Duelo y olvido: «Tengo miedo de olvidarme de él/ella»

Cuando la confusión y el dolor van difuminándose para dar paso a la tristeza por la ausencia de un ser querido, los detalles que hacían a esa persona especial parecen imborrables. Sin embargo, pasan las semanas y los meses, avanzamos en el proceso de duelo y poco a poco algunos detalles van perdiendo nitidez. La voz, la forma de andar, el sonido de su risa…

goma borrar olvidoEs frecuente que, pasado un tiempo del fallecimiento, surja en las personas el temor a olvidar a quienes ya no están con nosotros. En estas últimas semanas, son varias las personas que, en consulta, me han comentado su preocupación por este tema.

Muchas de las frases típicas que se escuchan tanto en el tanatorio como en el tiempo posterior a una pérdida identifican la superación del duelo con el olvido: «tienes que intentar pasar página», «tienes que seguir adelante», «no pienses tanto en ello»… En otra ocasión hablaremos de todos estos clichés, que sirven de poco y pueden dañar mucho a quien los escucha.

Se trata de un error considerar que el proceso de duelo acaba con el olvido: Nunca podremos borrar lo que esa persona ha significado y aún hoy significa para nosotros. Y podemos continuar adelante, pero en ningún caso quiere decir que vayamos a olvidar.

Insisto mucho en que el duelo es un proceso natural e inevitable. Se desencadena por la pérdida o separación de algo o alguien importante para nosotros. En palabras de Doug Manning:

«El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en la que la naturaleza sana un corazón roto».

El camino que el duelo supone, por tanto, no tiene como finalidad borrar todo resto del paso de esa persona por nuestra vida, sino crecer y transformanos, permitiéndonos recuperar la esperanza en un mundo en el que nuestra persona querida ya no está.

llama vela encendida oscuridad recuerdo

El temor a olvidar es legítimo, como lo son todas las emociones y preocupaciones que acompañan a las personas en duelo. Sin embargo, olvidar no es posible (ni siquiera cuando lo desearíamos) ni realista.

La meta, y el fin del proceso de duelo, es el recuerdo sereno que permite honrar la memoria de quien ya no está, manteniendo viva la relación a pesar de su ausencia. ¿Y cómo hacemos esto? Hablando de esa persona con los demás, compartiendo anécdotas y recuerdos, trayendo a la memoria las vivencias compartidas (también las malas, extrayendo sus aprendizajes), manteniendo el vínculo con esa persona a través de quienes nos rodean y convirtiéndolo en una fuente de sabiduría para seguir adelante.

En ocasiones este temor a olvidar hace que las personas se aferren al dolor, quedando atrapadas en alguna de las etapas del duelo. La tristeza y el aislamiento pueden servirnos para que el recuerdo permanezca en el primer plano de nuestra mente. Algunas personas sienten que así se honra a quienes ya no están. De hecho, tiempo atrás el luto por los fallecidos implicaba ritos, señales y comportamientos en esta dirección que se alargaban en el tiempo como muestra de amor a la persona fallecida. Esta actitud se ha mostrado contraproducente: bloquea el afrontamiento del duelo e impide a las personas desarrollar sentimientos sanos y constructivos, tanto hacia quien ya no está como hacia los que se quedan. Pienso, mientras escribo, en La Casa de Bernarda Alba, de Lorca. Aunque se trata de un ejemplo dramático, no nos pilla tan lejano, ni en el tiempo ni en el espacio.

Quedar anclado en la tristeza no es la forma más constructiva de mantener vivo el recuerdo de nuestra persona querida. Tampoco le honra más. Y dudo mucho que sea lo que esa persona quería para ti. Permitirse soltar el dolor, compartir los recuerdos y recorrer el camino del duelo en compañía, gestionando nuestras emociones con el apoyo de quienes nos rodean, y si es necesario, de un especialista, nos aleja del olvido, del rencor y de las culpas.

La tristeza es una respuesta normal y esperable. Sin embargo, si te aferras a ella puede contaminar los recuerdos con esa persona, y el rastro de cariño y aprendizaje que ha dejado en ti. No permitas que te robe esos tiempos compartidos.

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La orfandad, en palabras de Julia Navarro

Quienes seguís el blog de manera habitual, sabéis que la lectura es un de mis pocos vicios.

Aún estoy recuperándome de la resaca literaria que me ha dejado «Dispara, yo ya estoy muerto», de la gran Julia Navarro.

Se trata de una novela histórica en torno al conflicto árabe-israelí que te transporta de San Petersburgo a Jerusalén, París, Madrid o Toledo y te permite viajar, de la mano de sus numerosos personajes y sus vidas entrelazadas, desde finales del s. XIX hasta 1948. Como ocurre con otras obras de esta autora, se trata de una historia llena de historias.

Entre sus páginas he encontrado una frase magnífica que describe con precisión quirúrgica lo que muchas de las personas que han perdido a sus padres me han relatado en consulta.

Hoy quiero compartir esta joya con vosotros.

“El padre es el techo, la madre el suelo, y cuando ambos desaparecen uno siente que también ha iniciado la cuenta atrás y que ya no tiene sujeción alguna, quedando suspendido en el aire.” 

El Nombre del Viento: Frases para la vida

Tras otro fin de semana dedicado a la formación, me encontraba tomando un café con una amiga y compañera de profesión mientras compartíamos algunas de nuestras experiencias en el trabajo. Comentábamos lo bonito que es todo en los manuales de psicoterapia, cómo los grandes maestros de algunas escuelas y orientaciones describen casos que se resuelven de manera rápida, a veces casi mágica: problemas de larga duración en la vida de las personas, que interfieren en múltiples facetas de su vida… Se disuelven como tocados por una varita en unas pocas sesiones. Y cómo en consulta, en la vida real, en la mayoría de las ocasiones no es así.

Volviendo a casa, mientras conducía, me vino a la memoria una frase, otra de las reflexiones del protagonista de «El Nombre del Viento», primera parte de la trilogía de Patrick Rothfuss «Crónica del asesino de Reyes» que ya mencioné en otra ocasión:

«Limpio, rápido y fácil, como mentir. Sabemos cómo termina antes de que empiece. Por eso nos gustan las historias. Nos ofrecen la claridad y la sencillez de que carece la vida real «.

 

¿Cuál es tu experiencia? Me encantará leer tu opinión en los comentarios.

¡Hasta el próximo post!