En nuestro último post os poníamos al corriente de algo que, en estas últimas semanas, es tema de conversación en prácticamente cualquier contexto; Pocos son los que aún no se han enterado de la existencia del juego de realidad aumentada Pokémon Go.
Como os contábamos, esta fiebre que ha contagiado a millones de personas en todo el mundo, consiste en localizar, capturar, intercambiar y entrenar a unos simpáticos seres con aspecto y cualidades diversas. Para más información, os remito a la web oficial.
La cuestión es, y por eso hemos decidido dedicarle un rato a escribir sobre este asunto, que este fenómeno masivo no ha dejado a nadie indiferente; su onda expansiva ha sacudido incluso al mundo de la ciencia. El juego cuenta con grandes detractores, como os comentamos anteriormente; y son muchos, millones, los usuarios que lo defienden con entusiasmo. Las cifras son asombrosas: Pokémon Go se ha convertido, en unas pocas semanas, en el mayor juego para móviles de la historia, con más de 21 millones de usuarios activos. Y no sólo ese número sorprende; para que nos hagamos una idea, el usuario medio dedica 30 minutos 27 segundos diarios a WhatsApp. El uso medio diario de Pokémon Go roza los 43 minutos y medio.
Y es que, al margen de los escandalosos accidentes y actividades ilegales que algunos jugadores han protagonizado (como ejemplo, el de los dos ciudadanos canadienses detenidos por cruzar ilegalmente la frontera), el uso de Pokémon Go presenta algunas ventajas indiscutibles.
La primera, y más evidente, consiste en que nos obliga a salir de casa. Al contrario que los videojuegos tradicionales, para poder jugar y avanzar en el juego, tienes que moverte. Puede parecer una simpleza, pero algo tan cotidiano como abandonar nuestro domicilio y caminar, tiene una gran influencia no sólo en nuestra salud, sino también en nuestro estado de ánimo. De hecho, múltiples estudios relacionan la actividad física con la mejora de los síntomas ansiosos y depresivos, así como con un mejor estado anímico general y una percepción más amable y constructiva de los problemas (que no por salir a pasear, a correr o al gimnasio, desaparecen, dejémoslo claro).
En resumen, un poco de actividad cardiovascular con la excusa de cazar Pokémon resulta beneficioso para la salud de cualquiera, especialmente si se trata de alguien con obesidad (principal factor de riesgo para la diabetes tipo II), diabetes o enfermedades crónicas. En este enlace podéis consultar un artículo publicado por la Universidad de Leicester al respecto. Sin profundizar más en esta cuestión, os diré que episodios de movimiento ligero de cinco minutos cada media hora reducen significativamente el azúcar en sangre y los niveles de insulina, de acuerdo con la revista Diabetes Care, publicada por la Asociación Americana de Diabetes. Sólo cinco minutos.
Retomando la cuestión de la actividad física y su relación con el estado de ánimo, os puedo decir que se habla incluso del potencial «poder terapéutico» del juego Pokémon Go para combatir algunos síntomas ansiosos y depresivos. En el caso de la depresión, la actividad física, como avanzábamos, mejora el estado anímico, y además aumenta el apetito, que a su vez conlleva una regulación del sueño. De esta manera, se reducen la sensación de fatiga, la apatía y la abulia que acompañan a la persona que padece un cuadro de este tipo, al tiempo que los pequeños éxitos en el juego combaten los pensamientos de inutilidad.
En lo que a la ansiedad se refiere, las conductas de huida o evitación, tan características de estas personas en sus intentos por evitar los estímulos temidos, se ven minimizadas. Es más, sus avances, su salidas y sus interacciones se ven doblemente recompensadas: no sólo les permiten progresar en el juego, sino que además son favorecidas por el gran sentimiento de comunidad, de inclusión y las conductas cooperativas y prosociales de otros jugadores.
Por si todo esto fuera poco, Pokémon Go puede ser un recurso a emplear en casos de autismo, como el del niño Ralph Koppelmon, de 6 años de edad. Si facilita la socialización y favorece situaciones de interacción, quizá pueda ser utilizado como herramienta de apoyo para las personas que presenten dificultades en estos aspectos. Una ventaja nada desdeñable.
Resulta, por otra parte, que no sólo los humanos podemos beneficiarnos del uso de este entretenimiento. Son múltiples los casos de jugadores que, en la búsqueda de estos seres virtuales han dado con otros de carne y hueso que habían sido abandonados por sus dueños.
Muchos animales abandonados han tenido una segunda oportunidad gracias a Pokémon Go, y otros han encontrado en los usuarios de esta aplicación quien los pasee y los cuide: La iniciativa comenzó en un refugio de Indiana, en EEUU, donde tuvieron la brillante idea de proponer a los jugadores ir acompañados de sus perros mientras perseguían Pokémon. Seguramente algún adulto un poco avergonzado de salir a cazar Pokémon encontró la excusa perfecta para hacerlo. De este modo no sólo los canes pueden disfrutar del paseo, sino que los humanos tienen la oportunidad de gozar también de compañía perruna y, al compartir imágenes de los animales por las redes sociales, se disparó el número de adopciones y acogidas de estos amigos peludos.
Parece que muchas historias que comienzan con el juego tienen un final feliz.
Por último, hay una cuestión que no quiero pasar por alto y que, desde luego, da qué pensar: Hay más de 250.000 menores viviendo una situación de asedio en Siria. Desgraciadamente, llevan más de cinco años en guerra, y muchas personas sólo lo recuerdan cuando sale en las noticias. Otras muchas parecen haberse insensibilizado, tras tantas semanas con imágenes de esta región en las portadas. Se ha desarrollado una campaña de concienciación y ayuda a Siria (#PokemonInSyria) en la que, con gran ingenio, se nos recuerda que estos niños también necesitan ser encontrados y protegidos. Ojalá pusiéramos tanto interés en localizar y cuidar a quienes se encuentran en situación de desamparo como algunos ponen en avanzar en este juego de realidad aumentada.
En el uso de la aplicación Pokémon Go, como en todo lo demás: sentido común y humanidad, por favor. Los pies en el suelo, y que el mundo virtual no nos haga perder de vista la realidad que nos rodea.