La ansiedad en pareja: ¿Tu ansiedad es la mía?

Vivir con ansiedad es complicado: el pensamiento acelerado, atascarse con tareas y actividades que para otros resultan sencillas, sentir que las preocupaciones nos atrapan… Propia o ajena, la ansiedad es un engorro. Cuando convives con alguien que la padece, es posible que la situación os sobrepase a los dos y sientas una enorme impotencia. De hecho, son numerosos los estudios que ponen de manifiesto cómo la ansiedad de una de las partes contribuye a la insatisfacción en la pareja. (Puedes leer más sobre ello aquí).

En consulta es habitual comprobar cómo la ansiedad se convierte en el tercer miembro no deseado de la pareja, en «el otro» o «la otra». Estamos hablando de la ansiedad como algo muy general, aunque se presenta bajo distintas formas: fobias específicas, agorafobia, angustia, ansiedad social, ansiedad generalizada… Todas ellas, recogidas y descritas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, pueden afectar, en mayor o menor medida, a la convivencia y la relación. De ahí la importancia de desarrollar estrategias para poder acompañar a tu persona querida en el desafío que supone manejar su ansiedad, y evitar que ésta os arrastre a los ambos.

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  • Identifica los síntomas

Es recomendable que tengas localizadas las maneras en que tu ansiedad interfiere en tu día a día: problemas para conciliar el sueño, despertar precoz, dificultades de concentración… Si puedes explicárselo a tu pareja, entenderá mejor lo que está ocurriendo y os evitaréis malos entendidos o atribuciones erróneas. También captará con más facilidad a las primeras señales y podréis tomar medidas antes de que la situación vaya a más.

  • No niegues ni minimices sus sentimientos

Trata de entender los miedos y preocupaciones de la persona que tienes delante. Aunque desde tu punto de vista lo que le angustia parezca ilógico, su sentimiento es legítimo. No es una tontería, aunque a ti te lo parezca. Lo que siente es real: Valídalo.

La tendencia natural cuando vemos a alguien que tiene un problema es intentar solucionarlo inmediatamente. La ansiedad no funciona así: No podemos resolver nada sin antes mostrar empatía y comprensión. No podremos pasar a la lógica y cuestionar la irracionalidad de los pensamientos si la persona se siente juzgada e incomprendida.

Con la ansiedad no valen soluciones sencillas, pero si quieres ayudar, comienza por mostrar empatía.

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  • Anima a buscar ayuda y participa en el proceso terapéutico, pero no te pases

Puedes sugerir a tu persona querida que busque ayuda, pero no tomes la iniciativa de concertar tú la cita con un especialista: Respeta su ritmo y deja que tome las riendas en la búsqueda de soluciones.

Durante el proceso terapéutico tomaréis conciencia de que, aunque la ansiedad trate de engañaros, estáis en el mismo equipo. Si hay que plantearlo en términos bélicos, esto no es una guerra entre vosotros. No perdáis de vista que la ansiedad es el enemigo. Vosotros sois un equipo y el profesional un aliado al que habéis reclutado para vencerlo.

Durante la terapia, es posible que el psicólogo/la psicóloga proponga algunas tareas conjuntas. Será útil que participes, pero no olvides tu papel: Incluso cuando te dedicas a ésto profesionalmente, no puedes convertirte en el psicólogo de tu persona querida.

  • Anima sin presionar

Aunque convivir con alguien que padece distintas formas de ansiedad cuando a ti no te ha pasado puede ser muy frustrante, tienes que entender que no se trata de algo que la otra persona ha elegido. Seguramente tiene más ganas que tú de encontrarse mejor.

Dado que los dos queréis lo mismo, tenemos que procurar que esa motivación resulte efectiva. Incluso si estás molesto/a, comentarios como «¿Por qué no puedes hacerlo? ¿Pero qué te pasa? No es para tanto…» sólo van a haceros sentir peor. Sería más útil algo como «Entiendo el malestar que esto te está produciendo. Tiene sentido que sientas así: no puedes salir discretamente, te preocupa que los demás se den cuenta de que algo no va bien y hagan preguntas y no quieres pasar vergüenza ni incomodar a nadie más. Hay muchas cosas que no puedes controlar y eso te agobia». Después puedes intentar, con cariño y respeto, animarle a afrontar la situación.

  • Cuidad vuestra vida más allá de la ansiedad

Los hábitos y relaciones saludables son dos de los pilares de la salud mental. No olvidéis cultivar vuestras parcelas fuera de la pareja: el tiempo de descanso y ocio, en soledad o con amigos, os permitirá ventilar y coger fuerzas para hacer frente a lo que venga.

Uno de los errores más comunes en pareja es asumir que la otra parte tiene que cubrir todas nuestras necesidades afectivas, que tenemos que compartirlo todo. Absolutamente todo. Estas expectativas desajustadas constituyen la base de esos mitos del amor romántico que tanto daño hacen.

Para no diluirnos en la pareja hasta desaparecer, necesitamos mantener nuestra individualidad: una red de relaciones propias, tiempo para nosotros, actividades e intereses propios…

laundry-963150_1280Más aún cuando surgen dificultades, cada uno va a necesitar de apoyo individual: poder hablar con alguien ajeno a la pareja sobre lo que sucede, cómo nos sentimos, qué estamos intentando hacer y cómo muchas veces estos intentos de solución no hacen sino empeorar el problema resulta liberador y ayuda a tomar perspectiva. Aunque antiguamente se decía mucho eso de que «los trapos sucios hay que lavarlos en casa», también hay que salir fuera a comprar detergente, a tender si hace sol…

En ocasiones la vida familiar, y no sólo la de pareja, puede verse invadida por esa invitada no deseada que es la ansiedad. Tenemos que poner límites y no olvidar que somos un equipo contra ella: No podemos permitir que tome el control de nuestra casa decidiendo, por ejemplo, que determinados espacios de la casa tienen que estar extremadamente limpios y ordenados de una manera arbitraria. Aunque, cuando hablamos de ansiedad la comprensión y la flexibilidad resultan fundamentales, no podemos ser indulgentes y ceder a todas las peticiones que la ansiedad formule. 

  • No olvidéis que el objetivo es aprender a gestionar la ansiedad, no eliminarla

La ansiedad nos impide hacer cosas, y eso es lo que la convierte en un obstáculo. Lo más molesto de padecerla es, precisamente, ver nuestra vida limitada. Tener intención o deseo de llevar algo a cabo y verse asaltado por un montón de pensamientos y sensaciones físicas que nos hacen creer que no vamos a poder. Y como no lo intentamos, efectivamente: No podemos. Y encima nos sentimos culpables, tontos y avergonzados por ello… Y nos sentimos incomprendidos, nos distanciamos de quienes nos quieren, aparecen la apatía, dejamos de disfrutar de lo que antes nos gustaba… Y asoma la depresión. Y todo junto, gloria.

La gran lección, que a veces cuesta mucho aprender, es que la ansiedad no es la mejor compañera de viaje, pero no nos vamos a quedar en casa porque ella se haya apuntado al plan: Podemos llevarla con nosotros y, aun así, hacer lo que teníamos previsto.

Hay una frase motivacional dando vueltas por ahí que nos viene como anillo al dedo:

HAZLO MIEDO ANSIEDAD

Si todos vuestros esfuerzos se centran en eliminar la ansiedad, tenéis la batalla perdida: Va a aparecer, con más o menos intensidad, de manera justificada por las circunstancias o no, en la vida de todos. La cuestión es ¿qué hacemos cuando venga?. Recuerda: es una invitada no deseada. Vendrá y llamará a la puerta. ¿Cómo la recibís? ¿la invitáis a café, le sacáis las mejores pastas y permitís que se instale en el salón toda la tarde? ¿Le ofrecéis que se quede cenar y a pasar la noche? ¿Permitís que ocupe la mejor habitación de la casa y vosotros os trasladáis al sofá?. Tampoco podéis negaros a abrir la puerta y fingir que no hay nadie en casa, y si la tratáis a gritos os plantará cara…

Si queremos resultados distintos, tendremos que poner en marcha estrategias distintas, ¿no os parece?

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Aprendiendo a convivir con la diferencia

Quienes tenemos mascotas sabemos bien lo mucho que enriquecen nuestra vida: Se convierten en parte de la familia y en fuente de momentos tiernos y divertidos.

A través de la relación con ellos, aprendemos lecciones valiosas sobre la convivencia y sobre la vida. Sin embargo, no todos los animales tienen la suerte de dar con una familia acogedora y convivir con humanos que los cuiden…

En este corto, protagonizado por un gato callejero y un pitbull sometido a malos tratos, hay ocultos múltiples mensajes: El respeto a los animales, el obstáculo que suponen los prejuicios, la paciencia y la tolerancia de las diferencias en la construcción de la amistad, la importancia de una buena compañía cuando la vida no nos sonríe…

Espero que lo disfrutes.

Padres deprimidos y ansiosos: ¿cómo afecta a la relación con sus hijos?

Los adultos que formamos parte de la vida de los niños tenemos responsabilidad sobre su educación. Sin embargo, los padres son (o deben ser) las figuras más influyentes de todo su mundo afectivo: el tipo de relación que establezcan con ellos va a ser fundamental en su desarrollo emocional.

Cundo alguno de los padres, o los dos sufre, este malestar es reflejado por el menor a su cargo. En otras ocasiones hemos hablado del contagio emocional y de la influencia de los padres en el desarrollo socioafectivo de los niños, y hoy queremos hacer una vez más hincapié en la vulnerabilidad de nuestros pequeños y la importancia de cuidar de nosotros mismos para poder velar por su bienestar.

No se trata de querer mucho, sino de querer mejor.

Me encantaría deciros que ser padres nos libra de los estados de ánimo negativos. Que uno no se siente triste, ni frustrado, ni enfadado ni desesperanzado. Pero como bien sabéis, estaría mintiendo como una bellaca. La crianza de un hijo conlleva una serie de cambios y responsabilidades, requiere de una inmensa capacidad de flexibilidad y adaptación,  y en muchas ocasiones supone una tarea que nos desborda, pudiendo provocar la aparición o el empeoramiento de síntomas de tipo ansioso o depresivo.

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Ser padre o madre puede ser fascinante. Pero también es agotador y complicado. Y hay que permitirse reconocer y hablar de ese lado oscuro de la no tan maravillosa aventura que supone la crianza de un hijo. Como padre, tenemos que ser conscientes de nuestras dificultades, estar en contacto con nuestras necesidades y cuidar de nuestra salud mental. Y muchas veces estamos tan volcados en los asuntos de nuestros peques que se nos olvida que cuidarnos también es cuidar de ellos.

Durante toda la vida somos permeables a lo que sucede a nuestro alrededor. Sin embargo, en la infancia somos esponjas: todo nos llega, todo nos cala. Más aún cuando procede de nuestras principales figuras de apego. Cuando un papá o una mamá se siente deprimido, pueden ocurrir varias cosas en la relación con el menor:

  • Es posible que el papá o mamá desbordado por su malestar sienta que su peque es una carga más, y sus obligaciones y cuidados se le hagan muy cuesta arriba. Aparecen entonces sentimientos de rechazo hacia el niño y de culpa por no estar ejerciendo sus labores como padre de la manera correcta. El niño, en esta situación, se siente confuso y ansioso. Su mundo se torna impredecible y, quien tendría que hacerse cargo de él/ella se muestra enfadado, distante e irritable.
  • También puede ocurrir que encuentre en su hijo la esperanza, la alegría y la ilusión que le permita cubrir sus carencias y alejarse de sus problemas. Diréis «Estupendo, ¿no?». Pues no. Cuando esto ocurre, el niño se convierte en tabla de salvación, en motivo principal de la vida de su progenitor y en fuente de sentido. El riesgo de que las necesidades del niño queden apartadas, y éste se dedique a cuidar de su papá o mamá, es elevado. Puede sentirse responsable de las emociones del adulto que debería hacerse cargo de él y, por tanto, experimentar preocupación, tristeza, vergüenza o culpa cuando su papá o mamá esté triste.

Por suerte o por desgracia, nuestros niños crecen para convertirse en adolescentes. La adolescencia es una etapa rodeada de mitos y con fama de complicada. Esta fama es, en parte, merecida. Se trata de una época de cambios, en la que nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestras capacidades, están cambiando y nos sentimos vulnerables y, muchas veces incomprendidos.

La mezcla adolescencia + depresión de un progenitor es explosiva: el joven, en constante cambio, tiene necesidades socioafectivas que no se ven cubiertas. El adulto en ocasiones se coloca a su altura en la mala gestión emocional, al tiempo que exige resultados académicos, valores como la responsabilidad y la autonomía, comprensión, compasión y un millón de cosas más… Y la brecha existente entre las partes se abre cada vez más hasta transformarse en un abismo insondable

Papás y mamas: Si os sentís angustiados, solos, desesperanzados… Por favor, buscad ayuda. Vuestro bienestar es una parte fundamental del suyo.

Si quieres venir a vernos, puedes ponerte en contacto con nosotros. Será un placer poder acompañarte en el proceso.

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