso para conseguir que en las próximas generaciones estas situaciones sean la excepción, y se erradiquen por fin.

 

Puedes echarle un vistazo a otros posts de temáticas relacionadas:

 

Entrevista: ¿Qué hace una psicóloga en una empresa funeraria?

Hace unos días volvimos a la radio con mucha ilusión.

En esta ocasión charlamos con Eduardo González sobre el duelo, la función de los psicólogos en situaciones de pérdida y los servicios que Funeraria Gijonesa, empresa líder en su sector, pone a disposición de usuarios y empleados con el objetivo de velar por su bienestar.

Si no tuviste ocasión de escucharnos en directo en COPE Gijón, aquí tienes el podcast.

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Entrevista en COPE Gijón

¿Conocías la existencia de este servicio? ¿Cuál es tu opinión al respecto? Será un placer leer vuestros comentarios.

¡Hasta el próximo post!

 

Cuando fracasar no es un fracaso: Relaciones fallidas y otros asuntos del corazón

Tanto dentro como fuera de la consulta me encuentro constantemente con personas a las que han roto el corazón.

También yo he pasado por eso. Y es que los psicólogos, aunque no os lo creáis, somos humanos. Y tenemos papás, hermanos, tíos, primos, hijos y parejas. Y nos enfadamos, lloramos, perdemos los papeles de vez en cuando… Y sí, ¡También nos enamoramos! Por desgracia, tampoco para nosotros hay garantías de que las cosas vayan a ir bien, pues mantener una relación de pareja, como cualquier tipo de relación, requiere de un trabajo constante, respeto por el otro, atención a las necesidades de las dos partes implicadas… Como te imaginas, como seguramente hayas experimentado, con quererse no basta.

tristeza ruptura corazónY las historias se acaban. Y la mayoría de las veces, uno sale herido sin importar el papel que haya desempeñado. Dejado o dejador, ningún rol es fácil. Creo, sinceramente, que ninguna ruptura es bonita. Aunque uno lo vea desde otro prisma con el tiempo y la experiencia y a veces hasta dé gracias por que esa relación haya finalizado. Incluso si con el tiempo se recuerda con cariño a la otra persona. Romper duele. Y a veces, muchísimo.

La cuestión es, y es de lo que va el vídeo que quiero compartir hoy con vosotros, que a veces uno se siente un fracasado. Y no. El verdadero fracaso es continuar en una relación en la que no te sientes a gusto. Es mirar para otro lado cuando hay señales de que es necesario revisar y cambiar la manera de relacionarse. Es no tomar decisiones. Ése es el verdadero fracaso.

Pablo Piñeiro, un joven polifacético y enamorado del amor, nos habla en esta charla TEDx de su experiencia escuchando historias de personas que, como tú y como yo, han pasado por ello y nos cuenta sobre el aprendizaje del amor y el desamor. Desde la humildad y el humor, nos lleva a sacar conclusiones constructivas de una experiencia que puede ser muy dolorosa, pero vista con otra luz, puede enseñarnos mucho.

 

 

¿Qué opinas tú? ¿Has extraído alguna lección importante de tus rupturas?

Me encantará leer vuestros comentarios.

¡Hasta el próximo post!

Falta de sueño: ¿Qué les ocurre a tu cuerpo y a tu cerebro si no duermes?

A muchos de nosotros nos ha ocurrido: el estrés y las preocupaciones cotidianas se cuelan en nuestro dormitorio y nos impiden conciliar el sueño, o provocan que despertemos en mitad de la noche, o a horas tempranas de la mañana, y no podamos volver a dormir. Durante el día, combatimos el cansancio con cafeína y siestas, pequeños trucos que nos ayudan a cumplir con las obligaciones cotidianas y a lidiar con la jornada laboral hasta la noche siguiente. Probablemente, al llegar la noche, esas mismas preocupaciones, junto con el exceso de sustancias estimulantes en nuestro organismo, provoquen una dificultad para dormir aún mayor. Y así, día tras día, nuestros intentos de solución se convierten, si no en causa, en factor mantenedor del problema de insomnio.

Pero, ¿qué ocurre cuando esto se mantiene en el tiempo? ¿qué pasa en nuestro organismo cuando no dormimos? Matthew Walker, experto en sueño y profesor de Psicología y Neurociencias en la Universidad de Berkeley (California), autor del libro «¿Por qué dormimos?« nos cuenta los numerosos efectos de la privación de sueño sobre nuestro cuerpo y sobre nuestro cerebro.

 

Para comenzar, la falta de sueño impide que el cerebro cree nuevos recuerdos. La bandeja de entrada de nuestra memoria queda bloqueada y no es posible registrar nueva información: podemos tener episodios de amnesia.

Durante el sueño, el cerebro realiza trabajos de restauración y reparación. Entre otras cosas, elimina una proteína tóxica, llamada betaamieloide, que tiende a acumularse y está relacionada con el desarrollo de demencias, como el Alzheimer. Por tanto, la falta de sueño aumenta el riesgo de demencia en el futuro.

Sin embargo, no solamente nuestra memoria se ve fuertemente perjudicada por la privación de sueño: nuestro cuerpo también se desincroniza de múltiples maneras.

Los niveles de testosterona en varones se alteran, provocando cambios en su virilidad y su capacidad reproductiva equivalentes a un envejecimiento de 10 años. El sistema inmunitario, por su parte, ve alterado su funcionamiento, reduciéndose las células que combaten el cáncer hasta en un 70%. El efecto de la falta de sueño sobre el sistema inmunológico es tan grave que la Organización Mundial de la Salud ha llegado a catalogar los problemas de sueño como factores de riesgo para el desarrollo de procesos cancerígenos.

Si tienes hipertensión, te alegrará saber que el sueño es la medicación más efectiva. El riesgo de sufrir problemas cardivasculares se duplica en personas que duermen 6 o menos horas al día.

Dos veces al año, por cuestiones de ahorro energético, cambiamos la hora. Esto puede resultar molesto, pues en uno de esos cambios perdemos una hora de sueño y a todos nos cuesta unos días adaptarnos a este nuevo horario. Hay estudios que demuestran que en las 24h que suceden al ajuste de hora que tiene lugar en primavera, el número de infartos se incrementa en un 24%.

Nuestro cuerpo puede sobrellevar hasta 16h de vigilia sin grandes efectos. Si la privación de sueño se alarga, comienza el deterioro mental y fisiológico, hasta el punto de que a las 19-20h, nuestra capacidad mental es equivalente a la de una persona ebria.  No darías positivo en un control de alcoholemia, pero tu capacidad sería la misma que si lo hicieras. ¿Sorprendid@?

¿Cuántas horas hace que te levantaste? Vamos a echar la cuenta…

Consierando que nuestro cerebro necesita 8h de reposo para recuperarse de 16 horas de vigilia

niño durmiento sueño psicologia

Espero que todo esto te motive a revisar tus hábitos de sueño. ¿Nos vamos a dormir pronto hoy?

Estaré encantada de leer tus reflexiones y comentarios.

¡Que descanses!

 

 

 

 

 

Te equivocarás…

Me miras con esos ojos verdes que llevan en mi vida tanto tiempo como mi memoria. Sonríes y haces una de esas muecas, irritante y adorablemente familiar. «Te vas a equivocar, es inevitable». Te apiadas de mi un segundo. Dos. Lo que dura mi suspiro. Agradezco la tregua, pero vuelves, inagotable.

«Te equivocarás, porque es así como aprendemos. Y conozco a poca gente con tanta ansia por aprender como tú. Pero, ya que lo vas a hacer… Aunque la sola idea de equivocarte te desespera, lo sé… Ya que va a ocurrir, cerciórate de que esta vez eres tú quien toma las decisiones».

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Manos entrelazadas de Nefertiti y Akenaton. Neues Museum, Berlin.

 

 

 

Asesinos de la creatividad

A finales de la década de los ’60, George Land desarrollo una serie de investigaciones sobre la evolución del pensamiento creativo que sirvieron de base a su libro Breakpoint and Beyond.

Uno de los estudios más reveladores se centraba en la capacidad de pensamiento divergente. Este concepto hace referencia a la capacidad de encontrar respuestas múltiples y variadas a una pregunta, buscar usos alternativos a un objeto… En fin, a la creatividad, la capacidad de visualizar alternativas, de salir de un pensamiento tradicional y cuadriculado. Se inspiró en unas pruebas que la NASA empleaba para seleccionar ingenieros y científicos con habilidades de innovación. Un ejemplo: buscar usos alternativos a un tenedor. De acuerdo con el protocolo de la prueba, a partir de cierto número de respuestas, el sujeto podía se considerado un genio creativo.

ninos-aprendizaje-lapicesLand tomó una muestra de 1600 niños de cinco años. Descubrió que el 98% de esos niños respondían como genios creativos, pues tenían una extraordinaria capacidad para dar respuestas originales a los ítems presentados. ¡Asombroso!

Cinco años después, cuando esos niños habían soplado ya diez velitas en su tarta de cumpleaños, repitieron la prueba. ¿Podéis imaginar cuál fue el resultado? Tan solo el 38% supero el criterio para ser considerado un genio creativo. Y a los 15 años, tras una larga temporada de escolarización… el resultado fue aún más desesperanzador: Solamente el 12% alcanzó los niveles a los que había llegado diez años atrás.

Los datos hablan por sí solos. Pero eso no es todo: Una muestra de 280.000 adultos fue sometida a la misma prueba. ¿Adivináis? Un triste 2% llegaba al nivel de genio.

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Como dice mi admirada Ana Pastor: Aquí están los datos, suyas son las conclusiones. 

 

El suicidio: Esa realidad de la que nadie quiere hablar

El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España.

La primera.

 

Son 3.600 personas las que, cada año, deciden acabar con su vida.

La media, 10 personas al día.

Sin embargo, este dato, aunque resulta escalofriante, no es portada. No sale en las noticias. No se habla de ello. Quizá no hay tiempo. O lo hay, pero se dedica a cuestiones «más importantes», como el derbi del pasado fin de semana. Como la última expulsión en OT.

El pasado viernes 2 de Febrero se puso en marcha un nuevo teléfono de atención y prevención del suicidio. La idea ha sido desarrollada e implementada por la Asociación La Barandilla, constituida por personas con discapacidad, familiares y profesionales de la salud, rehabilitación y reinserción social.

Aunque durante este mes el horario disponible es restrigido, de 9 a 21h, a partir de marzo la atención estará disponible 24h. La línea telefónica será atendida por psicólogos y psiquiatras.

Los datos han descendido durante los últimos años, aunque aún queda mucho por hacer, y la prevención es la clave. El servicio prestado por esta Asociación atiende a la persona en el momento de la crisis, realizando una labor de contención emocional en un momento crítico, acompañando a la persona en su sufrimiento y ayudándola a gestionar el impulso suicida.

La única manera de reducir estos datos es la prevención, y para poder prevenir hay que visibilizar la realidad de las personas que, empujadas por su sufrimiento, deciden poner fin a su historia.

910 380 600

Un número que salvará vidas.

¿Código genético o código postal? Recursos disponibles y esperanza de vida

Es bien sabido que nuestro entorno afecta a como nos sentimos y, por tanto, a nuestra salud, tanto física como mental. Al parecer, nuestro código postal influye más que nuestro código genético.

Epidemiólogos y sanitarios advierten que las desigualdades sociales afectan negativamente a nuestra salud. De acuerdo con los datos que manejan, los altos niveles de paro, un bajo nivel educativo y una menor renta, variables que se han incrementado con la crisis, acortan la esperanza de vida, aumentando la tasa de mortalidad. Los datos son, cuanto menos, llamativos: dentro de la misma ciudad, la esperanza de vida puede reducirse hasta en una década.

estación tren

Os dejo algunas cifras: En una de las principales ciudades del País Vasco, Bilbao, hay una diferencia de ocho años de vida en varones y cuatro en mujeres entre Algorta y el casco viejo, dos puntos unidos por menos de media hora de trayecto en Metro. «Las regiones más pobres mantienen las mismas condiciones de vida y salud que hace 30 años», según la socióloga Amaia Bacigalupe.

estadísticas

No se trata de una situación exclusiva de la zona norte. En Sevilla, por ejemplo, también hay una diferencia significativa en la tasa de mortalidad en adultos entre 44-65 años con sólo recorrer unas pocas paradas de Metro: En Lora del Río es de 21 en mujeres y 66 en hombres, y pocos kilómetros al sur, en Brenes, la tasa de mortalidad aumenta varios puntos para todos, siendo de 28.4 en mujeres y 83.5 en varones.

En las consultas de médicos y psicólogos presenciamos día a día cómo la crisis ha creado un abismo entre ricos y pobres. Nuestras condiciones de vida, el entorno en que vivimos inmersos, afectan a nuestra salud mental. El difícil acceso a los recursos, la preocupación por la estabilidad laboral, los ingresos y el futuro y la desesperanza ante la situación económica, política y social provoca cuadros que son recogidos por los profesionales bajo las etiquetas de ansiedad y depresión.

Si ciertamente nuestro código postal influye más en nuestra salud que el código genético, en principio, los cambios dependen de nosotros.

Queda claro: Por el bien de todos. Incluso por nuestra salud, es necesario un cambio social.

 

De regalo, instrucciones para la vida.

Esta Navidad ha sido muy especial para mi.

Os confesaré que no me gustan nada estas fiestas. Sin embargo, este año he hecho algo muy distinto de lo que venía haciendo estos últimos años. No voy a entran en detalles, pues no es éste un lugar para ventilar mis intimidades. Sólo os contaré que una de mis numerosas primas (ella dice que es mi favorita, y no se lo vamos a negar), me regaló un poema. En realidad el poema no era suyo, sino de Magdalena Sánchez Blesa. Magdalena, gracias por el préstamo. Por tus palabras, por tu fuerza y por tu compromiso.

Esta maravilla formará parte de su cuarto libro, Manual para mis hijos. Y yo, que soy muy osada, me atrevo a proponeros que sea también para vosotros. El equipo de Más Leer la entrevistó y sus palabras en prosa tampoco tienen desperdicio.

Aquí os la dejo, recitando su obra.

 

Al compartir este regalo, confío en que su efecto se multiplique. Espero que os emocione y os cargue de ganas de comeros el mundo tanto como a mi.

 

Jamás un conato de daros la vuelta

Jamás una huida, por muchos que sean

Jamás ningún miedo, y si acaso os diera,

Jamás os lo noten, que no se den cuenta

Jamás un “me rindo”, si no tenéis fuerzas

Aunque fuese a gatas, llegad a la meta

Que nadie os acuse… ¡miradme a la cara!

Que nadie os acuse de dejar a medias un sueño imposible…

(Si es que los hubiera)

Yo no los conozco,

Y mira que llevo yo sueños a cuestas

Jamás, y os lo digo como una sentencia, ¡miradme a la cara!

Jamás en la vida paséis por el lado de cualquier persona sin una sonrisa

No hay nadie en el mundo que no la merezca

Hacedle la vida más fácil, ¡miradme!

A cada ser vivo que habite la tierra

Jamás se os olvide que en el mundo hay guerra

Por pasar de largo sin gloria ni pena delante de un hombre

Y no preguntarnos qué sueño le inquieta

Qué historia le empuja,

Qué pena lo envuelve,

Qué miedo le para,

Qué madre lo tuvo,

Qué abrazo le falta,

Qué rabia le ronda,

Qué envidia lo apresa…

Jamás, y los digo faltándome fuerzas,

Si el mundo se para,

Os quedéis sentados viendo la manera de que otro lo empuje

Remangaos el alma,

Sed palanca y rueda,

Tirad de la vida vuestra y de quien sea,

Que os falte camino,

Perded la pelea contra los enanos

No sed los primeros,

Que os ganen los hombres que no tienen piernas

No sabedlo todo,

Dejad que contesten los que menos sepan

Las manos bien grandes,

Las puertas abiertas,

Anchos los abrazos, fuera las fronteras

Hablad un idioma claro, que se entienda

Si estrecháis la mano, hacedlo con fuerza

Mirando a los ojos,

Dejando una huella

Prestad vuestra vida,

Regaladla entera

Que a nadie le falte ni una gota de ella

¡Cantad!

Que cantando la vida es más bella

Y jamás, os hablo desde donde nazca

El último soplo de vida que tenga,

Jamás una huida,

Por muchos que sean…

 

Un propósito distinto…

La mayoría de nosotros finalizamos el año haciendo un balance y proponiéndonos mejorar en algunos aspectos. Algo típico sobre lo que se escriben cientos de artículos en estas fechas es, precisamente, la cuestión de los propósitos de año nuevo. Yo también lo he hecho, lo confieso. Dos veces («De propósitos y despropósitos» y «Al carajo los propósitos de Año Nuevo»).

Los grandes clásicos, los trending topics de las listas de propósitos son asistir al gimnasio, que por lo visto con pagar la cuota no es suficiente, aprender idiomas, perder peso… Sin embargo, y como comentábamos en un artículo anterior, en unas pocas semanas perdemos fuelle y esas buenas intenciones quedan en eso, intenciones. Pasar a la acción y, sobre todo, perseverar y mantener la motivación, es otro asunto.

La Doctora en Psicología Harriet Lerner tiene una propuesta diferente para este año que aún huele a nuevo. Y, de verdad, si eres capaz de llevarlo a cabo y convertirlo en una rutina, de incorporarlo en tu forma de funcionar por el mundo, esto va a cambiarte la vida.

Ser amable. Algo tan sencillo como eso. Y tan complicado a la vez. ¿Qué pasaría si colocáramos la amabilidad al principio de nuestra lista de prioridades?

Si nos paramos a reflexionar sobre ello, descubriremos que resulta fácil ser amables con personas que apenas conocemos. Esas interacciones sencillas y cotidianas, en tiendas, medios de transporte… suelen ser amables. Nos han enseñado a ser educados. A dar los buenos días, las gracias, a sostener la puerta y a sonreír por cortesía. Sin embargo, dedícale un minuto a pensar en los intercambios con tus personas más cercanas.

¿Tan rápido lo has pensado? Venga, un instante más.

Ahora sí.

Quizá hayas descubierto que no tratas con tanto cuidado a las personas más próximas a ti. La Dra. Lerner explica que nuestros seres queridos son aquellas personas con quienes compartimos más emociones. No todo son vino y rosas, por supuesto. Y «evocan nuestra ira, frustración, desilusión o toda la gama de emociones dolorosas que nos hacen humanos».  El mundo emocional es amplio, con regiones oscuras donde residen amenazantes dragones que, precisamente aquellos a quienes mas queremos, tienen más habilidad para despertar. Por esto, y porque compartimos tiempo con estas personas, capaces de generarnos una gran irritación, es importante que aprendamos a gestionar estas emociones y responder con amabilidad.

¡Ojo! El planteamiento no es que nos mordamos la lengua y traguemos con todo, consintiendo situaciones que nos generan malestar y dejando de lado nuestras necesidades. No, no se trata de eso. Si nos imaginamos cómo va a continuar la escena en la que participamos, y cómo continuará en función de la respuesta que demos, veremos que una respuesta amable será más facilitadora que un resoplido o una contestación agria. Cualquier cosa que digamos, puede ser dicha con amabilidad. Incluso una crítica.

En palabras de esta psicóloga, el amor es lo único imprescindible para seguir unidos. Ciertamente, el amor es clave, pero en ciertas situaciones puede no ser suficiente, y a diferencia del amor, la amabilidad es algo que se puede ejercer. Podemos elegir ser amables en las pequeñas acciones. También se puede ser amable cuando se tiene el corazón roto. Y cuando lo haces, resulta sorprendente: la vida, y el dolor que conlleva, se hace más llevadera.

¿Te apuntas a esta propuesta? ¿Practicamos la amabilidad este 2018?

Sexismo en la carta a los Reyes Magos

La Navidad se acerca peligrosa e irremediablemente y el consumismo nos invade.

Sí, tenéis razón, quizá mi discurso es un poco tremendista y apocalíptico. Es así como lo siento, disculpadme.

Quiero compartir algo con vosotros: Como algunos ya sabéis, hace tiempo que colaboro como voluntaria en el Proyecto Primera Infancia de Cruz Roja, en la Asamblea Local de Gijón. Entre mis funciones está el impartir talleres sobre distintos temas a papás y mamás de niños menores de 6 años. Son familias fantásticas, en su mayoría muy dispuestas y colaboradoras y con un montón de recursos. Me encanta pasar con ellos la mañana de los miércoles.

Uno de los últimos talleres que he tenido que preparar versa sobre la Coeducación. Y, ya os imaginaréis… Me he puesto las botas. La coordinadora del proyecto me mira ojiplática y afirma algo obvio: «Sabes que va a haber polémica…». Siempre la hay, pienso. Y la diversidad étnica, cultural y religiosa de los asistentes me resulta tremendamente enriquecedora y da al grupo la oportunidad de ampliar su visión de la realidad, tornándola más amplia.

Uno de los aspectos más relevantes sobre los que quiero que tomen conciencia es que educamos en la diferenciación de roles de género, muchas veces sin intención, desde la más tierna infancia. De hecho, lo hacemos antes incluso del nacimiento. Y los medios de comunicación en todas sus formas realizan una enorme contribución a esta segregación. Aprovechando la época navideña y la inundación de publicidad que sufrimos, especialmente de juguetes, les propuse reflexionar sobre algo tan peregrino como el diseño de los catálogos de jugueterías y centros comerciales. Os invito a hacer lo mismo.

  • ¿Les habéis echado un vistazo ya a esos catálogos que, con toda seguridad, han llegado a vuestro buzón?
  • ¿Qué os habéis encontrado?
  • ¿Os ha llamado la atención algún anuncio de juguetes esta temporada?
  • ¿Y alguno de otro tipo de producto?

Aquí os dejo un vídeo-resumen de lo más revelador. Menos mal que poco a poco las cosas van cambiando…

 

No quiero despedirme sin antes dejaros esta simpática y enternecedora carta en la que unos niños reflexionan sobre su libertad a la hora de elegir a qué y con qué jugar y, por supuesto, qué pedir a Papá Noel o a los Reyes Magos.

 

Por cierto, ¿Qué les vas a pedir tú?

 

Pepa y Pepe: La escalera de la violencia de género

Si las pasadas semanas hemos hablado de múltiples formas de violencia de género en el contexto de la miniserie Big Little Lies, hoy quiero compartir con vosotros un vídeo sobre este mismo tema que se ha hecho viral, y debería viralizarse aún más entre el colectivo adolescente.

Carmen Ruiz Repullo, socióloga, nos relata en forma de cuento cómo, sin darnos cuenta, nos podemos ver inmersos en el ciclo de la violencia de género. De manera discreta y gradual, vamos sometiéndonos y accediendo a peticiones que acaban por restringir nuestra libertad individual y nos llevan a renunciar a nuestras actividades, nuestros gustos, nuestra identidad y a alejarnos de nuestra red de apoyo social.

La historia, que a todos nos suena está construida a partir de datos recogidos en varias investigaciones del Instituto Andaluz de la Mujer. Podemos acceder a los estudios en la web del Observatorio de la Infancia:

Voces tras los datos. Una mirada cualitativa a la violencia de género en adolescentes.

Escalera cíclica de la VG

Me quedo con una frase:

«Cuando alguien te quiere, no te hace subir NINGUNO de estos escalones».

Rompamos con los clichés del amor romántico. Los mitos románticos son el gérmen de la violencia de género. No subamos por la escalera. No empujemos al otro a subir.

El amor NO duele.

Big Little Lies (segunda parte): La víctima NUNCA es culpable.

Terminábamos el post de la semana pasada sobre la miniserie Big Little Lies reflexionando sobre la violencia dentro de la pareja, otro de los contextos en los que se produce de manera demasiado habitual el «victim blaming», culpabilizar a la víctima de lo que sucede.
Os pongo en contexto:
Una de las protagonistas está casada con un tipo encantador: atento, atractivo, con buena posición económica, buen padre… La pareja perfecta. Pero tienen un secreto: Él la maltrata, y tras cada agresión, tienen relaciones sexuales violentas. No estoy segura de hasta qué punto consentidas. Y sabemos cómo se llama eso. Vemos, capítulo tras capítulo, cómo él la somete, la obliga a abandonar su trabajo e incluso la coacciona con tener otro hijo cuando ella se plantea retomar su vida laboral. Su terapeuta poco a poco la acompaña en el proceso de tomar conciencia: Aunque no lo quiere creer, esta mujer es víctima. Al comienzo, como todas, niega los malos tratos y justifica el comportamiento de su marido. ¿A ti también te suena?.
celeste big little lies
 En una escena que me pone los pelos de punta, la profesional le cuenta qué pasaría si en ese momento fueran a juicio: ya que ella nunca le ha contado a nadie lo que sucede y hace verdaderas maravillas con maquillaje para cubrir sus moratones, no tiene ninguna prueba. Su discurso es el de que su marido es y ha sido siempre un padre ejemplar, lo que coincide con la imagen que todos cuantos les conocen tienen de él. Resulta sencillo imaginar que la defensa alegaría que ella, la verdadera víctima, se ha inventado el maltrato para poder conseguir la custodia de los niños. Una vez más, se apunta a la víctima como culpable.
¿Cuántas veces has escuchado que una mujer se quedó embarazada para cazar a un tío? Qué mal hablamos de nosotras entre nosotras… Sin embargo, no se habla de las veces que son ellos, los varones, quienes insisten en formalizar la relación, tener descendencia, que ella se ocupe de los niños y se quede en casa, convirtiéndose en madre a tiempo completo. Así, la mujer se aísla, se vuelve económicamente dependiente y se hace más difícil romper la relación. Porque, después de todo… ¿dónde va a ir? ¿de qué va a vivir?… Quizá esta historia también te resulta familiar…
Culpar de todo a las mujeres es sexista. Como veis, se hace constantemente, de manera natural y en muchos casos sin siquiera plantearnos que hay otras alternativas. Y aquí entra en juego un concepto que suena a nuevo, pero es tan viejo como el fuego: La Sororidad. En una sociedad patriarcal en las que se nos acusa de todo y se fomenta la enemistad y la competitividad entre nosotras, funcionar como un equipo, siendo solidarias entre nosotras resulta por desgracia novedoso.

big little lies café

Mientras escribo me vienen a la cabeza numerosas historias que, en el cine, la literatura, las series y en nuestro día a día, son protagonizadas por mujeres que se enfrentan entre sí. Echadle un vistazo mental rápido a las películas de dibujos animados, por ejemplo. Historias que todos conocemos, versionadas hasta la saciedad y basadas muchas veces en cuentos populares. ¿En cuántas de ellas la princesa (con suerte, protagonista, aunque con frecuencia a la sombra de un varón) se enfrenta a otra mujer y se pasan gran parte de la trama tirándose de los pelos? La Madrastra y Blancanieves, Maléfica y Aurora, Fiona y el Hada Madrina, Ariel y Úrsula…

Quizá las mujeres de esta historia tengan problemas entre ellas, pero son capaces de unirse para protegerse y cuidarse. Sus desacuerdos y redecillas pasan a un segundo plano cuando descubren que una de ellas está en problemas. Hay un culpable. Uno, y varón. Ellas son o han sido víctimas. Y se unen para derrotarlo. Resulta emocionante.

Y es que juntas somos más fuertes. Quizá invencibles.

big little lies playa

Big Little Lies: Mujeres que son mucho más que madres

Nos ha alcanzado el tiempo de mantita y peli. Sí, parecía que no llegaría, pero el otoño se ha instalado ya y el mal tiempo contribuye a que pasemos más tiempo «entre cuatro paredes». Una forma constructiva, y bastante común entre los homo sapiens, por cierto, de entretenernos durante la hibernación, consiste en ver series.

No soy yo muy de patrocinios de pantalla, entre otras cosas porque no veo mucha tele, pero tengo que deciros que estos días vivo con el alma en vilo por una historia: Big Little Lies.

La serie, adaptación de la novela de Liane Moriarty, arranca con la investigación de un crimen, del que no conoceremos la víctima ni el/la perpetrador/a hasta el séptimo y último capítulo. Las declaraciones de los testigos se intercalan en la historia y van alumbrando la trama y aportando información sobre las relaciones entre los personajes. La banda sonora, que resulta fascinante, está compuesta por las curiosas elecciones musicales de Chloe, la hija 7 años de una de las protagonistas.

encuentro frente al colegio big little lies

Os confieso que tengo un montón de motivos, profesionales y personales, para recomendaros a todxs, heteros, gays, cis, trans, solteros, emparejados, viudos y al mundo adulto en general, el visionado de los 7 capítulos de esta miniserie. Allá van algunos de mis porqués (Ojo, contiene *SPOILERS*):

  • Historia protagonizada por Mujeres

Por mujeres, sí. Mujeres y madres, pero mujeres primero. Las tres protagonistas, Madeline, Celeste y Jane (encarnadas por Reese Witherspoon, Nicole Kidman y Shailene Woodley respectivamente y nominadas a un montón de premios todas ellas) son madres, pero la maternidad no es el eje en torno al cual giran sus vidas. No son solamente «madres de», y son sus conflictos personales, no los de las vidas de sus parejas o sus hijos, los que sostienen la trama argumental. Aunque las familias aparecen, ocupan un papel secundario.

  • La edad de las mujeres
No se concreta, aunque parece que todas ellas, excepto Jane, superan los 40. Nos hemos acostumbrado a incoherencias en lo que respecta a la edad de las mujeres en la pantalla: jóvenes en la veintena o en la treintena temprana interpretando a madres de adolescentes. El salto resulta llamativo: la mujer, objeto de deseo, en un intervalo de tiempo muy corto se convierte en madre de la adolescente, nuevo objeto de deseo. Echo de menos, en todo caso, un poco más de diversidad. Aunque concuerda con el contexto en el que se desarrolla la historia, todas ellas excepto una son caucásicas y esbeltas, sólo faltan las mechas rubias para cumplir el cliché.
  • Concienciación sobre temas polémicos
El punto de vista femenino sobre temas como la violación o los malos tratos en la pareja, tan poco tenido en cuenta, es para mi el principal atractivo del planteamiento de esta historia. Son múltiples las agresiones machistas que aparecen en la historia, y en ellas ocurre algo por desgracia demasiado frecuente en la vida real: se culpa a la víctima, dudando de la veracidad de su testimonio y se empatiza con el agresor.
Este «victim blaming», que dirían los angloparlantes, se repite una y otra vez:
En el primer capítulo una de las niñas aparece con hematomas en el cuello y afirma que uno de los niños ha intentado estrangularla. Me parece asombrosa la reacción de los adultos en esta escena: A nadie le preocupa si está bien, si tiene miedo, si puede volver a ocurrir… Al mundo adulto sólo parece preocuparle si está diciendo la verdad. Porque existe la posibilidad de que las víctimas mientan, claro. Una vez más: empatizamos con el agresor, culpamos a la víctima.
big little lies niños
Ocurre una violación, que además culmina en embarazo. Durante la escena, queda claro que la víctima acompañó al agresor al dormitorio porque quería, llevaba un vestido, tenía intención de acostarse con él y había bebido. Aunque no cabe duda de que se trata de una violación y, por tanto, un delito, todos estos factores se aúnan y contribuyen a que se proceda a culpabilizar a la mujer. Cierto es que ella estaba preciosa con su vestido, se había tomado unas copas y que quería tener relaciones con él. Pero en ningún caso. Repito: EN NINGÚN CASO nada de esto justifica que el tipo le dé un puñetazo, la deje k.o. y proceda a satisfacer sus impulsos sexuales con un cuerpo semiinconsciente e indefenso.
3. Malos tratos en la pareja
El maltrato en la pareja supone, una vez más, una situación invisibilizada y justificada. El discurso político y social, aunque ha mejorado en las últimas décadas, aún va en la dirección de recordar a las mujeres que no deben permitir abusos, no deben dejar que sus novios les miren el móvil y el manido «no esperes, denuncia». Rara vez va en la dirección contraria: no violes, no mires el móvil, no agredas. Respeta, joder. Respeta.

 

¿Has visto la serie? ¿Te han entrado ganas de verla? Me encantará leer tu opinión.

La semana que viene continuaré reflexionando sobre los malos tratos en la pareja y las relaciones entre las mujeres de esta miniserie. Quizá hasta entonces tengas ocasión de ver algún capítulo…

¡Hasta el próximo post!

Mis héroes: Aquellos que son lo que quieren ser

Si tenéis niños, es más que probable que hayáis celebrado con ellos la noche de Halloween. Esta festividad ha ido, en las últimas décadas, haciéndose un hueco en el calendario y en las rutinas escolares de nuestros pequeños. Precisamente por eso, se ha convertido en una ocasión más para inculcar y fomentar valores positivos, como el respeto la diversidad y la ruptura con las normas de género.

Porque un niño disfrazándose de su superhéroe favorito no es más que eso.

Respetemos la iniciativa, los intereses y la personalidad de todos.

 

Reflexión de otoño: Como a los árboles

Cuando paseas por el monte, o por el campo, y ves la vegetación que te rodea, observas las diferencias entre unos ejemplares y otros: Hay árboles altos, de troncos robustos y copas frondosas. Otros son pequeños arbustos cargados de frutos rojos, o con hojas bordeadas de espinas. Los observas, y contemplas como los troncos de algunos son rectos, sin embargo otros parecen torcidos. Los hay de hoja perenne, mientras que otros pierden sus hojas al llegar el otoño. Y los miras, sin juzgar, dejándolos ser como son y apreciando sus diferencias.

Incluso, observando el entorno en el que crecen, puedes comprender por qué son como son: quizá a algunos les llega poca luz, por estar en una zona sombría. Tal vez aquel retorció su tronco en un intento por acercarse a la claridad. Los observas, los comprendes y no te tomas su forma ni su apariencia como algo personal. Lo que son, cómo son, no tiene que ver contigo, sino con su historia.

En el momento en que volvemos al mundo de los humanos, perdemos esa habilidad. Esa actitud de observar sin juzgar se desvanece, y nuestro discurso se llena de «deberías»: Debería ser más correcto, o perder peso, o vestir de otra manera. Debería tratarme de otro modo. Debería ser más cariñoso, más fuerte, más independiente. Nos convertimos en máquinas de juzgar.

Quizá podamos practicar tratar a las personas que nos rodean, y a nosotros mismos, como a los árboles, y apreciarlos tal como son. Apreciarlos y respetarlos por ser como son.

paseo otoño troncos torcidos hojas

¡RESPETA MI CUERPO!

Los adultos nos pasamos la vida dando lecciones a los peques que nos rodean: les hablamos de normas, tratamos de inculcarles valores e incluso les hablamos de posibles dificultades que pueden afrontar en el futuro. Sin embargo hay ciertas cuestiones de las que, por desgracia, nos cuesta hablar con ellos: la sexualidad, las partes privadas del cuerpo y lo que se puede hacer y no se puede hacer con el cuerpo de los demás. Son muchos los adultos que se sonrojan y se ponen nerviosos ante la sola idea de poner sobre el tapete estos temas, cuando en realidad, pocas cosas hay más naturales que el propio cuerpo.

Por si fuera poco, abordar estos temas puede ser muy efectivo a la hora de prevenir o incluso detectar abusos y otras dificultades que son, desgraciadamente, demasiado comunes en nuestros tiempos.

  • ¿De qué manera puedo expresarme sin causar preocupaciones o
    miedos?
  • ¿Qué es lo que los niños ya saben?
  • ¿Por dónde debería empezar?
  • ¿De qué manera puedo proteger a mis hijos?

Son algunas de las numerosas preguntas que se encienden, cual lucecitas del árbol de Navidad, en la cabeza de muchos padres.

Ojala hubiera un método infalible para proteger a niños y niñas de cualquier situación de abuso y desprotección. Por desgracia, no lo hay. Sin embargo, hay mucho que los adultos podemos hacer, y una de las medidas más relevantes a la hora de protegerles es concienciarles, hablando con ellos sobre el cuerpo y sus límites, cómo decir que sí o que no, contribuir a que se sientan seguros y facilitarles que puedan hablar con nosotros de aquello que les preocupa.

En un intento por facilitar la tarea a los adultos asustados (muchas veces más que los niños), la ONG Save the Children ha elaborado la guía «Respeten mi cuerpo«. En ella se recogen consejos sobre cómo mantener conversaciones sobre estos temas con niños de distintas edades.

Aprender que nuestro cuerpo es nuestro, y de nadie más, y que nadie tiene que tocarlo si nosotros no queremos, es el primer paso en la prevención.

Puedes descargar la guía aquí: Respeten mi cuerpo – Save the Children

La violencia contra las mujeres, un asunto de hombres

Hace unos días alguien con quien hablo de manera habitual de cuestiones de género y lenguaje me pasó el enlace de una charla TEDx. Son muchas las que he visto, y alguna me ha impactado tanto como para compartirla con vosotros.

Aquí os dejo la intervención de Jackson Katz, para el TEDxFiDiWomen. Este cineasta, escritor y educador norteamericano, experto en violencia, medios de comunicación y masculinidades, es el creador y co-fundador del Programa de Educación y Prevención de Violencia de Género titulado Mentores en la Prevención de la Violencia (MVP), al que se han adherido entidades de la envergadura del Ejército estadounidense y numerosas instituciones deportivas. A través de su discurso, nos recuerda que los «asuntos» de mujeres son también cosa de hombres. Y eso, sin duda, incluye el descontrolado fenómeno de la violencia contra las mujeres en sus distintas expresiones.

Creo que todxs nosotrxs debemos tomar conciencia de cómo el uso que hacemos de las palabras redefine la realidad. Una realidad que construimos, co-construimos, entre todos. Porque cuando hablamos de género, no hablamos sólo de mujeres. Otras masculinidades son posibles, y es responsabilidad de todxs nosotrxs concederles un espacio y cambiar esta realidad en la que hombres y mujeres están aún lejos de recibir un trato igualitario, siquiera en el uso del lenguaje.

igualdad de generoRescatando las palabras de Martin Luther King, «al final, lo que más perjudica no son las palabras de nuestros enemigos, sino los silencios de nuestros amigos». No consintamos con nuestro silencio a aquellos que perpetúan modelos de inequidad. No seamos cómplices.

Si quieres saber más sobre estas cuestiones, te recomiendo la lectura de su libro «The Macho Paradox: Why Some Men Hurt Women and How All Men Can Help» o de sus publicaciones para el Huffington Post.

 

«Me gustaría que me contara sus cosas…» Sobre la confianza entre padres e hijos.

Una familia con adolescentes

A lo largo de mi experiencia profesional, han sido muchos los padres que me han comentado que les gustaría participar más en la vida de sus hijxs, que sienten que viven con desconocidxs y que les agradaría enormemente que sus chicxs les contaran sus cosas. No importa la edad de los «niñxs» en cuestión, este discurso es muy común. Tal vez demasiado.

De la misma manera, me he encontrado con hijxs, tanto fuera como dentro de la consulta, que se mueven entre dos polos: en un extremo, tenemos a aquellxs a los que les gustaría tener más confianza con sus padres y poder contarles algunas cosas, acudir a ellos en busca de consejo u opinión y compartir una parte, que ellos elijan, de su intimidad. Del otro lado, están aquellos hijxs que se sienten completamente invadidos por sus progenitores. Es común que traten de mantenerlos al margen de sus asuntos privados, y se sientan identificados con la Guardia de la Noche en su labor de defender los Reinos de los Hombres y proteger la frontera de Poniente del ataque de las fuerzas de más allá del muro (sí, yo también soy fan de GoT)

guardianes del muro ataque GoT

Hace unos días, una conversación con una madre me hizo reflexionar. En mi opinión, la intimidad emocional, tan necesaria en todas las etapas del desarrollo, se forja desde la más tierna infancia. La seguridad y complicidad necesaria para poder compartir con el otro nuestras necesidades y preocupaciones parte de un vínculo sano: la presencia y la disponibilidad son los cimientos, pero no bastan. Se necesita también escucha atenta y aceptación incondicional. Y volvemos al tiempo dedicado a la relación con el otro: no en cantidad, sino de calidad.

Sin esta intimidad emocional, nos vemos obligados a crecer en soledad. A no poder compartir nuestras pasiones ni nuestros miedos. A tomar nuestras propias decisiones sin contrastarlas con los demás. Y a equivocarnos. Los errores son inevitables, parte imprescindible del proceso de aprendizaje y, por tanto, de la vida. Sin embargo, resulta llamativo cómo, por tratar de ocultar algo que consideramos va a ser juzgado por el otro como un error, la comunicación con el otro se distorsiona y la relación se enrarece.

Y es que resulta complicado compartir nuestra vivencias con los demás sin sentirnos juzgados. Piénsalo: Si repasas las conversaciones que has tenido estos días con familiares, amigos, compañeros de estudios o de trabajo… Seguro que te viene a la cabeza más de un ejemplo en el que has sentido que el otro te colocaba en un posición de evaluación, te has sentido juzgado y te has replanteado la idoneidad de lo que has hecho… O tu elección a la hora de contarlo.

Somos de gatillo fácil. Con demasiada frecuencia, cuando alguna persona cercana se abre a nosotros y comparte sus anécdotas, sus experiencias o sus preocupaciones, inmediatamente nos ponemos en «modo solucionador» y ofrecemos alternativas. La realidad es que, en la mayoría de las ocasiones, la otra parte sólo necesita ser escuchada. Nos pide prestados nuestros oídos, nuestro cerebro y nuestro corazón para que seamos testigos mudos mientras ordena sus pensamiento, narra su historia, repasa los detalles… Y llega a sus propias conclusiones.

Todo estos es mucho más sencillo de lo que parece: ¿Quieres que te cuenten? Escucha. Pero escucha de verdad. Y habla tú también. Los padres, como siempre, con la mejor de las intenciones, tienen por costumbre proteger a sus niñxs manteniéndolos al margen de casi todo. Si nos paramos a reflexionar, nos damos cuenta enseguida de que poco sabemos de la vida de nuestros padres antes de que se convirtieran en eso, en padres. Y la realidad es que ellos, como nosotros, tienen y han tenido múltiples experiencias y desempeñan roles diversos: son padres, sí, pero también cónyuges, hijos, hermanos, nueras, yernos, cuñados, amigos, novios, alumnos… Ellos también tienen muchos rostros.

caras GoT Casa de blanco y negro

Y toda esta información, tan valiosa, pasa desapercibida para nosotros. De este modo, niños y adultos construyen vidas paralelas. Esta actitud nos aleja emocionalmente y construye, siguiendo con la metáfora, un enorme muro entre nosotros. ¿Cómo va a compartir un niño sus experiencias, sus gustos, sus preocupaciones… Si crece en un mundo donde nadie más lo hace?

Curiosamente, los esfuerzos de los padres por proteger se vuelven en su contra, y en lugar de crear un ambiente seguro y amoroso, se establece un clima afectivamente helado en el que, por si fuera poco, periódicamente cae una lluvia de preguntas que huele a interrogatorio: «¿qué tal hoy en el cole? ¿qué has hecho? ¿te has portado bien? ¿y en el recreo? ¿con quién has jugado?, pero ese niño saca malas notas, ¿verdad?…» 

Cometemos un enorme error si pensamos que de esta manera estamos conectando con ellos. A nadie le gusta tener que responder a un interrogatorio, y tampoco a nuestros hijos. Lo que necesitan y con toda probabilidad desean es que estemos disponibles para, en caso de necesidad, poder acudir a nosotros. 

Y tú, ¿qué opinas?

¿Has visto alguna vez un león marino?

He encontrado un término inglés que no conocía y me parece tan relevante que quiero compartirlo con vosotros. Es probable que ya estéis familiarizados con el concepto de «Gaslighting» o «Luz de Gas»: ya sabemos qué es, cómo se siente, cómo reconocerlo y cómo podemos combatirlo. Hemos hablado de ello en alguna ocasión, y nuestros compañeros de Cenit Psicólogos tienen un artículo útil y muy aclaratorio.

La verdad es que no estoy segura de cómo traducir lo que os traigo hoy, pero en inglés es Sealion, término que traducido literalmente hace referencia al hermoso ejemplar de la foto: Un león marino. En castellano se está usando «marinero», pero no me convence.

«¿Por qué?», «¿Me lo puedes explicar?», «¿De dónde has sacado esa información?», «¿Qué quieres decir con eso?». Así nos hablan los «leones marinos» que nos encontramos entre nuestros contactos. Algunas personas, y confieso que es mi caso, tenemos por costumbre colaborar y responder las preguntas, contribuir a reducir la incertidumbre del otro y, si la situación lo requiere, compartir nuestro conocimiento y argumentar nuestras opiniones. Además, suele gustarnos escuchar otras opiniones y podemos incluso disfrutar del intercambio de argumentos, considerándolo enriquecedor y una fuente de crecimiento. Con uno de estos sealions, entramos al trapo.

Ahora, el mismo deseo de compartir y aclarar información nos puede colocar en el punto de mira de estas personas cuyas preguntas inquisitivas no terminan nunca. La interacción se convierte en una especie de «troleo» amable, más allá del argumentum ad nauseam.

«¿Hay evidencias de eso? ¿Me puedes explicar a qué te refieres con…? Sólo te estoy preguntando, ¿por qué te pones así? Sólo pregunto porque quiero saber…». Parece que no hay nada de malo con esto. Parecen preguntas correctas, respetuosas y fruto de la curiosidad… O no. 

Entonces, ¿qué es un león marino? Es alguien que te pone en una situación en la que parece que tienes que dedicar tu tiempo y esfuerzo a educarle. Hay quien lo describe como una especie de interrogatorio agresivo, aludiendo al propio desconocimiento para conseguir que alguien te explique las cosas. 

El término se originó en 2014 con una tira cómica de Wondermark de David Malki: Un personaje verbaliza que no le gustan los leones marinos y un ejemplar aparece, se entromete para pedirle explicaciones e intenta, de manera repetida y exageradamente educada, que argumente su opinión, llegando a perseguirle e invadiendo la privacidad de su propia casa.

Quizá lo más destacado de este fenómeno es que el interrogatorio no termina nunca, no importa cuánto se esfuerce el interlocutor. El león marino continúa preguntando, y claro, el receptor de esta lluvia de interrogantes, que quiere ser amable, honesto y correcto, continúa tratando de satisfacer ese insaciable agujero negro. Esta forma de intercambio, esta especie de «discusión» acaba resultando frustrante y agotadora para todo aquel que tiene por principio ser educado.   

En 2017 la Universidad de Harvard publicó un estudio (Perspectives on Harmful Speech Online) sobre las formas de discurso dañinas en el que se explicaba que el «sealioning» es una actuación intencional y combativa de la ignorancia. Incluye una mezcla de preguntas persistentes sobre información básica y accesible (podrían responderse en pocos segundos preguntando a Google), comentarios corteses y argumentación lógica. Se insiste en voz alta en la necesidad de un debate razonable que se disfraza como un intento sincero de aprender y comunicarse.

La persona que se comunica de esta manera finge ignorancia y cortesía, generando una situación peculiar: Si respondemos amablemente las preguntas se perpetúan hasta el infinito. Esta situación agota la paciencia, la atención y la intención comunicativa de quien la sufre, pero si respondemos con enfado, nuestro león marino actúa como la parte agraviada.

Si bien las preguntas del «león marino» pueden parecer inocentes, su intención es maliciosa y tienen consecuencias dañinas.

Como los leones marinos, estas personas pueden actuar en solitario o en manada. Y con todo lo que os he contado, seguro que os habéis dado cuenta de que las redes sociales son un hábitat donde proliferan. Es frecuente que aparezcan interrumpiendo una conversación y su presencia genere una rápida polarización. Las víctima gasta su energía en dar largas explicaciones a las preguntas formuladas, que pueden ser ambiguas, sugerentes o engañosas, hasta que se agota y, cuando trata de poner fin, es acusado de tener una actitud hostil.

Ahora que ya sabemos qué pinta tienen… ¿Cómo se os ocurre que podemos manejarnos cuando nos encontremos con uno?

La hiperproductividad en tiempos de confinamiento

Muchos de nosotros llevamos cerca de tres semanas en casa, saliendo lo justito dentro de los márgenes que el estado de alarma permite.

Este dichoso virus ha hecho realidad lo que tantas veces habíamos expresado como deseo: ¡Qué ganas tengo de estar en mi casa!. Pues hale, dos tazas.

Una situación como ésta tiene la potencialidad de desencadenar reacciones de todo tipo. Una de ellas, muy común, es la hiperactividad. En los primeros días se pusieron en marcha cientos de iniciativas para mantenernos entretenidos. No sé si entretenidos u ocupados: Bibliotecas digitales interminables, teatro y conciertos online, clases y cursos de todo lo que os podáis imaginar, quedadas en la ventana para aplaudir, para el vermú… Todo esto está fenomenal, pero ¿qué pasa si lo que el cuerpo te está pidiendo es no hacer nada?.

Este confinamiento, no lo olvidemos, tienen un sentido: Ponernos a salvo e intentar aplanar esa dichosa curva con la que se nos bombardea desde los medios de comunicación. Y, si es necesario protegernos, es porque hay un peligro: una amenaza real para nuestra salud y nuestra vida (no voy a hablar de la economía, de eso que se ocupen otros). Nuestro organismo tiene tres formas básicas de funcionar ante una amenaza, las 3F de los angloparlantes: Lucha (Fight), huida (Flight) y bloqueo o parálisis (Freeze). Tienes una explicación estupenda aquí:

Parece que la sociedad en que vivimos, que valora y ensalza la productividad por encima de todo, nos impulsa a llenar este tiempo de actividades. Y si no aprovechamos para hacer un curso a distancia, practicar ejercicio a diario, aprender a tocar la guitarra, participar en un challenge y subirlo a las redes sociales, preparar comida casera, leer todos los libros que teníamos pendientes, engullir un par de series y replicar la receta de bizcocho de la abuela, parece que no estamos haciendo nada.

¿Pero qué pasa si no me apetece hacer nada?

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Pues nada. No pasa nada. De verdad.

Considero que es necesario, en un momento así, que nos paremos a pensar si estamos haciendo lo que de verdad nos apetece o nos estamos dejando arrastrar por la vorágine y la presión social. Lo que para algunos puede ser una fuente de motivación e ideas para el entretenimiento, para otros, que no se sienten identificados con las actividades o, sencillamente, no les apetece, puede ser causa de frustración, ansiedad y… (¡Oh, sí, mi favorita!) ¡Culpa!.

Para. Por favor, para y escúchate: ¿Es toda esa actividad una manera de huir de lo que estás sintiendo?

Lo que está ocurriendo en estas semanas sacude fuertemente nuestros sistemas de protección normales, afectando a nuestra sensación de control, conexión y significado y activando un montón de emociones a las que hay que dar cabida. Y en eso, el cuerpo manda

Haz un poco de caso a tu cuerpo y dale lo que pide. Si sientes que no estás haciendo nada, lo más probable es que estés cuidando de ti. Y en un mundo tan centrado en producir, en ser y aparentar, en que se vea, el autocuidado pasa desapercibido.

Fíjate, ¡Y tú sintiéndote culpable por desaprovechar el tiempo!. Estás desaprendiendo una lógica impuesta por un sistema que invisibiliza los cuidados. Estás volcándote en lo esencial y cerrando tus oídos al ruido atronador que viene desde fuera. Estás cuidando de lo esencial.

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A lo mejor hoy te has quedado un poco más en la cama, disfrutando del calorcito y la suavidad de tus sábanas.

Te has aseado y has preparado un buen desayuno.

Te has echado crema en esas manos, que ya se sienten resecas por tanto jabón y gel hidroalcohólico.

Has llamado a un amigo, a tu abuela, a tu padre o a tu prima.

Has hecho algunas respiraciones profundas, porque has notado esa punzada en el pecho que te avisa de que algo no está yendo bien… Y la sensación se ha suavizado.

Has recogido la manta que anoche dejaste en el sofá y has disfrutado de los mimos de tu mascota.

Has saludado a la vecina desde la ventana y le has dicho que le sienta bien el rojo de su camiseta.

A lo mejor has hecho todo eso y unas cuantas cosas más, y en tu cabeza está sonando la vieja melodía de la culpa: Otro día más que no he hecho nada… Vamos a revisar ese discurso interno y contarnos la historia de otra manera. No olvides que, como hemos hablado otras veces, el lenguaje que utilizamos modela nuestra forma de pensar.

Espero de corazón que puedas disfrutar de ese «nada» que haces, que es lo que te mantiene con vida y te permite mantener lubricados los engranajes que hacen que puedas desarrollar todo lo demás.  Y espero, también, que todo esto nos sirva para desaprender y colocar el autocuidado en el lugar que le corresponde: el centro de nuestras vidas.

¡Cuídate mucho!

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¿Cómo se afina un/a buen/a terapeuta?

Los terapeutas debemos tener en cuenta que nuestro instrumento para hacer terapia somos nosotros mismos.

Cuando tenemos un instrumento musical y queremos que suene bien, antes de intentar tocar una melodía debemos comprobar que está bien afinado.

¿Cómo se afina un terapeuta? Con formación, supervisión y mucho (¡mucho!) trabajo personal.

Nosotros, como los instrumentos, una vez afinados no permanecemos así para siempre: Necesitamos de vez en cuando una puesta a punto.

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Hay quien piensa que los terapeutas somos cotillas. A mí me gusta decir que somos curiosos profesionales. Probablemente la curiosidad sea una de las características de base en todos nosotros. ¿Quién querría escuchar las historias de la vida de la gente? Un rato, casi cualquiera. Una jornada completa, sólo unos cuantos. ¿Cada día laborable durante el resto de su vida? Solamente los curiosos profesionales.

Pero ojo, que ser chismoso no es lo mismo q ser cotilla, y ser cotilla no es ser terapeuta. Aunque la traigamos instalada de serie, la curiosidad se educa, se aprende… Se entrena para convertirla en curiosidad terapéutica.

La curiosidad resulta, entonces, uno de los componentes fundamentales de la terapia. Junto con el respeto, la claridad, la confidencialidad y las reglas explícitas conforman el marco de trabajo terapéutico, la partitura sobre la que terapeuta y paciente escriben juntos su melodía.

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