Y llegó Diciembre…

luces navidad

En estas últimas semanas me he dado cuenta de que me he hecho mayor.

Sí, no pongas esa cara. Seguro que a ti también te ha pasado.

Se supone que el cambio es progresivo, gradual, que fluye de manera natural y apenas tendríamos que darnos cuenta. Y sin embargo… ¡zas! un día te levantas y ya no tienes veintipico (o trentaypico, que dicen que los treinta son los nuevos veinte), ya no todo está permitido, y percibes el mundo de manera distinta. ¡Hasta empiezas a pensar en hacerte un plan de pensiones! Quizá haya sido la suma de pequeñas variaciones, pero se ha producido un cambio cualitativo e… ¿irreversible?.

Y te descubres haciendo cosas de mayor: rememorando batallitas de juventud, aconsejando a tus sobrinos (algunos ya adolescentes) y hablando ¡oh, sí! de lo deprisa que pasa el tiempo y de lo rápido que se nos va la vida.

Si ya lo decía Jorge Manrique en sus coplas, allá por el siglo XV…

Recuerde el alma dormida.

Avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando,

cuán presto se va el placer,

cómo, después de acordado,

da dolor,

cómo a nuestro parecer

cualquier tiempo pasado

fue mejor.

Y por si eso fuera poco, Karina nos lo recuerda cantando:

¿Será verdad eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor?

No sé a ti, pero a mi no me convence en absoluto. Quizá me esté haciendo mayor, pero me resisto a perder la esperanza y la ilusión por el tiempo que vendrá.

to do listEn esta época muchos de nosotros hacemos balance del año, como nos recordaba Paula en su último post. Repasamos la lista de objetivos que elaboramos al despedirnos del anterior y verificamos qué hemos logrado y qué se nos ha quedado por el camino. Y afilamos el lápiz para anotar las metas y deseos para el 2015.

Me gustaría que, además de este clásico ejercicio de cierre anual, valoraras qué sorpresas te ha dado el año que se va. ¿Qué has aprendido? ¿Has desarrollado alguna nueva habilidad?¿Qué has hecho por primera vez? ¿Qué has descubierto de nuevo en ti y en los que te rodean? ¿Has conocido a alguien interesante?

Dirán que cualquier tiempo pasado fue mejor… Pero yo estoy convencida de que lo que has aprendido durante este tiempo, el bagaje de experiencias y habilidades que has acumulado y desarrollado a lo largo de ese «pasado mejor», pueden hacerte brillar en el presente y en el futuro.

Confío y deseo que tu balance del año sea siempre positivo.

¡Adiós, 2014!   ¡Y gracias por todo!

María Jimenez

María Jiménez

Visita mi web

@May_Jim_Al

El Talento sin control no sirve de nada: Vigila tus emociones

Algunos días todo parece salir del revés: El despertador no suena, el coche no arranca, pierdes el autobús, todo se complica en el trabajo, los peques te dan algún disgusto, no te da tiempo a hacer la compra… El cansancio y el enfado se acumulan y te invade la frustración.

Mujer estresada

Imagen cortesía de Stockimages / FreeDigitalPhotos

Respira un instante y responde a una pregunta:

¿Qué haces tú?

Te sale humo por las orejas, te acuerdas de la progenitora del autobusero, te muestras irascible, te tomas tres cafés y cinco chocolatinas para que se te pase el disgusto, riñes a tus niños o a cualquiera que te encuentres por el camino, decides no dedicarte ese ratito que otros días te hace sentir bien porque, total, el día ha sido una mie*da y se te han quitado las ganas, ya no merece la pena. Por si eso fuera poco, vuelves a fumar. Al final del día te vas a la cama cargad@ de culpa y de malestar… Seguro que duermes como un angelito y el día siguiente será maravilloso… ¿o no?

Otra pregunta más:

¿Funciona?

Si tu respuesta es sí, para y piensa de nuevo: Cuando la gestión de tus emociones negativas es eficaz, éstas tienden a difuminarse. Todas nuestras emociones son funcionales, por supuesto. Y las negativas más si cabe. De hecho, desde un punto de vista evolutivo, su importancia es extrema: El miedo, el enfado y la tristeza nos permiten reconocer y transmitir a los otros que algo no nos agrada, que nos causa malestar y que queremos, bien alejarnos de ello, bien eliminarlo (la primitiva respuesta de huida o lucha). Sin embargo, en muchas ocasiones la manera en que manejamos estas emociones, principalmente la ira y la tristeza, no hace sino fomentarlas.

Por muy habilidoso y competente que seas, por mucho talento que poseas, si no eres capaz de gestionar tus emociones, aquello que te hace diferente y especial pierde valor. La ira lo contamina todo y oculta esa parte de ti brillante y fantástica.

En los momentos en que te sientas desbordado, recuerda este sencillo consejo:

Ten tanta paciencia contigo mismo como tendrías con alguien a quien quieres. Cuídate como los cuidarías a ellos.

Todos podemos tener un mal día. Algo puede frustrarnos, y tenemos que aceptarlo, es inevitable. Lo que sí está en nuestra mano es tomar medidas para no prolongar ese malestar de manera innecesaria, para no alimentar esa angustia mediante conductas improductivas o incluso dañinas, para nosotros mismos y nuestro entorno.

Cuéntanos, ¿cómo manejas tus emociones? ¿Qué haces para aliviar la tristeza y el enfado propios y ajenos?

María Jimenez

María JiménezVisita mi web

@May_Jim_Al