Como ocurre con el resto de dificultades específicas del aprendizaje, existen muchos mitos sobre la dislexia. Para alcanzar un diagnóstico correcto de la dislexia es necesario realizar una evaluación exhaustiva de todos los procesos implicados en la lectoescritura. Aunque existen distintas definiciones en función del punto de vista profesional, deben cumplirse los criterios de exclusión, discrepancia y especificidad establecidos por el DSM-IV TR, la cuarta edición revisada del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, así como considerarse otros aspectos, como los antecedentes genéticos. |
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Las personas con dislexia tienen un rendimiento en lectura, medido mediante pruebas de precisión o comprensión normalizadas, sustancialmente inferior a lo esperado dada su edad cronológica, su coeficiente de inteligencia y su nivel de escolaridad que interfiere de manera significativa en su rendimiento académico o aquellas actividades de la vida cotidiana que exigen habilidades para la lectura. Si hay un déficit sensorial, las dificultades para la lectura exceden las habitualmente asociadas a él. |
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Desde el punto de vista educativo, se entiende las dislexia como “un trastorno específico del aprendizaje de la lectura de base neurobiológica, que afecta de manera persistente a la decodificación fonológica (exactitud lectora) y/o al reconocimiento de palabras (fluidez y velocidad lectora) interfiriendo en el rendimiento académico con un retraso lector de al menos dos años. Suele ir acompañado de problemas en la escritura. Se da en personas con un desarrollo cognitivo o inteligencia normal o alta. Es un trastorno que no puede ser explicado por discapacidad sensorial, física, motora o intelectual, ni por falta de oportunidades para el aprendizaje o factores socioculturales” (definicién extraída de la guía de dislexia publicada por la Junta de Andalucía). |
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Según el momento de su aparición, pueden existir dos tipos de dislexia:
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A grandes rasgos, los niños disléxicos presentan dificultades en la escritura, faltas de ortografía, una velocidad lectora lenta y dificultades en el aprendizaje de otros idiomas. Pueden tener, asímismo, problemas en otras áreas: comprensión de enunciados, uso de símbolos matemáticos, percepción espacial o problemas para distinguir izquierda y derecha. | ||||||||||||||
En la siguiente tabla, basada en la guía mencionada anteriormente, se presentan algunos de los síntomas que describen al niño disléxico:
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Es importante tener en cuenta que éstos son algunos síntomas comunes, sin embargo una persona disléxica no tiene por qué presentarlos todos, y tener alguno de ellos no implica ser disléxico. No debemos realizar diagnósticos a la ligera. | ||||||||||||||
Cuando un niño se enfrenta a estas dificultades, parece lógico pensar que su actitud hacia las tareas escolares, y en ocasiones hacia el colegio en general, cambie: pierden el interés en el estudio y les cuesta adaptarse al ambiente escolar. Expresan su deseo de no asistir al colegio y es frecuente que se ausenten. En ocasiones creen que nunca podrán aprender, lo que les hace sentirse desmoralizados y desesperanzados. Su autoestima y su autoconcepto se ven dañados: se sienten inseguros, y pueden tomar una actitud agresiva o pasiva ante esta situación.
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La clave, en esta y en otras necesidades educativas especiales, radica en una correcta evaluación y en el trabajo contínuo y coordinado de padres, profesores y especialistas, quienes deben contemplar la diversidad y proporcionar los apoyos, tanto académicos como emocionales, que el niño necesita.
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