Te equivocarás…

Me miras con esos ojos verdes que llevan en mi vida tanto tiempo como mi memoria. Sonríes y haces una de esas muecas, irritante y adorablemente familiar. «Te vas a equivocar, es inevitable». Te apiadas de mi un segundo. Dos. Lo que dura mi suspiro. Agradezco la tregua, pero vuelves, inagotable.

«Te equivocarás, porque es así como aprendemos. Y conozco a poca gente con tanta ansia por aprender como tú. Pero, ya que lo vas a hacer… Aunque la sola idea de equivocarte te desespera, lo sé… Ya que va a ocurrir, cerciórate de que esta vez eres tú quien toma las decisiones».

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Manos entrelazadas de Nefertiti y Akenaton. Neues Museum, Berlin.

 

 

 

Un propósito distinto…

La mayoría de nosotros finalizamos el año haciendo un balance y proponiéndonos mejorar en algunos aspectos. Algo típico sobre lo que se escriben cientos de artículos en estas fechas es, precisamente, la cuestión de los propósitos de año nuevo. Yo también lo he hecho, lo confieso. Dos veces («De propósitos y despropósitos» y «Al carajo los propósitos de Año Nuevo»).

Los grandes clásicos, los trending topics de las listas de propósitos son asistir al gimnasio, que por lo visto con pagar la cuota no es suficiente, aprender idiomas, perder peso… Sin embargo, y como comentábamos en un artículo anterior, en unas pocas semanas perdemos fuelle y esas buenas intenciones quedan en eso, intenciones. Pasar a la acción y, sobre todo, perseverar y mantener la motivación, es otro asunto.

La Doctora en Psicología Harriet Lerner tiene una propuesta diferente para este año que aún huele a nuevo. Y, de verdad, si eres capaz de llevarlo a cabo y convertirlo en una rutina, de incorporarlo en tu forma de funcionar por el mundo, esto va a cambiarte la vida.

Ser amable. Algo tan sencillo como eso. Y tan complicado a la vez. ¿Qué pasaría si colocáramos la amabilidad al principio de nuestra lista de prioridades?

Si nos paramos a reflexionar sobre ello, descubriremos que resulta fácil ser amables con personas que apenas conocemos. Esas interacciones sencillas y cotidianas, en tiendas, medios de transporte… suelen ser amables. Nos han enseñado a ser educados. A dar los buenos días, las gracias, a sostener la puerta y a sonreír por cortesía. Sin embargo, dedícale un minuto a pensar en los intercambios con tus personas más cercanas.

¿Tan rápido lo has pensado? Venga, un instante más.

Ahora sí.

Quizá hayas descubierto que no tratas con tanto cuidado a las personas más próximas a ti. La Dra. Lerner explica que nuestros seres queridos son aquellas personas con quienes compartimos más emociones. No todo son vino y rosas, por supuesto. Y «evocan nuestra ira, frustración, desilusión o toda la gama de emociones dolorosas que nos hacen humanos».  El mundo emocional es amplio, con regiones oscuras donde residen amenazantes dragones que, precisamente aquellos a quienes mas queremos, tienen más habilidad para despertar. Por esto, y porque compartimos tiempo con estas personas, capaces de generarnos una gran irritación, es importante que aprendamos a gestionar estas emociones y responder con amabilidad.

¡Ojo! El planteamiento no es que nos mordamos la lengua y traguemos con todo, consintiendo situaciones que nos generan malestar y dejando de lado nuestras necesidades. No, no se trata de eso. Si nos imaginamos cómo va a continuar la escena en la que participamos, y cómo continuará en función de la respuesta que demos, veremos que una respuesta amable será más facilitadora que un resoplido o una contestación agria. Cualquier cosa que digamos, puede ser dicha con amabilidad. Incluso una crítica.

En palabras de esta psicóloga, el amor es lo único imprescindible para seguir unidos. Ciertamente, el amor es clave, pero en ciertas situaciones puede no ser suficiente, y a diferencia del amor, la amabilidad es algo que se puede ejercer. Podemos elegir ser amables en las pequeñas acciones. También se puede ser amable cuando se tiene el corazón roto. Y cuando lo haces, resulta sorprendente: la vida, y el dolor que conlleva, se hace más llevadera.

¿Te apuntas a esta propuesta? ¿Practicamos la amabilidad este 2018?

¿El mejor regalo?

Sí, hemos superado los dos primeros asaltos de las fiestas navideñas.

Para algunas personas, estos días tienen, además del brillo de las vacaciones, un significado especial por motivos religiosos, espirituales o sencillamente por tradición.

Si ese es tu caso, te deseo una muy feliz Navidad.

Por mi parte, sean cuales sean tus creencias y tu marco de referencia, espero que en estos días encuentres un momento de tranquilidad. Que puedas acurrucarte en un sofá con tu manta favorita y veas una de esas pelis que te gustan. Tal vez una que hayas visto ya cien veces. A lo mejor esa es tu tradición de Navidad: Ver Los Gremlins o Solo en Casa. Disfrútalo. Espero que puedas abrazar a la gente que quieres. Que puedas sentarte a leer un buen libro. Que te tomes un chocolate calentito. Que pasees por tu ciudad y disfrutes del aire fresco en la cara y de la iluminación navideña.

Espero que esta semana encuentres un rato para sentarte en silencio delante de tu vida y puedas admirar lo valiosa que es y todo lo que tienes.

Espero que puedas encontrar motivos para sonreír antes de darle la bienvenida al Año Nuevo.