Reflexiones literarias: Las cuatro puertas de la mente

Hoy hemos amanecido con la noticia del fallecimiento de Louise Hay. Noventa años ha estado en este mundo, y muchas más de noventa son las lecciones que nos ha dejado.
Louise, además de ser la autora de numerosos libros de crecimiento personal, es un modelo de resiliencia vital. Víctima de malos tratos y abusos sexuales en la infancia y superviviente de un cáncer de útero, convirtió sus experiencias en su motor de aprendizaje y cambio y compartió, a través de sus publicaciones y ponencias, su saber con millones de personas.
Recuerdo cuando, durante la carrera, llegó a mis manos su segundo libro, publicado en 1984, Usted puede sanar su vida, un best seller sobre las posibles causas psicosomáticas de numerosas enfermedades. Como estudiante curiosa y escéptica que era (y soy), lo devoré, con mi sentido crítico activado. A pesar de tener mis reservas respecto a todas estas cuestiones, he recomendado esta publicación a un gran número de personas, tanto dentro como fuera de la consulta, debido a su agilidad, su cercanía y la sencillez y humanidad con la que expone sus razonamientos. Hay, además, fundó una editorial que ha permitido la difusión del trabajo de autores como Deepak Chopra o Wayne Dyer.
A modo de homenaje, desde aquí compartimos algunas de sus lecciones.
Gracias, Louise. Que la tierra te sea leve.
Hace unas pocas semanas encontré unos cuentos en una tienda de decoración próxima al Paseo de Begoña. Inmediatamente captaron mi atención, por lo sorprendente de su ubicación y por las simpáticas ilustraciones de la portada. Quienes me leéis habitualmente, sabéis que el mundo de las emociones, los libros y las ilustraciones bonitas son algunos de mis puntos débiles…
Cuál fue mi sorpresa cuando, al acercarme a husmear, me encuentro con unos cuantos ejemplares variados de la colección de Violeta Monreal titulada «Sentimientos y valores», para ser más concretos, Celos, Nerviosismo, Timidez, Sinceridad, Felicidad, y Libertad. La autora ha elegido, con mucho tino, emociones y valores con cada una de las letras del abecedario (Sí, incluidas la K, la Y y la W), y a través de sus entrañables historias, con esos curiosos personajes que son «los filins», ayuda a los niños a reconocer su sentir, a darle un nombre, a identificar cómo su cuerpo lo manifiesta y a relacionarlo con distintas situaciones de la vida cotidiana.
Algunas de las familias que vienen a verme a consulta me habían hablado de esta autora, que ha visitado algunos Colegios Públicos de la zona, dejando a los niños embelesados con sus relatos. No podía perder la ocasión, así que me dirigí a la caja con los tres primeros debajo del brazo. El precio era más que asequible, y además cada ejemplar venía con un CD con actividades. Desde luego, no perdía nada por llevármelos y echarles un vistazo más detenidamente. No, no perdía nada, más bien todo lo contrario: he ganado unas cuantas buenas historias, una manera dulce y cercana de presentarles a los niños emociones tan difíciles de gestionar para ellos como los celos o el nerviosismo, y Violeta ha ganado una fan.
Estaba acercándome a la caja, como decía, cuando decidí sin pensarlo mucho dar media vuelta sobre mis tacones y volver al estante a por los otros tres. Mientras lo hacía, recordaba el mito de Pandora, cuya curiosidad la llevó a incumplir su promesa y abrir el ánfora que Zeus le regaló, liberando todos los males del mundo y dejando dentro, atrapada, la esperanza. Recordaba también mi propia insistencia, como terapeuta sistémica familiar, en la utilización de los recursos y el aprovechamiento de los puntos fuertes de las personas que vienen a verme. Por eso, la Libertad, la Sinceridad y la Felicidad también se vinieron conmigo.
Si tenéis curiosidad, en su página web podéis encontrar los proyectos en los que ha colaborado. A mi me ha ganado con los poemas-moraleja del final de cada relato.
Gracias, Violeta.