¿Cómo se afina un/a buen/a terapeuta?

Los terapeutas debemos tener en cuenta que nuestro instrumento para hacer terapia somos nosotros mismos.

Cuando tenemos un instrumento musical y queremos que suene bien, antes de intentar tocar una melodía debemos comprobar que está bien afinado.

¿Cómo se afina un terapeuta? Con formación, supervisión y mucho (¡mucho!) trabajo personal.

Nosotros, como los instrumentos, una vez afinados no permanecemos así para siempre: Necesitamos de vez en cuando una puesta a punto.

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Hay quien piensa que los terapeutas somos cotillas. A mí me gusta decir que somos curiosos profesionales. Probablemente la curiosidad sea una de las características de base en todos nosotros. ¿Quién querría escuchar las historias de la vida de la gente? Un rato, casi cualquiera. Una jornada completa, sólo unos cuantos. ¿Cada día laborable durante el resto de su vida? Solamente los curiosos profesionales.

Pero ojo, que ser chismoso no es lo mismo q ser cotilla, y ser cotilla no es ser terapeuta. Aunque la traigamos instalada de serie, la curiosidad se educa, se aprende… Se entrena para convertirla en curiosidad terapéutica.

La curiosidad resulta, entonces, uno de los componentes fundamentales de la terapia. Junto con el respeto, la claridad, la confidencialidad y las reglas explícitas conforman el marco de trabajo terapéutico, la partitura sobre la que terapeuta y paciente escriben juntos su melodía.

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«No sé qué quiero hacer con mi vida» ¿Es de verdad una desventaja no tener una vocación clara?

Hay momentos en la vida en que miramos a nuestro alrededor y comprobamos que parece que todo el mundo sabe lo que está haciendo… Menos nosotros.

En ciertas épocas parece que, si no hacemos lo que la sociedad espera de nosotros, somos raros o estamos inadaptados. Hay que tomar decisiones, porque el tiempo apremia y la preguntas acucian:

¿Qué quieres ser de mayor? ¿Qué vas a hacer con tu vida?

preguntas interrogantes dudas psicologia gijon¿Seguir estudiando o ponerse a trabajar? ¿Pero qué estudiar? y, si no estudio ¿trabajar de qué?. ¿Y si no estoy seguro de lo que quiero hacer? ¿Y si me gustan muchas cosas? ¿Y tengo que dejar de hacer lo que me gusta para dedicarme a algo serio? ¿Si lo que se me da bien no me gusta? ¿Y si no me gusta nada? ¡¿Y si no tengo ni idea de lo que quiero hacer con mi vida?!

En el ámbito de lo privado, la historia es parecida: Conocer a alguien especial y tener pareja o seguir disfrutando de la soltería, pero… ¿son incompatibles estas opciones?. Y las elecciones continúan: si salgo con alguien, ¿quiero seguir viviendo a mi aire o me gustaría que conviviéramos? ¿alquiler o compra? Como la relación se alargue, seguro que alguien tiene la feliz ocurrencia de preguntar ¿y cuándo os casáis?. Y tú pensarás «¡Un momento! ¿quiero yo casarme? ¿y si no quiero? ¿y qué toca después?». No os voy a contar qué viene después, porque ya lo sabéis…

Tengo una buena noticia: Estar perdido está bien. Dudar está bien. No tener clara tu vocación no tiene por qué ser un problema.

¿Qué pasa si, en vez de pensar que no lo tienes claro, te planteas que tienes potencial para hacer muchas cosas?

Emilie Wapnik plantea en esta charla TED algo que muchos de nosotros nos hemos planteado: No encajar dentro de lo que la sociedad dicta genera ansiedad

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Algo que podría ser, y de hecho es, en la mayoría de los casos, motivo de angustia e insatisfacción, es visto por esta ponente como un superpoder: Ser multipotencial, tener muchos intereses y curiosidad por distintas actividades creativas. Esta capacidad implica numerosas ventajas que pueden resumirse en tres fundamentales:

  • Ser capaz de combinar distintos intereses o ideas para crear algo nuevo.
  • Tener habilidad para aprender, y hacerlo deprisa y sin miedo a ser un eterno principiante.
  • Adaptarse, poder transformarse y asumir distintos roles en función de los requerimientos de la situación.

 

Si te apetece leer algo más sobre este planteamiento, puedes echarle un vistazo a su blog: http://puttylike.com/.

 

No lo olvides:

Perderse de vez en cuando está bien.

Y dedicarte a lo que te gusta nunca es una pérdida de tiempo. 

 

Duelo y olvido: «Tengo miedo de olvidarme de él/ella»

Cuando la confusión y el dolor van difuminándose para dar paso a la tristeza por la ausencia de un ser querido, los detalles que hacían a esa persona especial parecen imborrables. Sin embargo, pasan las semanas y los meses, avanzamos en el proceso de duelo y poco a poco algunos detalles van perdiendo nitidez. La voz, la forma de andar, el sonido de su risa…

goma borrar olvidoEs frecuente que, pasado un tiempo del fallecimiento, surja en las personas el temor a olvidar a quienes ya no están con nosotros. En estas últimas semanas, son varias las personas que, en consulta, me han comentado su preocupación por este tema.

Muchas de las frases típicas que se escuchan tanto en el tanatorio como en el tiempo posterior a una pérdida identifican la superación del duelo con el olvido: «tienes que intentar pasar página», «tienes que seguir adelante», «no pienses tanto en ello»… En otra ocasión hablaremos de todos estos clichés, que sirven de poco y pueden dañar mucho a quien los escucha.

Se trata de un error considerar que el proceso de duelo acaba con el olvido: Nunca podremos borrar lo que esa persona ha significado y aún hoy significa para nosotros. Y podemos continuar adelante, pero en ningún caso quiere decir que vayamos a olvidar.

Insisto mucho en que el duelo es un proceso natural e inevitable. Se desencadena por la pérdida o separación de algo o alguien importante para nosotros. En palabras de Doug Manning:

«El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en la que la naturaleza sana un corazón roto».

El camino que el duelo supone, por tanto, no tiene como finalidad borrar todo resto del paso de esa persona por nuestra vida, sino crecer y transformanos, permitiéndonos recuperar la esperanza en un mundo en el que nuestra persona querida ya no está.

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El temor a olvidar es legítimo, como lo son todas las emociones y preocupaciones que acompañan a las personas en duelo. Sin embargo, olvidar no es posible (ni siquiera cuando lo desearíamos) ni realista.

La meta, y el fin del proceso de duelo, es el recuerdo sereno que permite honrar la memoria de quien ya no está, manteniendo viva la relación a pesar de su ausencia. ¿Y cómo hacemos esto? Hablando de esa persona con los demás, compartiendo anécdotas y recuerdos, trayendo a la memoria las vivencias compartidas (también las malas, extrayendo sus aprendizajes), manteniendo el vínculo con esa persona a través de quienes nos rodean y convirtiéndolo en una fuente de sabiduría para seguir adelante.

En ocasiones este temor a olvidar hace que las personas se aferren al dolor, quedando atrapadas en alguna de las etapas del duelo. La tristeza y el aislamiento pueden servirnos para que el recuerdo permanezca en el primer plano de nuestra mente. Algunas personas sienten que así se honra a quienes ya no están. De hecho, tiempo atrás el luto por los fallecidos implicaba ritos, señales y comportamientos en esta dirección que se alargaban en el tiempo como muestra de amor a la persona fallecida. Esta actitud se ha mostrado contraproducente: bloquea el afrontamiento del duelo e impide a las personas desarrollar sentimientos sanos y constructivos, tanto hacia quien ya no está como hacia los que se quedan. Pienso, mientras escribo, en La Casa de Bernarda Alba, de Lorca. Aunque se trata de un ejemplo dramático, no nos pilla tan lejano, ni en el tiempo ni en el espacio.

Quedar anclado en la tristeza no es la forma más constructiva de mantener vivo el recuerdo de nuestra persona querida. Tampoco le honra más. Y dudo mucho que sea lo que esa persona quería para ti. Permitirse soltar el dolor, compartir los recuerdos y recorrer el camino del duelo en compañía, gestionando nuestras emociones con el apoyo de quienes nos rodean, y si es necesario, de un especialista, nos aleja del olvido, del rencor y de las culpas.

La tristeza es una respuesta normal y esperable. Sin embargo, si te aferras a ella puede contaminar los recuerdos con esa persona, y el rastro de cariño y aprendizaje que ha dejado en ti. No permitas que te robe esos tiempos compartidos.

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