Duelo durante el embarazo

Por suerte o por desgracia, la muerte cuando llega lo hace sin consultar la agenda de quienes estamos cerca. Y a veces nos sorprende cuando estamos esperando la llegada de otro miembro a la familia.

En momentos así, la mujer embarazada siente mucho miedo. Además del dolor y la tristeza por la pérdida de alguien querido, surge una inmensa preocupación: la de que todo lo que está sintiendo afecte al feto.

duelo embarazo luto desarrollo postparto psicologiaEl fallecimiento de un familiar trae consigo un sufrimiento considerable, y el estrés afecta, sin duda, al feto. Aunque cada mujer embarazada afronta la pérdida de manera diferente, al igual que el resto de personas del entorno: la reacción a la pérdida depende de la historia de cada uno y de la relación con la persona fallecida. Además, ciertas variables relacionadas con las circunstancias de la muerte: quién es la persona fallecida, si se trata de algo previsible o si, por el contrario, es una muerte repentina.

Las consecuencias de la ansiedad durante el embarazo pueden ser muy variables en función del momento de la gestación en que la madre se encuentre: Si se trata de las primeras semanas, puede producirse un aborto espontáneo. En el tramo final del embarazo, el parto puede adelantarse, especialmente si se trata de un fallecimiento repentino.

En todo caso, son numerosos los estudios realizados en los últimos años sobre la influencia de la ansiedad materna en el bebé. Muchos de ellos concluyen que el estrés de la madre durante el embarazo tiene consecuencias en su desarrollo tanto físico como emocional y cognitivo, a corto, medio y largo plazo.

Sin embargo, no es conveniente ser alarmistas. Ciertamente, el mundo emocional de la madre llega al feto a través del mundo químico que le rodea en la placenta, pero al igual que está protegido del impacto físico, también lo está de emociones extremas.

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Al igual que se recomienda en cualquier otro momento de la vida, durante el duelo en el embarazo es fundamental permitirse sentir y comunicar las emociones. Cuidarse de las maneras más básicas: alimentación y sueño. Con frecuencia nos encontramos que las personas que han perdido a alguien querido dejan de comer o lo hacen de manera desordenada, se aíslan, tienen problemas de insomnio y descuidan sus necesidades fundamentales. Estos comportamientos negligentes pueden afectar también al feto.

Algunas personas, a fin de paliar el intenso dolor de la pérdida, deciden buscar alivio en la medicación. No me cansaré de repetir que un duelo no es una depresión. Y los ansiolíticos pueden, puntualmente, ayudarnos a reducir parte de la sintomatología: el llanto incontenible, la angustia, la dificultad para dormir, pero no solucionan, no nos van a quitar el dolor de la pérdida. En el embarazo, desde luego, no es lo más recomendable, sin embargo, si se recurre a medicación, resulta aún más importante hacerlo bajo un estricto control médico.

El duelo conlleva una serie de fases, cargadas con sus respectivas emociones, incompatibles muchas veces con la felicidad y la ilusión que suelen acompañar la llegada de un niño. El mundo emocional de la mujer embarazada en duelo resulta contradictorio: Sentir tristeza y dolor, miedo, rabia, impotencia… Entra en conflicto con la esperanza y la alegría de sentir la vida creciendo. Y puede aparecer, en en esta receta emocional, un ingrediente más: La culpa por no poder permitirse sentir. Porque su bebé no merece que su madre esté triste. Porque no puede permitirse estar alegre sabiendo que su persona querida ha muerto. Menudo dilema, no poder sentirse como uno se siente. Y no poder dejar de sentirse de ese modo, pues es lo que corresponde a las circunstancias que se están viviendo.

Tanto durante el embarazo como en el postparto, el acompañamiento y el apoyo emocional son fundamentales. Más aún si se produce un duelo.

Si nos necesitas, estamos a tu disposición.

 

Nos vemos en el próximo post.

 

 

Duelo y olvido: «Tengo miedo de olvidarme de él/ella»

Cuando la confusión y el dolor van difuminándose para dar paso a la tristeza por la ausencia de un ser querido, los detalles que hacían a esa persona especial parecen imborrables. Sin embargo, pasan las semanas y los meses, avanzamos en el proceso de duelo y poco a poco algunos detalles van perdiendo nitidez. La voz, la forma de andar, el sonido de su risa…

goma borrar olvidoEs frecuente que, pasado un tiempo del fallecimiento, surja en las personas el temor a olvidar a quienes ya no están con nosotros. En estas últimas semanas, son varias las personas que, en consulta, me han comentado su preocupación por este tema.

Muchas de las frases típicas que se escuchan tanto en el tanatorio como en el tiempo posterior a una pérdida identifican la superación del duelo con el olvido: «tienes que intentar pasar página», «tienes que seguir adelante», «no pienses tanto en ello»… En otra ocasión hablaremos de todos estos clichés, que sirven de poco y pueden dañar mucho a quien los escucha.

Se trata de un error considerar que el proceso de duelo acaba con el olvido: Nunca podremos borrar lo que esa persona ha significado y aún hoy significa para nosotros. Y podemos continuar adelante, pero en ningún caso quiere decir que vayamos a olvidar.

Insisto mucho en que el duelo es un proceso natural e inevitable. Se desencadena por la pérdida o separación de algo o alguien importante para nosotros. En palabras de Doug Manning:

«El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en la que la naturaleza sana un corazón roto».

El camino que el duelo supone, por tanto, no tiene como finalidad borrar todo resto del paso de esa persona por nuestra vida, sino crecer y transformanos, permitiéndonos recuperar la esperanza en un mundo en el que nuestra persona querida ya no está.

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El temor a olvidar es legítimo, como lo son todas las emociones y preocupaciones que acompañan a las personas en duelo. Sin embargo, olvidar no es posible (ni siquiera cuando lo desearíamos) ni realista.

La meta, y el fin del proceso de duelo, es el recuerdo sereno que permite honrar la memoria de quien ya no está, manteniendo viva la relación a pesar de su ausencia. ¿Y cómo hacemos esto? Hablando de esa persona con los demás, compartiendo anécdotas y recuerdos, trayendo a la memoria las vivencias compartidas (también las malas, extrayendo sus aprendizajes), manteniendo el vínculo con esa persona a través de quienes nos rodean y convirtiéndolo en una fuente de sabiduría para seguir adelante.

En ocasiones este temor a olvidar hace que las personas se aferren al dolor, quedando atrapadas en alguna de las etapas del duelo. La tristeza y el aislamiento pueden servirnos para que el recuerdo permanezca en el primer plano de nuestra mente. Algunas personas sienten que así se honra a quienes ya no están. De hecho, tiempo atrás el luto por los fallecidos implicaba ritos, señales y comportamientos en esta dirección que se alargaban en el tiempo como muestra de amor a la persona fallecida. Esta actitud se ha mostrado contraproducente: bloquea el afrontamiento del duelo e impide a las personas desarrollar sentimientos sanos y constructivos, tanto hacia quien ya no está como hacia los que se quedan. Pienso, mientras escribo, en La Casa de Bernarda Alba, de Lorca. Aunque se trata de un ejemplo dramático, no nos pilla tan lejano, ni en el tiempo ni en el espacio.

Quedar anclado en la tristeza no es la forma más constructiva de mantener vivo el recuerdo de nuestra persona querida. Tampoco le honra más. Y dudo mucho que sea lo que esa persona quería para ti. Permitirse soltar el dolor, compartir los recuerdos y recorrer el camino del duelo en compañía, gestionando nuestras emociones con el apoyo de quienes nos rodean, y si es necesario, de un especialista, nos aleja del olvido, del rencor y de las culpas.

La tristeza es una respuesta normal y esperable. Sin embargo, si te aferras a ella puede contaminar los recuerdos con esa persona, y el rastro de cariño y aprendizaje que ha dejado en ti. No permitas que te robe esos tiempos compartidos.

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El suicidio: Esa realidad de la que nadie quiere hablar

El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España.

La primera.

 

Son 3.600 personas las que, cada año, deciden acabar con su vida.

La media, 10 personas al día.

Sin embargo, este dato, aunque resulta escalofriante, no es portada. No sale en las noticias. No se habla de ello. Quizá no hay tiempo. O lo hay, pero se dedica a cuestiones «más importantes», como el derbi del pasado fin de semana. Como la última expulsión en OT.

El pasado viernes 2 de Febrero se puso en marcha un nuevo teléfono de atención y prevención del suicidio. La idea ha sido desarrollada e implementada por la Asociación La Barandilla, constituida por personas con discapacidad, familiares y profesionales de la salud, rehabilitación y reinserción social.

Aunque durante este mes el horario disponible es restrigido, de 9 a 21h, a partir de marzo la atención estará disponible 24h. La línea telefónica será atendida por psicólogos y psiquiatras.

Los datos han descendido durante los últimos años, aunque aún queda mucho por hacer, y la prevención es la clave. El servicio prestado por esta Asociación atiende a la persona en el momento de la crisis, realizando una labor de contención emocional en un momento crítico, acompañando a la persona en su sufrimiento y ayudándola a gestionar el impulso suicida.

La única manera de reducir estos datos es la prevención, y para poder prevenir hay que visibilizar la realidad de las personas que, empujadas por su sufrimiento, deciden poner fin a su historia.

910 380 600

Un número que salvará vidas.