¡Cambia el cuento!

Uno de los cuentos populares más conocidos, presente además en numerosos países, es Caperucita Roja.

Rotkäppchen en Alemania, Le Petit Chaperon Rouge en el original de Perrault, Little Red Riding Hood en los países angloparlantes, Cappuccetto Rosso en la bella Italia… Raro es encontrar a alguien que no haya oído hablar de la niña encapuchada que atravesaba el bosque para visitar a su abuelita. Caperucita se ha convertido en estos siglos en un icono popular.

Esta historia es un caso evidente de violencia de género, sin embargo está tan normalizada, tan integrada en nuestro día a día, que apenas nos damos cuenta de que a través de este inocente cuento perpetuamos algo que deberíamos estar luchando por eliminar.

¿Qué pasa si cambiamos el final del cuento?

El proyecto Little Revolutions y el Instituto Catalán de las Mujeres se ha unido a la campaña de visibilización de la violencia machista #MeToo a través de este vídeo.

¡Cambia el cuento!

Hay muchas versiones alternativas a la historia original de Caperucita. Te animo a que eches un vistazo a alguna de ellas:

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Asesinos de la creatividad

A finales de la década de los ’60, George Land desarrollo una serie de investigaciones sobre la evolución del pensamiento creativo que sirvieron de base a su libro Breakpoint and Beyond.

Uno de los estudios más reveladores se centraba en la capacidad de pensamiento divergente. Este concepto hace referencia a la capacidad de encontrar respuestas múltiples y variadas a una pregunta, buscar usos alternativos a un objeto… En fin, a la creatividad, la capacidad de visualizar alternativas, de salir de un pensamiento tradicional y cuadriculado. Se inspiró en unas pruebas que la NASA empleaba para seleccionar ingenieros y científicos con habilidades de innovación. Un ejemplo: buscar usos alternativos a un tenedor. De acuerdo con el protocolo de la prueba, a partir de cierto número de respuestas, el sujeto podía se considerado un genio creativo.

ninos-aprendizaje-lapicesLand tomó una muestra de 1600 niños de cinco años. Descubrió que el 98% de esos niños respondían como genios creativos, pues tenían una extraordinaria capacidad para dar respuestas originales a los ítems presentados. ¡Asombroso!

Cinco años después, cuando esos niños habían soplado ya diez velitas en su tarta de cumpleaños, repitieron la prueba. ¿Podéis imaginar cuál fue el resultado? Tan solo el 38% supero el criterio para ser considerado un genio creativo. Y a los 15 años, tras una larga temporada de escolarización… el resultado fue aún más desesperanzador: Solamente el 12% alcanzó los niveles a los que había llegado diez años atrás.

Los datos hablan por sí solos. Pero eso no es todo: Una muestra de 280.000 adultos fue sometida a la misma prueba. ¿Adivináis? Un triste 2% llegaba al nivel de genio.

gráfica descenso

Como dice mi admirada Ana Pastor: Aquí están los datos, suyas son las conclusiones. 

 

De regalo, instrucciones para la vida.

Esta Navidad ha sido muy especial para mi.

Os confesaré que no me gustan nada estas fiestas. Sin embargo, este año he hecho algo muy distinto de lo que venía haciendo estos últimos años. No voy a entran en detalles, pues no es éste un lugar para ventilar mis intimidades. Sólo os contaré que una de mis numerosas primas (ella dice que es mi favorita, y no se lo vamos a negar), me regaló un poema. En realidad el poema no era suyo, sino de Magdalena Sánchez Blesa. Magdalena, gracias por el préstamo. Por tus palabras, por tu fuerza y por tu compromiso.

Esta maravilla formará parte de su cuarto libro, Manual para mis hijos. Y yo, que soy muy osada, me atrevo a proponeros que sea también para vosotros. El equipo de Más Leer la entrevistó y sus palabras en prosa tampoco tienen desperdicio.

Aquí os la dejo, recitando su obra.

 

Al compartir este regalo, confío en que su efecto se multiplique. Espero que os emocione y os cargue de ganas de comeros el mundo tanto como a mi.

 

Jamás un conato de daros la vuelta

Jamás una huida, por muchos que sean

Jamás ningún miedo, y si acaso os diera,

Jamás os lo noten, que no se den cuenta

Jamás un “me rindo”, si no tenéis fuerzas

Aunque fuese a gatas, llegad a la meta

Que nadie os acuse… ¡miradme a la cara!

Que nadie os acuse de dejar a medias un sueño imposible…

(Si es que los hubiera)

Yo no los conozco,

Y mira que llevo yo sueños a cuestas

Jamás, y os lo digo como una sentencia, ¡miradme a la cara!

Jamás en la vida paséis por el lado de cualquier persona sin una sonrisa

No hay nadie en el mundo que no la merezca

Hacedle la vida más fácil, ¡miradme!

A cada ser vivo que habite la tierra

Jamás se os olvide que en el mundo hay guerra

Por pasar de largo sin gloria ni pena delante de un hombre

Y no preguntarnos qué sueño le inquieta

Qué historia le empuja,

Qué pena lo envuelve,

Qué miedo le para,

Qué madre lo tuvo,

Qué abrazo le falta,

Qué rabia le ronda,

Qué envidia lo apresa…

Jamás, y los digo faltándome fuerzas,

Si el mundo se para,

Os quedéis sentados viendo la manera de que otro lo empuje

Remangaos el alma,

Sed palanca y rueda,

Tirad de la vida vuestra y de quien sea,

Que os falte camino,

Perded la pelea contra los enanos

No sed los primeros,

Que os ganen los hombres que no tienen piernas

No sabedlo todo,

Dejad que contesten los que menos sepan

Las manos bien grandes,

Las puertas abiertas,

Anchos los abrazos, fuera las fronteras

Hablad un idioma claro, que se entienda

Si estrecháis la mano, hacedlo con fuerza

Mirando a los ojos,

Dejando una huella

Prestad vuestra vida,

Regaladla entera

Que a nadie le falte ni una gota de ella

¡Cantad!

Que cantando la vida es más bella

Y jamás, os hablo desde donde nazca

El último soplo de vida que tenga,

Jamás una huida,

Por muchos que sean…